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Cuando el mundo se vuelve ovalado

Grandes cantidades de dinero gastadas, grandes recibidas. Grandes sueldos, grandes plantillas, grandes estadios. Jugadores grandes y corpulentos. Grandes pasiones, grandes audiencias. No en vano el fútbol americano es, efectivamente, el deporte más grande en los Estados Unidos.

Cuando el mundo se vuelve ovalado
(Foto: Space Coast Daily)
santiagocordoba
Por Santiago Córdoba Sánchez

La NFL tal y como se conoce hoy día no fue tal en sus orígenes. Había un grupo con esa denominación y en el que se seguían reglas como la exclusión de jugadores de raza negra de la competición. A finales de la década de los 50, Lamar Hunt, empresario y heredero de una gran fortuna por petróleo, solicitó la compra de una franquicia, pero su petición fue denegada. En respuesta a ello, se juntó con otros empresarios y juntos montaron la AFL (American Football League), integrada por ocho equipos, donde las normas de admisión eran diferentes. Durante el lustro posterior, ambos organismos entraron en una encarnizada lucha de arrebatarse jugadores -principalmente quarterbacks- y criticarse mutuamente en público, hasta que en 1966 decidieron unificar sus fuerzas en un solo torneo, compuesto por dos ligas (NFL y AFL), y el campeón saldría de un partido que enfrentaría a los campeones de las dos ligas. Dicho partido iba a denominarse "AFL-NFL Championship Game", pero Hunt propuso el nombre de "Super Bowl" en broma y la prensa acabó acatándolo como tal.

Sin competencia en las audiencias

Que el fútbol americano es el deporte que más audiencia y dinero genera ya no es una novedad. La Super Bowl de 2015 entre New England Patriots y Seattle Seahawks fue la más vista de la historia, con una mareante cifra de 114,4 millones de telespectadores, llegando a los 120,8 en el minuto más visto, cuando los de Massachusetts empezaron a firmar la remontada que les haría hacerse finalmente con el título. Además, la era tecnológica hace acto de presencia en estos datos, puesto que a las audiencias hay que sumarle los 28,4 millones de tweets que se enviaron -un 14% más que en 2014-, más los 65 millones de mensajes en Facebook referentes al partido por el campeonato nacional -30% más que un año atrás-.

El aumento sigue año tras año. La Super Bowl de 2014 registró 112,2 televidentes, la de 2012 quedó cifrada en 111,3, y la de 2011, en 111 exactos. Pero no solo se gana audiencia cada año con el partido. También el espectáculo del descanso tiene más espectadores, y en este 2015, el colorido e innovador show de Katy Perry, Lenny Kravitz y Missy Elliott fue visto por 118,5 millones de personas, tres millones más que los que vieron a Red Hot Chili Peppers y Bruno Mars en 2014.

También el último partido de la temporada es un negocio redondo para las televisiones. El anuncio más caro del año en los Estados Unidos es el primero en emitirse en la pausa entre las dos mitades del juego, superando al primer anuncio del año. El anuncio más barato durante ese tramo cuesta alrededor de 100.000 dólares.

Los datos de audiencia de la NFL quedan aplastantemente magnificados cuando se ponen en comparación con las otras tres grandes ligas estadounidenses. La MLB ha sufrido un receso en el interés del aficionado medio, y las cifras se han venido viendo reducidas desde finales de los 80 y principios de los 90.

Por ejemplo, las Series Mundiales de 1978 entre dos equipos históricos como Yankees y Dodgers, que representan a las dos grandes ciudades del país (Nueva York y Los Angeles), mantuvieron a 44,27 millones de personas frente a las pantallas. Por el contrario, el San Francisco Giants - Detroit Tigers de 2012 “solo” enganchó a 12,7 millones, mientras que las últimas finales, en 2014, enfrentaron a Giants y Royals con una media final de 13,8 millones, tercera peor de la historia.

Cuando las franquicias que se dan cita en la eliminatoria final proceden de ciudades con gran tradición beisbolera o con un cuantioso número de habitantes, las audiencias se disparan. Nueva York (Yankees), Boston (Red Sox), Los Angeles (Dodgers), San Luis (Cardinals), Philadelphia (Phillies) y Miami (Marlins), entre otros, son los equipos que más gente congregan frente al televisor. Las Series Mundiales con más seguidores en este siglo XXI fueron las de 2004: 25,4 millones vieron a los Red Sox firmar una de las postemporadas más extraordinarias de la historia de este deporte y barrer a los Cardinals por 4-0 en las finales.

