Se han acabado las obras en el césped de La Rosaleda, lo que permitirá al equipo de Javi Gracia estrenar el nuevo tapete verde ante el Villarreal, su rival en la jornada 5 de campeonato liguero. Este cambio era muy necesario, pues ante el Eibar, último partido con el césped antiguo, se pudo ver trozos que se levantaban, zonas muy dañados y dificultades en los jugadores de uno y otro equipo a la hora de controlar balones.
El verano en la Costa del Sol es muy cálido por lo que las altas temperaturas dificultan el cuidado del terreno de juego. Ya en el partido ante el Sevilla, de la primera jornada de competición, el estado del verde dejaba bastante que desear. Esto se agravó aún más en el partido ante el equipo armero, que acabó en empate a cero. De haber seguido con la misma dinámica, el rectángulo verde sería impracticable, por lo que el cambio ha sido más que necesario. Ahora llega el otoño y con él, las lluvias. Habrá que ver si en los próximos meses estos problemas meteorológicos no vuelven a dañar La Rosaleda.
¿Césped nuevo, vida nueva? Eso es lo que desearían muchos de los aficionados blanquiazules, ya que el inicio de Liga BBVA está dejando unas sensaciones muy malas entre el público malagueño. El equipo no termina de arrancar, solo ha sumado dos puntos, conseguidos a través de los empates ante el Sevilla y el Eibar, y aún no ha anotado ningún gol, siendo el único equipo de la categoría al que le falta estrenar su casillero de goles a favor. Ante el ‘submarino amarillo’ será necesario demostrar la mejoría en el juego, en las ganas y en el acierto de cara al marco rival. De no conseguir una victoria, el césped ya no será una excusa con la que contar.