Desde que las cámaras comenzaron a capturar los momentos previos al inicio del compromiso, los jugadores dejaron en evidencia la ansiedad que los invadía desde que sellaron su pase a la gran final del campeonato más importante del mundo. Algunos quizá no pudieron dormir la noche anterior, mientras que otros soñaban que al despertar estarían levantando 6 kilos de oro y gloria en el Estadio Olímpico Luzhnikí.

Lahm fue el encargado de llevar el trofeo hasta el estadio. Fotografia: FIFA.

Los protagonistas de este momento épico, fueron los que más condiciones mostraron en un torneo extraño, donde muchos favoritos salieron rápidamente del camino y cada juego estuvo a la altura de la competición. De un lado, estaba el cuadro francés, que quería ganar su segundo título desde que se coronó de local hace 20 años, gracias a una actuación inolvidable de Zidane en la final contra Brasil.

El otro onceno era la sorprendente selección de Croacia, que nació después de que el país se independizara de la extinta Yugoslavia en 1991. Esta era su primera final, pues siempre cayó en primera ronda, con excepción de Francia 1998, cuando fue guiada por los goles de Davor Suker hasta el tercer puesto en su primera Copa del Mundo, la misma que vio campeón a su rival de hoy.

La contienda inició pareja, con dos equipos que se respetaban y de a poco se analizaban. Sin embargo, al minuto 18 hubo falta a favor de los franceses, y el centro de Griezmann fue peinado por Mario Mandzukic, quien en propia puerta abrió el marcador del partido, poniendo a Croacia a salir desde el fondo, como pasó contra Dinamarca en octavos, Rusia en cuartos e Inglaterra en la semifinal.

De esta manera, Mandzukic se convirtió en el primer jugador de la historia en marcar un autogol en la final de un Mundial. Además, Rusia 2018 alcanzó la cifra de 12 goles en contra, siendo la cita orbital con más tantos en propia puerta en todos los tiempos.

El gol de Francia cambió la estrategia de juego para los dirigidos por Dalic, pues ahora debían irse a la ofensiva, jugando con la defensa adelantada y buscando un error que los catapultara hacia el empate.

Y ese esfuerzo tuvo su recompensa muy pronto, al minuto 27, cuando una nueva pelota parada hizo que el balón quedara en el área francesa y, después de varios cabezazos, Perisic la tomó al borde del área y en un remate de zurda superó el arco de Lloris, quien solo pudo ver cómo se igualaban las acciones en Moscú.

El ritmo del partido no bajó, pues los 22 jugadores en campo eran conscientes de lo que estaban jugando en cancha y arriesgaban al máximo sus cartas, a la espera de un error del rival, que en este caso fue de Croacia, pues una mano de Perisic en su área significó, después de que Pitana revisara el VAR, un penal a favor de los de Deschamps que Griezmann convirtió en una nueva ventaja para su combinado.

Griezmann marcó de penal su cuarto tanto del campeonato. Fotografía: Getty Images.

Con ese vaivén de jugadas terminó la primera mitad, la única con tres goles desde que Alemania llegó al descanso venciendo 2-1 a los Países Bajos en 1974.

Los primeros cinco minutos de la segunda parte, demostraban que la charla técnica de los croatas los había impulsado para buscar a toda costa el empate, mientras que Francia salió insegura, en medio de un letargo que le impedía sostener el balón y hacerle frente al peligro ofensivo que representaban sus rivales.

Por eso, el técnico Dechamps decidió ingresar a N’Zonzi por Kanté al minuto 54, con la intención de que el hombre del Sevilla le diera una salida más limpia desde el fondo a su combinado y le devolviera a Francia la ambición ofensiva que se había perdido desde que Griezmann anotó el 2-1.

A falta de media hora para el final, Pogba salió desde atrás, le entregó el balón a Mbappé, el del PSG se lo entregó a Griezmann y el del Atlético de Madrid se la regresó a Pogba, quien desde afuera del área disparó de derecha, quedó el rebote, y lo cazó de zurda para hacer inútil cualquier intención de Subasic por evitar el gol.

Ese tanto desmoronó a los croatas, que habían hecho un partido limpio hasta el momento e incluso habían estado cerca del empate. Y todavía faltaba más, pues al 64’ Mbappé la tomó también desde afuera y la envió al rincón del arco, sentenciando su Mundial soñado con apenas 19 años.

Mbappé fue el autor del 4-2 a favor de Francia. Fotografía: Getty Images.

Pero no todo estaba acabado para la valiente selección de Croacia, que quería recortar las distancias al máximo en una final llena de goles; fue así como Lloris cometió un error garrafal en su área, le entregó el balón a Mandzukic y el delantero marcó el 4-2 en el marcador.

Sin embargo, ni siquiera el envión anímico del tanto de Mario Mandzukic pudo cambiar la historia en el campo de juego: Pitana decretó el final y la escuadra francesa celebró un merecido título, el segundo Mundial en su historia.

Fotografía: Getty Images.