El show de Katy Perry. (Foto: CDN)

En la NBA, las audiencias rondan las cifras de la MLB, pero tremendamente lejos de la NFL. Las finales más vistas en la última década fueron hace dos meses, con 19,94 millones, datos que no se registraban desde 1998. La anterior mejor marca del siglo contemporáneo la guardaba 2001, con 18,9 millones que vieron a un imperial Shaquille O’Neal y a sus Lakers batir a los Sixers de Philadelphia. El sexto partido de 2015 encontró el máximo de toda la eliminatoria, con 23,25 millones, más del doble que en las primeras finales de LeBron James con los Cavaliers, allá por 2007. Los ’90 son aún referencia en este campo, puesto que Michael Jordan encandiló a todo el país con su magia y dominio indiscutibles sobre la cancha y la media no bajó de 25,2 millones.

El hockey sobre hielo es el que se queda más atrás de los cuatro. En las Stanley Cup Finals de 2015 -segunda más vista después de la de 2013-, ocho millones vieron a los Blackhawks de Chicago levantar el trofeo en sexto partido. Fue el partido de hockey más visto en la historia de Chicago, y el segundo en Tampa. La eliminatoria registró una media de entre seis y siete millones en territorio estadounidense.

Sorprende significativamente el bajón dado en Canadá, país donde el hockey es casi como una religión, pero tuvo unas audiencias muy pobres: las finales coincidieron con la participación de Canadá en el Mundial femenino de fútbol, del que eran anfitriones, y con una buena racha de victorias de los Toronto Blue Jays (MLB). Desde 2003 no generaba tan poca expectación el hockey en el Gran Norte Blanco.

Plantillas amplias, alto límite salarial

Cuando no hay competición, es habitual que cada equipo de fútbol americano contrate un gran número de jugadores a los que tener a prueba en los entrenamientos para posteriormente decidir si se quedan con ellos o no. Así pues, en la pretemporada puede haber hasta más de 90 jugadores en una sola plantilla, pero hay que irlos probando y cortando porque al empezar la temporada, el máximo es 53. La distribución de posiciones se hace según elija el equipo y su entrenador, quedando a su voluntad si tiene dos quarterbacks o cuatro, tres running backs o siete, más o menos hombres en los equipos especiales, etc. Este número choca frontalmente, por ejemplo, con la NBA, donde el máximo son 15.

El actual límite salarial en la NFL entró en vigor el pasado 10 de marzo de cara a la apertura del mercado de agencia libre en esta temporada que arrancará en los próximos días. Quedó establecido en 143,28 millones de dólares, y, además, los equipos pueden usar espacio no empleado en 2014. La campaña anterior, el máximo era de 138 millones. Existe la obligación por parte de los equipos de gastar al menos un 89% hasta 2020, a excepción de la 2016/17. Si no se cumpliese, se le daría lo que falte a la NFL Player Association –asociación de jugadores de la NFL-, que lo usaría como le viniese en gana. En el aspecto colectivo, el porcentaje que hay que gastar asciende hasta el 95% al menos.

Aaron Rodgers. (Foto: Aymsports)

El tope salarial fue implantado en 1994, y era inicialmente de 34,6 millones. En 2009, con el antiguo convenio, se alcanzaron los 129. Bajó hasta los 123 en 2013, pero volvió a subir diez millones más un año más tarde, y ahora en 2015 es exactamente de 143,28, lo que supone 20 más que hace dos años. Pronto y a este ritmo, los 200 millones serán una realidad. Como hay equipos que tienen que gastar para cumplir con la norma del 89%, habrá jugadores sobrepagados, jugadores de segunda línea que cobrarán como si fueran de primera línea, contratos aún más alto. Los jugadores reciben entre el 47 y 48,5 de las ganancias, incluyendo el 55% de los contratos televisivos de la liga, el 45% de las propiedades de la liga y el 40% de las ganancias locales, según publicó la ESPN.

Esta cifra vuelve a superar ampliamente al resto de deportes que centran la atención del aficionado norteamericano. El límite salarial en la NBA es de 63 millones de dólares, y en la NHL está en 71,4. El cuarto en discordia, la MLB, no tiene límite salarial, por lo que las diferencias son mayores.

