Sonó el pitido final y Messi se sacó con mucha bronca la cinta. La frustración fue el reflejo en las caras de todo el equipo, que nunca logró hacer pasar dificultades a una Islandia que siempre supo a lo que debía jugar. Algo que en Argentina, todavía no parece tener aprendido.

Desde el primer pitazo, el del inicio del partido, ya se veía cuál iba a ser el desandar del encuentro. Toda Islandia a la espera, en su medio campo, cediéndole completamente la pelota y el protagonismo al equipo argentino. El tándem del centro del campo islandés, el capitán Gunnarsson y Hallfreðsson, ya desde el primer minuto de juego, estando bien cerca de Messi.

En los primeros minutos, el equipo argentino se redujo a mover la pelota con criterio y calma. Los centrales Rojo y Otamendi se volvieron frecuentes pasadores, asociados constantemente con el doble 5 del mundial pasado, conformado por Biglia y Mascherano.

Así transcurría parsimoniosamente el partido, hasta que sorprendió Rojo llegando muy cerca del área "vikinga" y disparando a portería, que fue sin mucha potencia y desviado, pero fue a parar a los pies de Agüero, que rebotando corto y girando la columna, con un potente zurdazo la mandó a guardar, en lo que fue su primer gol en un Mundial (de Mayores).

Corrían 20 minutos, y el panorama era justo el que Islandia quería evitar: un gol temprano que le facilitara las cosas a Argentina. Sampaoli festejaba, brazos en alto, puños cerrados, grito de desahogo.

Poco, muy poco duró la calma. Entró al área Sigurðsson por izquierda pegándole al arco, Rojo no logró contener el remate, Caballero se estiró a taparla como pudo ante el sorpresivo remate y dejó el rebote al centro del área, que pasó por las caras de Otamendi y Salvio que no pudieron despejarla, y le quedó servida a Finnbogasson, que hizo el gol con el arco solo. Nada más que cuatro minutos habían transcurrido del gol argentino.

El primer tiempo cerró sin mayores sucesos. No pudo Argentina romper nuevamente las dos líneas de cinco que planteó defensivamente Islandia, ante un Messi que se notaba ya frustrado.

El segundo tiempo empezó como terminó el primero. Argentina con el control absoluto de la pelota, Islandia a la espera en su campo, con los dos volantes centrales siempre rodeando a Messi, para incomodarlo cuando recibiera el balón. Banega entró en reemplazo de Biglia, intentando romper un poco con la parsimonia del partido.

Pero de todas formas se las arregló Messi, como siempre, para darle un salto de calidad al conjunto celeste y blanco, que hoy jugó de negro. Transcurrían 17 minutos del segundo tiempo, y el 10 elevó un centro cruzado para Meza, que había entrado al área sorprendiendo a la defensa. Y antes de que el argentino de Independiente pudiera llegar a cabecear, el defensor lateral Magnússon lo trabó, provocando un claro penal, que fue sancionado inmediatamente por el árbitro polaco Szymon Marciniak.

En Messi caía la responsabilidad de poner nuevamente a Argentina en ventaja. Pero tampoco pudo ser. El remate fue hacia la izquierda del 10 sin mucha fuerza, a media altura, y tampoco estuvo muy esquinado. En síntesis, se dieron todas las condiciones de lo que pasó, el arquero islandés Halldórsson desviando el tiro.

Después, el partido desanduvo el mismo camino. Nuevamente Islandia a la espera, cediéndole completamente la pelota al combinado argentino (que terminó el partido con 752 pases, contra 208 islandeces),  que nunca dejó de depender de lo que a Messi se le pudiera ocurrir para cambiar el derrotero del partido. Tarde sacó Sampaoli a Di María por Pavón (75’), que nunca pudo hacer prevalecer su gambeta y su velocidad por sobre el buen criterio y marca de la defensa nórdica. Tampoco surtió efecto el cambio a cinco minutos del final de Meza por Higuaín.

La sensación es obvia. Un punto con sabor a poco, pero que tampoco es derrota. Sin embargo, se vuelve más necesario hacer mejor las cosas contra Croacia, que no va a plantear el mismo partido.