Hay momentos en este hermoso deporte como es el de la pelota en los que hay que dejar a un lado la bufanda. No hay colores, no hay fanatismos. Tan sólo hay que levantarse de su asiento y aplaudir. Ovacionar, aclamar, vitorear. Y cuando el protagonista es Juan Carlos Valerón, las palabras se quedan cortas. El fútbol pierde ya un poco de su esencia, la estrella del balompié está en esta ocasión un poco más apagada. Valerón, 'El Flaco', el mago de Arguineguín, cuelga las botas.

Un pase, un control, un simple regate. Poco necesitaba Valerón para poner en pie a todo un estadio. "La clase personificada en un futbolista", como diría Julio Maldonado 'Maldini'. Antes de que Messi y Cristiano fueran ovacionados en sus estadios, mucho antes de que todos los campos aplaudieran a Iniesta cuando se retira del terreno de juego. La magia de 'El Flaco' se remonta a esos finales de los 90, donde cualquier equipo podía dar la cara y hacerse con la Liga.

Más de 550 partidos de magia a raudales

Una primera etapa en la Unión Deportiva, paso fugaz por el Mallorca y por el Atlético y a partir de ahí época gloriosa en aquel añorado Deportivo de La Coruña. La leyenda de Valerón empezó a hacerse grande en Riazor, y fue ahí donde se dio a conocer en toda España. Un jugador que no poseía una velocidad deslumbrante, ni un disparo potente, ni siquiera un cuerpo portentoso. Tan sólo bastaba con que el el balón le llegara a los pies para hacer lo que más le encantaba, hacer magia.

"¿Quién es ese? ¿Cuántos años tiene? Parece que tiene 21, menuda forma de controlar el balón". No son palabras de un periodista, ni de un entrenador y ni siquiera de un aficionado. Son de Cristiano Ronaldo en su primera temporada en el Real Madrid. El portugués era suplente en su primera visita a Riazor, y desde el banquillo vio como todo un veterano curtido en mil batallas hacía las delicias del público del Deportivo. Quizá contra el Madrid se vio una de las mejores versiones de Valerón. Todo magia y buenas maneras. Y sí, también puso en pie al Santiago Bernabéu.

Tres pilares en el vestuario de la Unión Deportiva. Plantilla, equipo técnico y Juan Carlos Valerón. Así ha sido la Santísima Trinidad de Las Palmas en estas tres últimas temporadas. 'El Flaco' ha aportado no solo la experiencia, sino la carisma, las ganas, el empuje que le ha faltado en ocasiones a los amarillos. Vivió con dolor y amargura el bochorno la final del ascenso contra el Córdoba pero justo un año después todos iban hacia a él cuando se consiguió el pasporte a la Primera División ante el Zaragoza. Y ahora, se retira donde siempre ha merecido estar, en la élite de la mejor Liga del mundo.

Que no se engañe el lector. Valerón no irá a la MLS y mucho menos a China o a Qatar a ganar más dinero. Lo económico nunca le ha importado a 'El Mago'. "Cuando llegó Juan Carlos, el equipo no tenía la suficiente solvencia para pagar el caché de un jugador de su talla", reconocía Miguel Ángel Ramírez, presidente de la Unión Deportiva. La llegada de Valerón a Gran Canaria, su regreso a la isla, no tenía nada que ver con el aspecto monetario. Su fichaje se produjo poco tiempo después de que Las Palmas quedara apeada de los play-off por el ascenso a Primera con el Almería. El objetivo estaba claro: Valerón no iba a retirarse hasta que la Unión Deportiva ascendiera.

"Yo dije que Valerón era mejor que Zidane y la gente se lo tomó a broma", decía Augusto César Lendoiro, ex presidente del Deportivo, cuando ya Valerón había abandonado Riazor. Nadie en el equipo gallego puso oposición a su salida del club. Todos entendían que 'El Flaco' merecía retirarse en la tierra que le vio nacer. Entre lágrimas y con un público entregado, la despedida del jugador de Arguineguín de La Coruña quedará como uno de los momentos más emotivos de la historia reciente del fútbol español.

