Corre el minuto 88 del partido. Argentina se encuentra abajo en el marcador tras una intensa batalla campal y tiene una de sus últimas oportunidades para rescatar siquiera un punto. Martínez cobra en corto un tiro libre de costado, el pase llega a un Espinoza fresco y sin marca, que avanza algunos metros y lanza un centro al corazón del área con control remoto. El suspenso congela la escena ante el peligro de una brillate ejecución. 

El balón termina en el fondo de la red, empujado por la desentendida -y por demás, afortunada- rodilla de Compagnucci, el líder de la defensa; encargado de ahuyentar toda intención contraria de acercarse a su área y con licencia para vulnerar la del contrincante en el momento indicado: cuando ya ni el espíritu es capaz de impulsar la reacción.

Explota el júbilo 'albiceleste'. Humberto Grondona, entrenador por herencia, más que por resultados, celebra de rodillas en el gramado del mítico Parque Central, escenario de la primera aventura mundialista,  mientras su grupo de colaboradores se une al regocijo conjunto entre titulares y suplentes, congregados en una pirámide humana sobre el anotador del gol. La imágen lo dice todo. Argentina, la potencia, la éterna favorita, festeja una igualdad tardía frente a una ampliamente superior Colombia.

Ciertamente, la selección del sur del continente tomó el resultado como una victoria, lo cual es apenas entendible con la exigencia del hexagonal y lo pareja que se pone la tabla al término de cada jornada (hoy tres selecciones lideran con cuatro unidades y la misma diferencia gol). No obstante, el empate también debería suponer un estímulo positivo para la 'Tricolor', en tanto el rendimiento fue, colectivamente, el mejor de todo el torneo.

Un arranque impreciso, con titubeos en el medio, opacó mínimamente una presentación que, de no haber sido por ese último embate, pudo haber dejado a los 'criollos' como candidatos de cara al título. Fueron diez los minutos del asedio gaucho, donde los pupilos de Grondona parecieron querer comerse vivo a su rival. De allí en adelante no hubo comentario que fuera ajeno a la solidez de la pareja Quintero-Sánchez o a la técnica de los que, desde el buen pie de Tello y Rovira, se encaminan hacia la elaboración ofensiva.

Colombia despertó de su narcosis inicial y se apoderó del encuentro, con mucha solvencia y fidelidad a la disposición táctica de Carlos 'Piscis' Restrepo, restándole así importancia a los Simeone y Correa (dies goles entre ambos) y erigiendo como figura a Batalla, el arquero de River Plate que aún no ha debutado oficialmente con su club, pero que ya es consciente del interés del Real Madrid en sus servicios.

El valor agregado llegó con la actuación de Barrera, un chico que esperaba la oportunidad para desmentir la afirmación de quienes lo creían ''mejor jugador como suplente'' y que, a su vez, confirmó su estatus como el comodín de la Selección; el que marca la diferencia con diez o con 80 minutos en cancha, el que sirve para enfriar un 1-0 a favor o para sacar de quicio al adversario y ampliar así la ventaja  Tras sus virulentas condiciones se contagian Santos Borré, Quiñones, Lucumí y los demás hombres de ataque. 

Todos ellos son la respuesta a la inseguridad, a la incertidumbre y a la pregunta que nos acompaña cada vez que vemos jugar mal a la selección absoluta o cuando la fortuna no coincide con los resultados: ¿quién hay en divisiones menores para estudiar alternativas? Con el proceso Pékerman en su apogeo y la ilusión puesta en una espléndida generación de futbolistas, los muchachos del Piscis son garantía para el momento en que, independiente del motivo, José Néstor necesite disponer de algún reemplazo.

Hace un par de días, el portal argentino Canchallena publicó una nota donde se expuso la ausencia de los 'cracks', las rutilantes figuras a las cuales estamos acostumbrados a ver en estas competiciones juveniles. Se añoraban la Argentina de Cavenaghi y Mascherano, la de Agüero y Di María; la Brasil de Pato o la de Neymar, la Chile de Vidal o la Uruguay de Cavani. Quizá Colombia ya no sea la de Falcao, Cardona, James o Quintero, por mencionar los últimos Sudamericanos, pero con Quintero, Barrera, Santos Borré y Lucumí, se puede estar tranquilo, que la cosa va por buen camino.