Cuenta una de tantas leyendas urbanas que Andalucía es una tierra de alegría y desparpajo, una tierra en la que el trabajo va despacio, que el calor causa modorra. Nada más lejos de la realidad, o al menos eso se puede sacar en claro de lo visto hoy en La Rosaleda entre el mejor equipo andaluz de la última década y media y una de las revelaciones del año a nivel europeo. También cuentan que Andalucía es una tierra de pasión y orgullo, y en esos derroteros sí que se movió el encuentro. La Rosaleda recibía al Sevilla engalanada con un ambiente fantástico, ambiente de fútbol, de fútbol andaluz. 

Distintos estilos en un mismo esquema

El encuentro comenzó bravo entre dos conjuntos con similar esquema, el 4-2-3-1 tan de moda en la época actual se podía apreciar en ambos equipos pero las armas de cada uno eran diferentes, al Málaga le gusta la pausa y el sosiego, al Sevilla la velocidad desde el costado. Pidió mano en el área el conjunto local en la primera acción pero no lo entendió así Pérez Lasa, un Pérez Lasa que estuvo en constante desacuerdo con la grada pero que marcó unas pautas y controló el encuentro sin grandes equivocaciones. 

Cada uno intentó llevar el partido a su gusto y el Sevilla fue el primero en lograrlo, el Málaga no lograba canalizar su juego asociativo mientras Navas y Perotti destrozaban las bandas galopando sin descanso, no conseguían sostener a los extremos los laterales locales, el siete sevillista es incombustible y el argentino parece recuperado para la causa tras unos meses mostrando un juego algo más que dubitativo. Los primeros minutos se caracterizaban al son de los estiletes de cada conjunto, Navas y su velocidad para el Sevilla, Isco y su toque en el Málaga. Alberto Moreno y Coke se negaron a ser testimoniales y se hincharon a correr pegados a la cal, no lo hacían sin motivo, sus aportaciones ofensivas fueron casi tan importantes como su trabajo, estoico y continuo, a nivel defensivo. La primera gran ocasión del encuentro llegaría en un centro de Perotti que Rakitic remataría sin suerte lejos de la portería, el Sevilla asustaba pero no ponía en grandes problemas a Kameni, Welligton y Lugano se turnaban para domar a Negredo y los visitantes no lograban conectar con su ariete. La frescura, la ambición y el atrevimiento iba a ser importante para que el Sevilla dominase el primer tercio del encuentro. 

El Málaga entendió entonces que no podía dejar correr a sus vecinos y subió las líneas, se volcó en la presión guiado por Iturra y fue creciendo poco a poco en el encuentro, Joaquín no aparecía en exceso pero el buen hacer de Pedro Morales iba a ser decisivo para que los locales pusiesen en apuros a Beto y compañía, Baptista también agrandó su importancia en el partido con el paso de los minutos, lo hizo dejando de ser referencia y tirando continuos desmarques que abrían espacios para sus compañeros, en la orilla contraria Negredo, más puro en la labor de nueve, inquietaba a Lugano provocando un despeje del uruguayo que llegaría a los pies de Coke, el lateral no dudó en soltar el disparo y llegaría así la primera gran parada de Kameni. Morales seguía a lo suyo, con Isco más apagado se erigió como protagonista y llevó el peso del ataque boquerón, al filo del descanso una inoportuna lesión le apartaría del encuentro, en su lugar entraba otro ex del Sevilla como Duda, Baptista ya no estaba sólo. 

Cansancio, imprecisiones y solidez defensiva

Tras el paso por vestuarios el encuentro se enfrió y los planes de ambos conjuntos parecían limitarse a similares acciones, presionar, defender y partir de la fortaleza atrás para después ir a buscar los tantos, lo importante era no recibirlos, tanto fue así que finalmente ninguno lo consiguió pero en el partido todavía quedaba mucho por pasar. En una acción aislada Isco decidió que era el momento de dar su propia medicina a los que vestían la casaca roja y corrió desbocado hacia adelante, la superioridad era clara, tres atacantes por dos defensores, el balón llegaba al pico del área, a los pies de un Iturra tan incombustible como fuera de lugar en ese momento, no pudo elegir peor el chileno, su pase se dirigió a la única zona del área en la que sus compañeros no tenían opciones. El Sevilla replicaría con un nuevo remate que volvería a obligar a Kameni a desperezarse. 

Los minutos pasaban y el encuentro gozaba cada vez de un menor número de ocasiones, el cansancio era visible en la totalidad de los futbolistas y de ahí que estos aunasen sus fuerzas en defender, los errores en las entregas se sucedían, el partido era cada vez más exigente para el futbolista y menos vistoso para el aficionado, a falta de quince minutos para el final el Sevilla gozó de dos ocasiones consecutivas para desnivelar la balanza pero los cabezazos de Rakitic y Negredo no veían portería, el del croata fue posiblemente la ocasión más clara del encuentro.

El balance de errores no se equilibraba, los atacantes seguían siendo mucho más imprecisos que las defensas y así el gol se resistía, finalmente no llegaba y Andalucía se queda sin un vencedor claro en la batalla de La Rosaleda, el resultado favorece sobre todo al Betis, que hoy vencía al Celta en Sevilla y se coloca a sólo dos puntos de un Málaga que cuenta con un partido más en su casillero, empate útil para ambos a la vez que amargo, Málaga y Sevilla deberán seguir luchando para estar en Europa el próximo curso. 

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