El Rayo Vallecano es un equipo que ofrece cada fin de semana una lección de vida, de supervivencia. Una enseñanza que tiene como origen el fútbol modesto, el de siempre, el de toda la vida. Entre millonarios y jeques, el pequeño equipo de la franja roja pelea por seguir en la élite contra pronóstico de apostadores y periodistas especializados en este tipo de asuntos.

Vallecas no es solo fútbol, es inconcebible que los noventa minutos que se juegan cada dos semanas en el feudo franjirrojo se entiendan como veintidós hombres peleando por un balón multicolor. El Rayo ha demostrado ser más que eso. El club de la franja es como Patronio en el Conde Lucanor, con enseñanzas de toda clase para multitud de situaciones diferentes.

Tras muchas jornadas en descenso y casi desahuciado por los más previsores, Paco Jémez ha enseñado a creer en uno mismo hasta a los más escépticos. La constancia en el trabajo y las ideas claras en pos de un objetivo han hecho que este Rayo esté muy vivo en la pelea por no descender a Segunda División ante equipos que han cambiado una y mil veces de táctica, de entrenador, de estilo, de alineación,…

Por otro lado, jugadores como Larrivey han mostrado el fruto del esfuerzo. Un jugador como él, un poco torpe con los pies y carente de la técnica que manejan otros, ha conseguido encandilar a la grada con sus goles y su incansable carácter.

El delantero ha logrado compensar sus defectos con constancia y trabajo, mucho trabajo. La sacrificada labor de “Larry” y su fe han hecho que en los últimos diez partidos haya anotado seis de los nueve tantos que ha anotado a lo largo de la temporada. Sin duda, él es el espíritu de su equipo.

Ese símbolo se refleja en otro hecho que le da humildad a este equipo: cada punto es un motivo para celebrar. Mientras otros clubes son un fracaso si ganan de penalti en el último segundo, en el Rayo se festeja como si de una Champions se tratase. La vida pirata y la vuelta de los jugadores al terreno de juego para unirse a la fiesta de la grada ya es costumbre entre la plantilla. Es la visión de una humildad que convierte en grande a cualquiera, parecido al "partido a partido" promulgado una y mil veces por Simeone. Una filosofía con la que llegar lejos.

Otra lección de vida que nos ha dado este Rayo es que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Si esto no fuese así, algunos seguirían paseándose por el campo sin esforzarse lo más mínimo. Ahora, los futbolistas que se comen el césped si es necesario cuentan con la confianza de Jémez y tienen minutos.

Tener confianza en uno mismo, otro de los factores clave en la vida. Iago Falque representa este factor tras una temporada en la que empezó muy mal y en la que ahora está a un gran nivel. Debutó con lesión y a su vuelta no le salía absolutamente nada, por lo que le tocó ver el fútbol desde el banquillo.

Con el tiempo, el futbolista ha madurado y ha crecido en confianza para eclosionar frente al Málaga y protagonizar una jugada que firmaría el mismísimo Lionel Messi. Desde ese instante, no hay quien pare al futbolista cedido por el Tottenham británico.

La propia afición también puede aprender de sí misma. Pese a las graves discordias entre directiva y la hinchada a lo largo y ancho de la temporada, la grada ha sabido dejar un poco de lado estos aspectos para alentar a sus futbolistas. Desde que Vallecas es una auténtica caldera y los aficionados se movilizan en masa más aún para animar fuera de casa, el Rayo ha logrado 16 puntos de 20 posibles. Una barbaridad. Como símbolo de este proceso evolutivo, el increíble minuto 24 en el que todo el estadio levanta al cielo sus bufandas y convierten el Estadio de Vallecas, aunque sea durante un minuto, en el campo más parecido a Anfield en el mundo.​

En definitiva, Vallecas enamora a todo el que va y traslada a la grada a otra época en la que los presupuestos eran más igualitarios y podía pasar cualquier cosa durante los noventa minutos que dura el choque en cualquier campo de España. Da una lección al mundo de que el esfuerzo, el buen juego y una afición implicada pueden hacer del conjunto con peor presupuesto de la Liga un equipo competitivo que, a palabras de su entrenador, tiene en estos momentos la intención de “acabar entre los diez primeros clasificados”. Un hambre descontrolado, sin duda.