Al igual que en el éxito, como en infinitas ocasiones es recordado, lo importante no radica en alcanzarlo, sino en mantenerlo. Siguiendo la misma doctrina, pareciera que Willy pudiera conseguir algo más allá del éxito con su leal compromiso con el Málaga: ser uno de ellos.

Cuando en el minuto 94 Santana rompió en mil pedazos el corazón de la afición malaguista en Dortmund, la historia del Málaga dio paso a una nueva era, una nueva etapa que sin duda estaría muy lejos de los enormes triunfos vividos durante el año. Cuando un par de meses más tarde la UEFA, por un lado, y el TAS por otro confirmaron la sanción que impedía jugar al Málaga CF competiciones europeas por un año, en el núcleo de la plantilla se declaró el estado de emergencia. Los rumores sobre las inminentes salidas de sus principales jugadores y del propio entrenador (quizás la mayor estrella del equipo), se hicieron incontrolables, y la precaria situación económica del club hizo el resto para acometer un movimiento migratorio sin precedentes.

El primero en marcharse fue Manuel Pellegrini, y tras él, el grueso de los héroes que habían conquistado la gloria de los cuartos de final de la Champions League: Joaquín, Isco, Toulalan, Demichelis... El sueño había acabado. Pero no todos se marcharon, algunos decidieron quedarse, incluso a pesar de encontrar varias ofertas interesantes de otros clubes. Uno de ellos fue Willy Caballero.

Sus inicios: Boca Juniors, el Mundial sub-20 y la Intercontinental

Wilfredo Daniel, como se llama realmente, nació en Santa Elena, Entre Ríos, y se crió en la cantera de Boca Juniors, club donde hizo su primera aparición en el fútbol profesional, debutando en el primer equipo durante el Torneo Apertura de 2001, cuando cumplía 20 años.

Su prometedor futuro y enormes cualidades le valieron para acudir a la llamada de la selección sub-20 y alzarse en 2001 con el Mundial juvenil tras vencer por 3-0 a la Ghana de Essien, Muntari y Mensah, formando parte de un equipo albiceleste formado por jugadores que años más tarde alcanzarían la fama, como Javier Saviola, Diego Colotto, Nicolás Burdisso o Maxi Rodríguez.

A pesar de sus grandes actuaciones, y de cosechar títulos de enorme prestigio como el Torneo Apertura, la Copa Libertadores, la Copa Intercontinental frente al AC Milan – todos ellos en el año 2003 – e incluso el Oro Olímpico en Atenas 2004, la presencia en el equipo de Buenos Aires del mito “Pato” Abbondanzieri le relegó al banquillo, y en 2004 decidió dar el salto a Europa.

Su llegada a España y la enfermedad de su hija

La suplencia en el club ‘xeneize’ provocó la salida de Caballero, ¿el destino? España. El Elche decidió hacerse con sus servicios para apuntalar un equipo que soñaba con subir a Primera División. A pesar de las grandes expectativas, Willy disputó apenas 10 encuentros de verdiblanco.

A partir del siguiente año, ocurrió lo más inesperado: a Guillermina, la hija del portero, le fue diagnosticado cáncer de retina. La noticia cayó como una losa sobre el futbolista, que se marchó a Argentina para volcarse por completo en la recuperación de su pequeña. Allí firmó con el Arsenal argentino, con el cual su participación fue más bien simbólica. Abandonó el fútbol, hasta que durante el año 2006 la salud de su hija reveló una enorme mejoría, y Willy sintió que debía seguir avanzando en su carrera profesional.

A Guillermina, la hija del portero, le fue diagnosticado cáncer de retina

Así expresó el portero aquel mal sueño: "Fueron seis meses muy duros. Decidí dejar el fútbol. Si no, no hubiera sido posible estar cerca de ella y de mi mujer, que lo necesitábamos. Volví seis meses a Argentina para no jugar, donde firmé por Arsenal, pero no participé en un solo partido".

Caballero retornó a Elche para convertirse en el guardameta titular de los alicantinos, y allí disputaría 186 partidos durante cuatro temporadas, donde demostró por fin el enorme nivel que escondía bajo palos.

