Jonathan Viera volvió a jugar. Y vaya que sí lo hizo. Conocida fue la repercusión que tuvo su suplencia en el último encuentro de Liga, el que tuvo lugar en Barcelona ante el RCD Espanyol correspondiente a la decimosexta jornada. Dicho acontecimiento fue la consecuencia del particular castigo que Quique Setién le aplicó al futbolista formado en las categorías inferiores de la UD, un castigo que vino determinado, a su vez, de una serie de acontecimientos en entrenamientos, y también en citas oficiales, que se salieron de lo considerado como una disciplina y actitud correctas por parte del atacante de La Feria. Pocas horas después de la derrota del representativo, Viera no dudó en atender a los medios y explicar el suceso, con el consiguiente, evidente y ejemplar arrepentimiento por su mal comportamiento. Jonathan pidió disculpas honradamente y desde ese momento, todo quedo en el olvido.
Hoy, día 30 de diciembre, volvía a ser titular en un trascendental enfrentamiento, ante un rival directo y en su ya reservada banda izquierda en la que desplegó todas esas facetas y características que le son más que conocidas pero que fueron esenciales para que Las Palmas se llevase un triunfo que escondía una relevancia considerable, sobre todo para despedir el año fuera de los puestos de descenso: desborde, regate, juego eléctrico y enérgico, visión, pase, determinación y magia.
A partir del primer gol, obra de Tana a pase de Viera, Las Palmas comenzó a ser el dominador del encuentro
Lideró, en todo momento, todos y cada uno de los ataques del conjunto isleño sobre la portería de Andrés Fernández, siendo un verdadero puñal y una pesadilla por el costado de Dimitri Foulquier, que pocas veces pudo detenerlo. Un inicio, el del equipo dirigido por el técnico cántabro, que fue dubitativo y que veía como el Granada, con una constante verticalidad, sabía aprovechar con eficacia los espacios que dejaban los insulares en defensa.
Hasta que llegó el minuto 32. Una buena pared tirada desde el pico del borde del área con Tana le permitió avanzar metros hasta la portería nazarí para, con pausa, tranquilidad y sosiego, devolverle el balón al joven mediapunta grancanario con un pase medido y preciso a la altura del punto de penalti. Tanausú no lo desaprovechó y, llegando desde atrás y con algo de fortuna puesto que el cuero rozó en un defensor andaluz, remachó el balón a la portería. Dicho tanto sería el inicio del cambio de rumbo del partido, en el que el Granada vio como sus esfuerzos por adelantarse en el marcador en los primeros treinta minutos fueron en vano, y como la Unión Deportiva comenzó a enlazar jugadas y contraataques, uno tras otro, metiéndole el miedo y la inseguridad en el cuerpo a los de Sandoval y con el único objetivo de marcar el segundo cuanto antes.
Ya en la segunda mitad, a los cinco minutos de juego se produjo una jugada de combinación de los amarillos digna de hemeroteca: Vicente Gómez conducía el balón por banda izquierda y, con un sutil pase aéreo por encima de la zaga granadina, logró conectar con Viera. Otra vez, el del barrio capitalino, tiraría de su inagotable calidad y, gracias a una prolongación del esférico mientras se hallaba suspendido en el aire, asistiría a Araujo para que este definiera en picado y consiguiera el 2-0.
'Jony' había sido esencial en los dos primeros tantos del equipo con esas dos asistencias, demostrando que su ausencia por motivos disciplinarios ante los periquitos era agua pasada. Poco después, el Granada, por medio de un efectivo Peñaranda al espacio, recortaría distancias en el luminoso. Pero Viera vendría, como hizo Moisés con las aguas del mar Rojo, a calmar y moderar la locura en la que se había convertido el encuentro y a sentenciar el mismo en el minuto 80.
Viera redondearía su gran noche con un gol desde el punto fatídico
Un penalti algo dudoso cometido sobre un recién salido desde el banquillo Wakaso Mubarak daría lugar al tercer gol de la tranquilidad. Desde los once metros, y con una arriesgada frialdad, el ex de Valencia y Rayo Vallecano, entre otros, establecería el 3-1 con un lanzamiento al centro del marco defendido por Andrés. Sería este el casi definitivo finiquito de un encuentro en el que, a pesar de lo que puede reflejar el resultado, la dificultad y el sufrimiento estuvieron presentes en todo momento.
Jonathan Viera volvió, ¡y vaya que sí lo hizo! Se resarció, se reivindicó y, además, se reconcilió con Quique Setién tras su tanto desde el punto de penalti con un abrazo revelador de que, entre ellos dos, ya no existe rencilla alguna. De lo que no existe duda es de que, el Mago de La Feria, sacó a relucir, una vez más, su varita mágica para darle tres puntos importantísimos a los grancanarios que les hacen despedir el año del ascenso, sí, el 2015, con la meta momentáneamente cumplida.