El salario mínimo para los jugadores es de 420.000 dólares, el más bajo de las cuatro grandes ligas (550.000 NHL, 507.000 NBA y 500.000 MLB). En cambio, hay matices: el mínimo que puede percibir por temporada un veterano que lleve en la liga entre siete y nueve temporadas es de 870.000, y si lleva diez o más años al máximo nivel del fútbol americano, 970.000 dólares. El sueldo medio sigue el mismo patrón: dos millones de dólares, también la menor cifra de entre sus competidores. Contrasta con los 2,58 de la NHL, 3,82 de la MLB y 4,9 de la NBA.

En 2013, el quarterback de los Green Bay Packers, Aaron Rodgers, firmó una extensión de contrato por 110 millones en cinco años y una media de 22, superando los 20,1 de Joe Flacco y su acuerdo de 120,6 en seis años con los Baltimore Ravens. Además, Rodgers recibió 35 millones de bono por firmar su renovación. En este 2015, el considerado por muchos como mejor mariscal de campo de toda la competición y ganador de un anillo (Super Bowl XLV) recibirá 9,5 millones de bono de roster garantizado, un millón de salario base, 500.000 por su trabajo y 600.000 de bono de roster pagado por cada partido. Ese bono garantizado se incrementará hasta los 19,8 y los 20 millones que recibirá en 2018 y 2019, respectivamente.

Según la lista Forbes, de los 100 atletas mejor pagados, 30 juegan en la NFL. Entre ellos destacan los protagonistas, los que deciden los partidos con su puntería: quarterbacks como Drew Brees, Peyton Manning, Joe Flacco, Tom Brady, Tony Romo y el propio Aaron Rodgers.

Los santuarios de la NFL

La NFL se disputa, al igual que la MLB y a diferencia de NBA y NHL, al aire libre. Los estadios son capaces de albergar a un gran número de aficionados. Cada franquicia va poco a poco remodelando sus recintos, adaptándolos a las necesidades de modernidad los tiempos que corren y la gran demanda de los aficionados, que llenan todas las localidades en prácticamente la totalidad de la temporada. Los estadios de la NFL son los siguientes, la mayoría patrocinados por empresas de diferentes sectores:

Cowboys Stadium (108.731 espectadores), FedEx Field (91.704), MetLife Stadium (80.242), Arrowhead Stadium (79.101), EverBank Field (76.867), Sports Authority Field at Mile High (76.125), Dolphin Stadium (74.916), Ralph Wilson Stadium (73.967), Bank of America Stadium (73.298), Cleveland Browns Stadium (73.200), Lambeau Field (72.928), Mercedes-Benz Superdome (72.003), Reliant Stadium (72.000), Georgia Dome (71.149), Qualcomm Stadium (70.561), Levi’s Stadium (71.139), M&T Bank Stadium (70.107), LP Field (68.804), Gillette Stadium (68.756), Lincoln Financial Field (68.532), CenturyLink Field (67.000), Edward Jones Dome (66.965), Raymond James Stadium (65.647), Ford Field (65.000), Heinz Field (64.450), Hubert H. Humphrey Metrodome (64.035), University of Phoenix Stadium (63.400), Oakland-Alameda County Coliseum (O.co Coliseum, 63.026), Lucas Oil Stadium (63.000) y Soldier Field (61.500).

The Duke y el legado de los Mara

El balón que se emplea en los partidos es conocido como The Duke en honor a Wellington Mara, propietario de los Giants de Nueva York durante 46 años -desde 1959 hasta su fallecimiento en 2005- y ligado a la entidad durante 81 años. Fue llamado en honor al Duque de Wellington por parte de Tim Mara, fundador de la franquicia neoyorkina en 1925. El balón es de la marca Wilson, fruto del acuerdo que el propio Tim Mara, junto con George Halas -histórico jugador, entrenador y propietario de los Chicago Bears-, alcanzó con la empresa en 1941. El apodo de The Duke se lo pusieron a Wellington Mara los jugadores de los Giants, con los que tenía una relación cercana cuando era niño debido a que era uno de los recogepelotas del equipo, aparte de ser hijo del dueño.

The Duke fue empleado en la liga desde 1941 hasta 1969, y a partir de 1970 se empezó a usar un balón también Wilson, pero con un nuevo diseño y sin nombre oficial. Tras la muerte de Wellington Mara en octubre de 2005, se volvió al nombre original a partir de 2006, y se mantiene hasta la actualidad. Con su forma ovalada, está hecho de cuero y doble cordón para reforzar su textura y control, y tiene el logo de la NFL en negro y dorado colocado en la parte central. A la izquierda, en negro, la marca y el nombre del balón, y a la derecha la firma del Comisionado, Roger Goodell.

