Aparecen en infinidad de fotografías de momentos históricos de la NBA. Son coprotagonistas de algunos de los videos más reproducidos del deporte y testigos de excepción de cómo ejercía su dominio uno de los mejores atletas de todos los tiempos. Intentaron evitar con denuedo que esas jugadas pasaran a la historia teniendo nombre propio echando mano de todos los fundamentos defensivos de los que dispone el baloncesto y en ocasiones hasta de los pugilísticos, pero una y otra vez acababan inevitablemente saliendo en la foto, con el gesto desencajado mezcla del esfuerzo baldío y la frustración. Como zarandeados por el insuperable talento que tenían en frente.

Hombres valientes que, por su posición en la cancha o por su capacidad defensiva, tenían que ocuparse de la defensa de un jugador simple y llanamente indefendible. Tipos duros acostumbrados a batirse el cobre con los mejores jugadores del equipo rival cada noche, y que sin embargo, tragaban saliva, besaban su amuleto y se encomendaban a lo divino cada vez que se enfrentaban a los Bulls.

Fueron muchos los jugadores que tuvieron que mirar de frente y desde la arena a ese toro de lidia que era Michael Jordan cuando estaba en pista, pero hay cuatro, que por el protagonismo que tuvieron en algunas de sus jugadas y logros más destacados, merecen una mención especial.

Dennis Johnson, presentación en sociedad ante todo un especialista

El 20 de abril de 1986 un jovencísimo Michael Jordan escribió una de las primeras páginas de la interminable lista de actuaciones memorables que consiguió a lo largo de su carrera. En un escenario mítico como el Boston Garden, Jordan anotó 63 puntos frente a los Celtics en el segundo partido de la primera ronda de los Playoffs, estableciendo el récord de anotación en un partido de postemporada, que aún hoy sigue vigente.

Dennis Johnson fue el encargado de defender a Jordan en aquel partido, aunque a ratos lo intentó también Ainge y hasta el propio Larry Bird, que creyó ver en él a “Dios vestido de jugador de baloncesto”. En principio el emparejamiento con Johnson era el más lógico, ya que se trataba de uno de los mejores defensores exteriores de la competición. El base de los Celtics se había convertido en una estrella de la liga gracias sobre todo a sus virtudes defensivas. En el momento de celebrarse aquel partido, Johnson ya tenía dos anillos de campeón, el conseguido con Seattle Supersonics en 1979 siendo el MVP de la Final y el de 1984 ya como jugador de los Celtics. Además había sido elegido en cinco ocasiones para el Primer Quinteto Defensivo de la temporada y en tres para el Segundo. Con semejante carta de presentación pocos podían presagiar una explosión anotadora como la que tuvo lugar en el Garden aquel día a manos de un Michael Jordan que jugaba su segunda temporada como profesional.

Los Celtics acabaron ganando el partido y barriendo a los Bulls en la eliminatoria por un contundente 3-0 con Dennis Johnson a un nivel altísimo, promediando 19 puntos, 6.3 asistencias y 2 robos de balón por partido, números de mucho mérito teniendo en cuenta que compartía minutos en pista con Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish, pero que palidecieron ante la gesta del 23 de los Bulls.

Jordan, en aquella ocasión, no tuvo más remedio que dejar paso en su camino hacia el título a uno de los mejores equipos de baloncesto que jamás hayan pisado una cancha. Pero para la posteridad dejó, no solo los 63 puntos del segundo partido de la serie, si no toda una primera ronda para enmarcar en la que promedió 43.6 puntos, 6 rebotes y 5.6 asistencias.

Craig Ehlo aún se despierta de madrugada envuelto en sudor y gritando su nombre

A pesar de que Craig Ehlo jugó durante 14 temporadas en la NBA con un más que respetable rendimiento en los cuatro equipos para las que jugó, es más recordado por ser una de las víctimas preferidas de Michael Jordan para llevar a cabo algunas de sus mejores y más aplaudidas actuaciones que por sus logros deportivos. Es probablemente el jugador más vapuleado por Jordan entre finales de los ochenta y principios de los noventa y Cleveland uno de los equipos que más sufrió su incontestable poder ofensivo. Para muestra, un botón. Michael Jordan es el único jugador que ha conseguido anotar 50 o más puntos en dos partidos de playoffs consecutivos. Lo hizo en el primer (50) y segundo (55) partido de la primera ronda de Playoffs de 1988 contra Cleveland Cavaliers.

