Parece que estamos asistiendo al final de la estancia de los Coyotes en el estado de Arizona, el último capítulo de una ya larga historia de suspense los inicios de la cual nos llevan al cambio de identidad de la franquicia, dejando atrás el único, extravagante y original logo anterior por la actual combinación de colores y gráficos más adaptados a los tiempos modernos.
Siempre con el eco de ser una franquicia en un lugar poco propenso al hockey como es la siempre árida zona de Arizona, los Coyotes han sobrevivido desde 1996 pese a resultados pobres, un pabellón con poco público (peor promedio de público en 2011/12 y 2013/14), declararse en bancarrota en 2008, la posterior compra del equipo en 2013 y las constantes y repetitivas noticias llegadas de Las Vegas y Seattle, entre otras ciudades, muy dispuestas a alojar una franquicia de la NHL.
Todo apunta a que el último disparo a la franquicia podría ser letal, ya que los políticos electos de la ciudad de Glendale están buscando métodos legales para terminar el contrato de quince años que la ciudad firmó con la organización por el que una parte del dinero público recaudado con impuestos fuera destinado al equipo para gestionar el estadio Gila River Arena, donde los coyotes disputan sus partidos como locales. Sin este apoyo de la ciudad de Glendale y sus ciudadanos, el equipo catalogado por muchos como un pozo sin fondo de dinero, aumentaría sus pérdidas, lo que hace una nueva venta de la franquicia muy factible en un horizonte más bien cercano.