"Lo que más me fascinaba de Valerón es que disfrutaba más dando una asistencia que marcando un gol". "Siempre le decía que no era el mejor jugador del mundo porque no le gustaba marcar". El primero, uno de sus grandes referentes en los banqullos, Javier Irureta. El segundo, probablemente el jugador que más goles marcó gracias a El Flaco, Diego Tristán. Motivos no faltaban. No había sonrisas tan sincera como las de Valerón daba una asistencia magistral.

Un genio irrepetible

Los números no engañan, y a lo mejor se pueden quedar cortos ante lo que ofrecía Valerón. Más de 500 partidos disputados, cerca de 40000 minutos jugados y tan sólo una tarjeta roja en más de veinte años de amor al fútbol. Protagonista en gestas tan memorables como el Centenariazo, en la que regaló uno de los goles a Diego Tristán. Viviendo en primera personas historias escritas en negro para el fútbol español, siendo titular en la escandalosa eliminación de España ante Corea en 2002. Ascensos, descensos, títulos, sonrisas y lágrimas. Si existe en el fútbol, Valerón lo ha vivido mil y una veces.

"Tenía y sigue teniendo una calidad y una visión de juego asombrosa, una seguridad con el balón increíble. Era además un gran compañero, ha tenido de todo en su carrera". De boca del mismo Vicente Del Bosque, Valerón sigue levantando al público de su asiento. Quizás su decisión de colgar las botas llegó con su regreso a Riazor. Ovacionado por todo lo alto, la decisión ya estaba tomada. Faltaba anunciarlo y despedirse en la isla.

El Estadio de Gran Canaria no registró un lleno casi absoluto solo por ser el último partido de la Unión Deportiva como local esta temporada. Era la última actuación del Mago en la isla. No hubo demasiado fútbol ante el Athletic Club pero si que hubo lágrimas, aplausos y cuando llegó el minuto 21 parecía que el partido se había pausado. Las más de 27.000 personas congregadas en el recinto de Siete Palmas dejaron a un lado el partido, dejaron de animar a los suyos. Sólo dos gestos lo explicaron todo. Todo un estadio en pie aplaudiendo a la figura. En el verde, Valerón intentaba centrarse en el partido, pero era inevitable contener la emoción.

Y es ahí, en ese momento, cuando se produce el cambio de Valerón, ese es el instante donde el aficionado se da cuenta del legado que deja El Flaco. Otra vez el estadio en pie y hasta los jugadores del equipo rival yendo hacia Juan Carlos para darle esa última despedida. Quién no querría bajar al terreno de juego para darle ese último adiós. Con el pitido final, homenaje final a la leynda, con manteo incluido. Una fiesta del fútbol en el Gran Canaria.

Un digno sucesor

Quizás no se parezcan ni el blanco de los ojos. Uno representa la veteranía, la experiencia, el guerrero curtido en mil batallas. El otro, juventud y frescura. Pases, asistencias y control del balón contra regate, gol, desparpajo y desborde. Pero eso sí, pocos dudan en que Jonathan Viera será el digno sucesor de ese dorsal 21 en la Unión Deportiva. El jugador de La Feria ya lo llevó en su primera etapa de amarillo y tiene todas las de heredar el número la próxima temporada. También se habla de que incluso el equipo podría retirar el dorsal, cualquier opción está abierta.

Pero que nadie se engañe. El ciclo de Valerón con la Unión Deportiva acaba de empezar, solo se cierra la puerta de su carrera como futbolista. Pocos dudan que El Flaco seguirá siendo una institución en Las Palmas y algunos ya le ponen la etiqueta de "futuro entrenador". Desde luego, ver al de Arguineguín en el banquillo del Estadio de Gran Canaria deleitaría a más de uno.

Y por muchas líneas que se puedan escribir, por muchos artículos que el lector pueda surcar con su vista, pocas palabras puedan definir lo que ha significado Valerón no para Las Palmas o para El Deportivo, sino también para el fútbol español. Y así se va, dejando al equipo se su tierra en lo más alto. Cuelga la botas un mago. Gracias por el fútbol, gracias por la magia. Gracias por todo, Flaco.

"Y desde este momento, el nombre de Juan Carlos Valerón estará escrito para siempre con letras de oro en la historia de la Unión Deportiva" -Miguel Ángel Ramírez, presidente de la UD Las Palmas.