Málaga, su cima futbolística

En Málaga, Willy encontró la oportunidad de su vida, y cuatro años más tarde, sabemos que no la dejó pasar. Con la lesión de Sergio Asenjo, el argentino llegó al club de Martiricos en el mercado invernal durante la temporada 2010/2011, y desde que se vistiera la camiseta malaguista no ha dejado de jugar.

El año pasado, el más glorioso de la historia del Málaga CF, Willy fue el héroe del equipo durante toda la temporada. Abanderado por Isco y Joaquín, el Málaga no habría conseguido sus objetivos sin la maravillosa actuación de Willy. Las paradas del portero fueron milagrosas, y algunas de sus actuaciones quedarán por siempre para la posteridad, como el partido de ida de los cuartos de final de la Champions League ante el Borussia Dortmund, o sus estiradas salvadoras en Porto.

Abanderado por Isco y Joaquín, el Málaga no habría conseguido sus objetivos sin la maravillosa actuación de Willy

Además, Willy fue el segundo portero menos goleado del campeonato y mantuvo durante varios encuentros su portería a cero, incluyendo el récord de imbatibilidad del club, fijado por él mismo en 479 minutos. El premio a su esfuerzo no vino recompensado con la llamada de la selección, hecho que ha causado controversia, no solo entre la afición malaguista sino entre los aficionados argentinos que pedían que Caballero tuviera una oportunidad con la selección de su país.

La espina clavada, la albiceleste

Sobre la selección, Willy sigue ilusionado y no esconde que sería un sueño, “ojalá Dios lo quiera”, pero sigue pensando que su trabajo es mejorar: “Uno lo vive con la pasión con la que lo vive un futbolista, las ganas de ir a la selección, pero como ahora mismo no está en mi mano, porque lo mío es entrar al campo y hacerlo lo mejor posible, todo lo demás es un premio”. El portero del Málaga ha hecho méritos más que suficientes para ganarse un sitio (si no la titularidad) en una Argentina que adolece de un guardameta de verdaderas garantías, más aún con el Mundial de Brasil 2014 a la vuelta de la esquina. Por ahora, el seleccionador Alejandro Sabella no cuenta con él, mientras sigue apostando por Sergio Romero, el ya jugador del Mónaco, que carece de la calidad y experiencia de Willy.

Un portero hecho para las grandes ocasiones

No es Willy un portero carismático, ni responde al perfil actual en cuyas cualidades se buscan la envergadura, el físico y la agilidad. Willy está hecho de otra pasta, es un portero con ángel, de esos guardametas que deciden partidos con sus paradas imposibles.

Cuando Willy no contó con la confianza de sus técnicos jamás tiró la toalla y siempre decidió optar por callar, entrenar y hacer méritos para ser el elegido: "Cuando no jugué, siempre valoré que el que jugaba era mejor que yo”, y todo su esfuerzo mereció la pena.

Willy es un guardameta de clara escuela argentina: su manera de cubrir el primer palo, de afrontar el uno contra uno, y su caracter ganador, siempre comunicándose con sus defensores, le hacen imprimir una fuerza especial a su equipo. Además, Caballero va bien por alto, cubre bien los espacios en disparos lejanos, demostrando gran capacidad atlética a pesar de su tamaño, y domina el uno contra uno gracias asus enormes reflejos.

El futuro

Mucho se ha especulado con el futuro del guardameta. Clubes de enorme prestigio como el Manchester City o el Villarreal se interesaron por él durante los primeros meses de este verano gracias a su enorme temporada, pero sin ofertas realmente concretas, y con el deseo del propio futbolista de establecerse definitivamente en Málaga, el club decidió tratar su renovación.

Mayor fue la preocupación cuando surgieron los rumores sobre un posible interés del FC Barcelona, alimentados más aún con una declaraciones del guardameta: “Si llama el Barcelona, no lo dejaré sonar dos veces”, o incluso cuando se especuló con su vuelta a Boca Juniors, rumores que él mismo acalló. Por ahora, y si no hubiera cambios de última hora, el ex del Elche seguirá al menos una temporada más, y esta vez, como una de las figuras más respetadas del vestuario. El club trabaja en una renovación que consistiría en una ampliación del contrato hasta 2017, año en el que el portero tendría 35 años.

Pase lo que pase, lo que es seguro es que el binomio Willy–Málaga continúa siendo un enorme éxito deportivo y emocional, y que su nombre forma ya parte de las figuras más admiradas y queridas del malaguismo.