Pablo Íñiguez llegó a Girona el verano pasado en calidad de cedido, procedente del Villarreal, después de que una larga y tediosa lesión en el pubis le obligara a mantenerse alejado de los terrenos de juego. El joven futbolista, que era un fijo en las convocatorias de la selección sub-21 y ya había debutado en Primera División, vio como la lesión truncaba de raíz sus aspiraciones de hacerse un hueco en el equipo 'groguet', por lo que decidió jugar en el Girona con la intención de acumular minutos y volver a sentirse futbolista tras la lesión.

Sin embargo, el inicio no fue nada bueno para el burgalés. Una vez recuperado de la lesión en el pubis, sufrió un esguince de tobillo que obligaría a posponer el debut con el equipo 'blanc-i-vermell' hasta mediados de octubre, ante el Albacete. Sin duda, las lesiones le impidieron demostrar su valía, relegándolo a un papel secundario y sólo teniendo oportunidades con las lesiones o sanciones de los compañeros. 

El burgalés, de tan solo 21 años de edad, ha jugado solamente 16 partidos esta temporada, siendo titular en la mitad de ellos. A pesar disputar solo 797 minutos, ha demostrado tener mucha calidad y ser un jugador muy versátil, ya que puede jugar de central o de pivote defensivo, dejando patente que tiene un gran futuro por delante, siempre y cuando le respeten las lesiones.

El Villarreal confirmó hace unos días que lo recuperará para la próxima temporada, en donde alternará el filial con el primer equipo, haciendo una gran apuesta de cara al futuro.

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