Repartidos por casi todo el país

Sólo hay una franquicia que haya cumplido 100 años desde su fundación. Son los Arizona Cardinals, que, pese a que ni empezaron denominándose así ni ubicándose en el emplazamiento actual, son el único equipo fundado en el siglo XIX que compite en la NFL. Hubo que esperar más de dos décadas para que aparecieran los dos siguientes: una vez acabada la Primera Guerra Mundial, en 1919, se crearon los Green Bay Packers y los Chicago Bears, que mantienen una de las grandes rivalidades de la competición. New York Giants (1925) y Detroit Lions (1929) se sumaron a la lista, y menos de un lustro después llegaron Washington Redskins (1932), Pittsburgh Steelers y Philadelphia Eagles (1933). St Louis Rams, Cleveland Browns y San Francisco 49ers aparecieron posteriormente, en 1936 los primeros y en 1946 los otros dos.

Distribución de los equipos en EEUU. (Foto: NFL)

Una vez entrada la segunda mitad del siglo XX, entraron en escena Indianapolis Colts (1953), Buffalo Bills, New England Patriots, Tennessee Titans (1959), New York Jets, Denver Broncos, San Diego Chargers, Kansas City Chiefs, Oakland Raiders, Dallas Cowboys (1960), Minnesota Vikings (1961), Atlanta Falcons (1965), Miami Dolphins (1966), New Orleans Saints (1967), Cincinnati Bengals (1968), Seattle Seahawks (1975), Tampa Bay Buccaneers (1976), Carolina Panthers (1993), Jacksonville Jaguars (1995) y Baltimore Ravens (1996). Ya en el siglo XXI llegó el último equipo, los Houston Texans, fundados en 2002.

De este modo, 22 de los 50 estados del país tienen representación en la NFL. Florida y California tienen tres cada uno. Hay otros seis estados con dos equipos cada uno: Maryland, Missouri, Nueva Jersey, Ohio, Pennsylvania y Texas. Con uno, Arizona, Nueva York, Massachusetts, Indiana, Tennessee, Colorado, Wisconsin, Michigan, Illinois, Minnesota, Georgia, North Carolina, Louisiana y Washington. Casos curiosos son los Washington Redskins, que no juegan en el estado homónimo sino en la ciudad capitalina, situada en el estado de Maryland, y tanto New York Giants como New York Jets, que no juegan en el estado de Nueva York, sino en el de Nueva Jersey, mientras que los únicos que sí juegan en territorio estatal neoyorkino son los Buffalo Bills.

Solo se recuerda al campeón

Hablar de Vince Lombardi es hablar de fútbol americano en estado puro. Es oler a césped fresco recién cortado, sentir el aliento de los aficionados, enfundarse el casco y salir a dar guerra. Una de las figuras más importantes en la historia de este deporte, que se enfrentó a los ideales de sus padres, que querían que fuese sacerdote, para seguir la pasión de un balón ovalado y un grito de touchdown.

Fue entrenador de los Green Bay Packers entre 1959 y 1967 y les llevó a la conquista las dos primeras Super Bowl de la historia: 35-10 sobre los Chiefs y 33-14 ante los Raiders, de la mano del quarterback Bart Starr. Además, ganó cinco campeonatos de la NFL con el antiguo formato, y su marca total -temporada regular y postemporada- se quedó en 105 victorias, 35 derrotas y seis empates.

Lombardi, un referente en la historia de la NFL. (Foto: CBS)

El carácter ganador de Lombardi es lo que le hizo famoso, así como frases y discursos pronunciados para estimular a sus jugadores y en virtud del espíritu triunfador. Ha dado lugar a varias películas y obras de teatro que resaltan su figura. Pese a ello, perdió la batalla contra el cáncer en 1970, y desde entonces da nombre al trofeo que se lleva el equipo ganador de cada Super Bowl: Trofeo Vince Lombardi.

De Joe Montana a Tom Brady

Brady y Montana. (Foto: ESPN)

Hablar de Montana y Brady es hacerlo de dos de los mejores quarterbacks que ha dado la NFL en sus 90 años de historia. Probablemente nunca bajarán del top-10, pero es seguro que nunca existirá ningún aficionado a este deporte que no les conozca. Las similitudes entre ambos son extraordinarias: más allá del estilo de juego, las cifran que ambos registraron quedarán patentes para siempre.

