La fuerza de la transición

La Selección Argentina cayó ante Brasil en China y nunca pudo levantarse. Productivo arranque aunque con ausencia de equilibrio, se observaron falencias defensivas que pudieron dar lugar a una derrota mayor.

La fuerza de la transición
Foto: Olé
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Por Patricio Enriquez

La Selección Argentina continúa en su nuevo andar. Renovada en cuanto a nombres y táctica, aunque contando con un sistema similar, enfrentó a Brasil con la idea de tomar como base lo hecho contra Alemania y crecer a partir de ahí.

Gerardo Martino dispuso de su habitual 4-3-3, incluyendo a Roberto Pereyra como volante interior, junto con Ángel Di María en el sector opuesto y con Javier Mascherano como eje. En ataque, Lionel Messi como extremo con el perfil invertido; en la otra banda, Erik Lamela; y Agüero, por el centro.

El comienzo de las sociedades

El seleccionado se manifestó en el campo de juego de manera dinámica, explotando conexiones. El juego se inclinó sobre el sector derecho y allí arrancó Lionel Messi, de extremo por aquella zona, haciendo el dos-uno con Pablo Zabaleta, al momento de lanzarse en ataque. En pasajes, Roberto Pereyra se mostraba por el medio para participar en un triángulo por la derecha. Rotaciones y movimientos constantes. Lamela, un rato abierto; otro, libre por la zona media.

Las triangulaciones solían desembocar en el 'Kun', errático a la hora de dar el toque final. Argentina crecía en juego e imponía superioridad en tres cuartos de cancha, empujando a Brasil a su propio área. Situaciones para convertir hubo desde los seis segundos y todo parecía indiciar un buen momento del equipo.

El declive

El fondo argentino no se veía, hasta que lo vieron todos con la desatención entre Pablo Zabaleta y Federico Fernández, que culminó en un tibio remate que Sergio Romero no pudo contener. No estaba firme el equipo del 'Tata' y ni Messi pudo tapar con una mano el marcador fallando su penal (que no fue).

Perdió fuerza la albiceleste. Las comunicaciones comenzaron a entrar en intermitencia y las individualidades estaban ya más sostenidas por los brasileños, quienes aprovecharon escalando por el sector donde antes Argentina explotó. Pereyra se sintió más cómodo en los desbordes, casi actuando de Zabaleta, ya sin sorprender. El 'Tucu' empezó a sentir la presión en el mediocampo y fue absorbido.

Pereyra se mostró; luego, luchó. Foto: Olé

Messi, por su parte, arrancando desde ese sector sufrió la previsibilidad de sus acciones, obligado a perfilarse para su zurda y encontrándose con la firme respuesta amarilla. Eso sumó mayor confianza en el rival, Argentina, abierta en defensa, tímida en mitad de cancha y ya sin ser dueña de los avances.

Desconectado

De esa manera estaba el equipo en todas sus facetas. Cuando se perciben cambios, algo no está bien, y más aún cuando son dos (los ingresos de Gonzalo Higuaín y Javier Pastore, por 'Kun' y 'Coco'). Si bien se apostó a nuevos aires ofensivos, el retroceso y, posteriormente, la respuesta en línea defensiva, resultaron frágiles, tanto en centrales como en los laterales.

Argentina fue dominada. Sufrió a Neymar en la transición ataque-defensa y no logró hacer pie en los metros decisivos para el contrario. Hasta por arriba, en una misma jugada, la defensa perdió dos veces y terminó en el 2-0. Opaca. Tenue en ataque, con la jerarquía posada solamente en los nombres de arriba, nada fue como en el principio. ¿Sociedades? Fueron sustituidas por intentos individuales, hasta que Messi se vio obligado a buscar de media distancia, sin éxito. Todo fue desequilibrio.

La Selección se sostenía en su insistencia por buscar el arco rival como podía, apurada, aunque encontraba la ineficacia, que no estuvo siquiera en los buenos primeros tramos. Sin embargo, el fondo siempre fue promesa de goleada, quebrado y sin dar garantías en el mano a mano.

Seguramente el equipo sufra esta transición de renovaciones, sobre todo en la mitad del campo y por momentos en ataque, pero se deberá trabajar en defensa, no solo en nombres sino en funcionamiento, organización y velocidad de interpretación. La transición de etapas en el terreno de juego reflejó errores; la transición de una era tratará de corregirlo.