Tomando en cuenta los ocho enuentros disputados por Nelson Vivas el saldo es más que positivo. Son cinco encuentros ganados (tres de local y dos de visitante), uno empatado (ante Tigre, 1-1) y dos perdidos (en la primera fecha, ente Lanus, de local; y ante Huracán) los que lleva el entrenador comandando al León.

Pero además de los resultados hay que dejar en claro que podríamos ir más allá con la lupa y además de la cuestión anterior a analizar está la de las aparicones juveniles, donde Vivas depositó una gran confianza y no le tembló el pulso de hacer ingresar juveniles ante lesiones de titulares.

Ascasibar, Quintana, Diarte figuran entre los hallazgos del ex entrenador de Quilmes a quién nadie hubiera siquiera apostado a que su rendimiento arrojara los resultados explicitados. Aquí también radica el mérito del ex mundialista.

Apuntar incorporaciones como Solari, Sánchez y Viatri a priori formaba parte de un analisis apurado y permitía dudas en el periodismo local y el hincha del León. Su labor fue más que acertada, hasta el moento, encontrandole el lugar a cada intérprete.

Pero el logro mayor fue imprimirle, rápidamente su sello, la llegada al jugador fue directa. La interpretación, a pesar de que los primeros partidos no fueron tan derechos, fue muy veloz al trabajo de un cuerpo técnico nuevo.

Cabe destacar que hoy es dificil afrontar los partidos volcado netamente hacia ir ciegamente para adelante, hay que readaptarlo a un fútbol muy físico. El argentino lo es. Por eso Vivas, chocando contra una pared en los primeros partidos retomó lo sucedido en el verano con un equipo que cuando defiende comprime con una presión centrífuco y cuando corta la pelota, centripeta los movimientos conquistando espacios hacia afuera.

Deberá seguir apostando a su personalidad y al espiritú ganador el cual le sirvió para tomar desiciones tan importantes. El equipo habla mucho de su entrenador, en todos los sentidos, y en este caso citado dicho calsa justo con el contexto.