Con Montana, los 49ers lograron cuatro de los cinco anillos que tienen. El de Pennsylvania fue elegido tres veces MVP de la Super Bowl, además de haber cosechado ocho selecciones al Pro Bowl, siete ocasiones All-Pro, 273 pases de touchdown, 139 interceptaciones recibidas y 92,3% de eficacia en el pase.

Brady, que aún sigue en activo, ha sido protagonista en los cuatro Lombardi de los Patriots. Además, tres veces MVP de la Super Bowl, diez seleccones al Pro Bowl, dos ocasiones All-Pro, 392 pases de touchdown, 143 interceptaciones recibidas y 95,9% de eficacia en el pase. De pequeño, era aficionado a los 49ers e iba al estadio solo para ver a su ídolo, Joe Montana. Y pese a que en la escuela secundaria parecía decantarse por el beisbol, la Universidad de Michigan lo cambió todo y le empujó a dedicarse al fútbol americano.

Los Steelers hacen honor a su nombre

Los Pittsburgh Steelers, con seis Super Bowl, dominan con puño de acero (en inglés, steelers significa acereros) el palmarés de los equipos más laureados en la NFL. La década de los ’70 fue muy prolífica para ellos, puesto que salieron vencedores en 1975, 1976 y 1979, además de 1980. Los dos últimos títulos, ya con ‘Big Ben’ Roethlisberger como mariscal de campo, llegaron en 2006 y 2009. Tuvieron la ocasión de ganar un séptimo trofeo, pero los Packers de Aaron Rodgers se lo impidieron en 2011 con un ajustado 25-31.

Dallas Cowboys y San Francisco 49ers ocupan el segundo lugar en esta lista, con cinco trofeos. Los de la estado de la estrella solitaria fueron el equipo a batir en los 90, cuando juntaron un equipo temible con Emmitt Smith como running back, Troy Aikman lanzando y hombres como John Gesek, Charles Haley, Tony Tolbert y Ken Norton Jr, entre otros, que formaron un conjunto sólido dirigido por Jimmy Johnson. Por su parte, los californianos vivieron la época de los 80 como la de su máximo esplendor. Bajo el manejo sobre el tapete de Joseph Clifford “Joe” Montana Jr, los Niners se llevaron a sus vitrinas cuatro Super Bowl (1981, 1984, 1989 y 1990) de forma incontestable.

Patriots, Packers y Giants, con cuatro títulos cada uno, les siguen. De la mano de Tom Brady, los de Nueva Inglaterra son el equipo por excelencia de este siglo XXI, y han conseguido todos sus éxitos a partir de 2002. Los empacadores, tras el legado que les dejó Vince Lombardi en las dos primeras ediciones, han repetido campeonato dos veces más (1997 y 2011). Pese a que la Gran Manzana se divide entre Giants y Jets, son los primeros los que tienen mayoría de seguidores, en parte por los dos Super Bowl que Eli Manning ha arrebatado heroicamente a los Patriots en los últimos siete años, y que se suman a los conseguidos en 1987 y 1991.

Raiders y Redskins se colocan con tres, mientras que Dolphins, Broncos, Colts y Ravens tienen dos. Rams, Chiefs, Bears, Jets, Saints, Buccaneers y más recientemente los Seahawks, cierran la lista de campeones con uno por franquicia. Los 13 equipos restantes nunca han saboreado las mieles del triunfo ni pueden presumir de contar con un Trofeo Vince Lombardi en sus vitrinas, pero al menos nueve de ellas sí han estado presentes en al menos una Super Bowl. En cambio, Browns, Lions, Texans y Jaguars jamás han logrado llegar al partido definitivo. Como curiosidad, los Buffalo Bills llegaron a cuatro Super Bowl consecutivas entre 1991 y 1994, y las cuatro las perdieron (dos ante Cowboys, una contra Giants y otra a manos de Redskins).

Haley, con sus cinco Lombardi. (Foto: Niners)

Haley, una mano entera brillante

Charles Haley es, hasta la fecha, el jugador con más anillos de la NFL en su poder (cinco). El linebacker formó parte de los mejores 49ers y de los mejores Cowboys en los 80 y 90, respectivamente. Fue elegido por los de San Francisco en la cuarta ronda del draft de 1986, y permaneció con ellos hasta 1991, siendo titular a partir de 1988 en la zona defensiva izquierda. Su contundencia atrás le hizo ser elegido como mejor defensor del año en 1990. Tras una confrontación verbal con el entrenador, George Seifert, y una pelea física con el quarterback, Steve Young, Haley fue traspasado a los Cowboys. En Dallas, jugó como defensive end en la derecha y volvió a ganar el trofeo al mejor jugador defensivo del año.

Las lesiones le forzaron a una pronta retirada, quedando en su haber un registro de 100,5 sacks, dos interceptaciones -de nueve yardas retornadas- y ocho recuperaciones tras fumble que logró convertir en nueve yardas y un touchdown, así como cinco apariciones en el Pro Bowl, dos veces nombrado en el NFL All-Pro y, destacando por encima de todos, sus cinco anillos de campeón. Desde el pasado 8 de agosto es miembro del Salón de la Fama de la NFL.

La dinastía Manning continúa

La familia Manning es una familia de fútbol. Pero no del ‘soccer’, sino del americano. Archie Manning fue quarterback de los New Orleans Saints durante la década de los ’70 y principios de los ’80. No lo hizo demasiado bien, puesto que el equipo estuvo nueve temporadas terminando con balance perdedor con él al lanzamiento. Recibió 340 sacks durante su periplo en Louisiana, y terminó su carrera en Houston y Minnesota. Se retiró con un bagaje de 125 touchdowns y 173 interceptaciones recibidas, así como una eficacia en el pase del 55,2% y un total de 23.911 yardas. Pero la mejor contribución de Archie Manning a la NFL no la hizo como jugador, sino como padre, puesto que fruto de su matrimonio nacieron Peyton Manning y Eli Manning, mariscales de campo de los Denver Broncos y New York Giants en la actualidad, respectivamente.

Con 525 touchdowns, 97,8% en la eficacia de pase y un total de 69.641 yardas, Peyton ha superado con muchísima diferencia los registros de su padre. Campeón de la Super Bowl XLI con los Indianapolis Colts, es, desde octubre de 2014, el QB que más pases de touchdown ha dado en la historia de la NFL. Suma 14 elecciones al Pro Bowl, siete All-Pro, cinco veces MVP de la temporada regular, un MVP de la Super Bowl y dos veces mejor jugador ofensivo del año. A sus 39 años, intentará liderar a los de Colorado hacia la edición número 50 del partido por el título, y despedirse a lo grande.

Eli Manning es cinco años menor que Peyton. Aún así, también es titular en la NFL, y de hecho, tiene más anillos de campeón que su hermano. Concretamente dos, los conseguidos en 2008 y 2012, ambos ante los Patriots de Tom Brady. Eli se hizo grande en ambos encuentros pese a que su equipo no partía en absoluto como favorito, y rompió con todas las estadísticas, llevando el apellido Manning nuevamente a la boca de todos los aficionados. Dos pases de touchdown en su primera Super Bowl y una remontada de 12 puntos en la segunda fueron su acreditación ante el panorama deportivo mundial.

Las dos Super Bowl más distintas

La Super Bowl XXIV (1990) no tuvo historia alguna. Con una brillante actuación, Joe Montana lideró a los 49ers hacia una cómoda victoria por 55-10 ante los Broncos de Denver. El quarterback firmó 22 de 29 pases completos para un total de 297 yardas y cinco touchdowns, actual récord en el partido por el título. También ese día lanzó 13 pases consecutivos sin fallo, lo que es la marca a batir hoy en día igualmente. Al descanso ya se fueron los Niners con 21 puntos de ventaja (27-3), lo que hacía presagiar que el Lombardi viajaría hasta California. Esos 45 puntos de diferencia final son la mayor distancia en el marcador entre los dos contendientes en la historia de la Super Bowl.

Curiosamente, un año después se dio el caso opuesto. Giants y Bills protagonizaron la que hasta ahora es la menor diferencia en un partido por el campeonato de la NFL. Los neoyorkinos se impusieron por 20-19, gracias a que Otis Anderson y Thurman Thomas neutralizaron la ventaja con la que los de Buffalo habían llegado al entretiempo. Matt Bahr, con un gol de campo de 21 yardas, puso por delante a los Giants, pero Scott Norwood tuvo la oportunidad de devolverle el golpe a su rival del mismo modo en la última acción del juego. Pero falló desde 47 yardas, los de Bill Parcells se alzaron con su segundo Lombardi.