Ehlo nunca fue un especialista defensivo, pero era uno de esos jugadores generosos en el esfuerzo que no huían el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con ningún rival. Un tipo duro capaz de defender a jugadores físicamente superiores a él a base de brega y esfuerzo. Pero cuando llegaban los Bulls nada de eso parecía servír. Él lo intentaba afanosamente. Perseguía a Jordan por toda la cancha. Le agarraba de la camiseta. Le hacía faltas que hoy en día se considerarían flagrantes grado 2 y hasta se atrevía, ingenuamente, a intentar ponerle un tapón cuando volaba hacia canasta veinte centímetros por encima de él. El resultado casi siempre era el mismo, un inagotable repertorio de canastas y actuaciones épicas entre las que destacan dos que forman parte del imaginario colectivo de la NBA. Los 69 puntos que le hizo en 1990 y que suponen el récord personal de puntos anotados en un partido por Michael Jordan en la NBA, y el famoso The Shot en los Playoffs de 1989.

Aquella canasta ganadora de Jordan en el último segundo del quinto partido de primera ronda de los playoffs de 1989 marcó para siempre la carrera de Craig Ehlo. Y quizás no fue del todo justo, ya que de no haber entrado, Cleveland habría pasado a segunda ronda y Ehlo habría sido el destinatario de loas y reconocimientos como principal artífice de la victoria y máximo anotador de su equipo con 24 puntos en 27 minutos, incluido un '2+1' a falta de 3 segundos que puso por delante a Cleveland , hasta que en la siguiente posesión el famoso The Shot cambió la historia para siempre.

Dan Majerle, sin respuesta ante una actuación sobrehumana

Entre los innumerables récords históricos de la NBA que posee Michael Jordan se encuentran el de mayor promedio anotador en unas finales (41 puntos por partido) y el de más puntos anotados en un partido de las finales con 55 puntos. Todas estas marcas las batió en las Finales de 1993 frente a Phoenix Suns.

Aunque el por entonces entrenador de los Suns, Paul Westphal, intentó todo tipo de defensas y emparejamientos para intentar detener a Jordan, por posición en el campo, condiciones físicas y por tratarse de un reputado defensor, fue Dan Majerle quién más minutos se encargó de su defensa. Majerle llegaba a aquellas finales de 1993 en el mejor momento de su carrera. Además del mejor defensor del equipo era la segunda opción ofensiva de unos Suns que terminaron la temporada regular con el mejor récord de la liga y con su principal estrella, Charles Barkley, galardonado con el premio de MVP. Había jugado su segundo All-Star Game consecutivo y fue incluido por segunda vez en su carrera en el segundo quinteto defensivo del año. Sin duda fue un gran año para “Thunder Dan” que esperaba coronar con el anillo de campeón.

El favoritismo previo con el que los Suns encaraban los Playoffs por su extraordinaria fase regula se fue moderando tras las durísimas eliminatorias previas que tuvieron que superar, especialmente la batalla a siete partidos de la Final de Conferencia frente a Seattle, hasta quedar prácticamente al 50% una vez se clasificaron para la gran final, dónde los Bulls, que barrieron a sus rivales y sólo encontraron cierta resistencia en la Final del Este ante los Knicks (4-2) aguardaban impacientemente para culminar su primer threpeat.

Nada más comenzar la final, Michael Jordan dio salida a un caudal ofensivo jamás visto antes en unas series por el título. Desde el primer partido hasta el sexto y último, ni Majerle ni ningún otro jugador de los Suns encontró la forma de frenar la orgía de puntos y canastas de todo tipo en la que Jordan convirtió aquella final. Merece la pena ver el resumen del cuarto partido de la serie. Las caras de Westphal, Majerle, Barkley y compañía lo dicen todo.

Bryon Russell, por The Last Shot le conocerán

Bryon Russell llegó a la NBA en el año 1993 coincidiendo con la primera retirada de Jordan. Fue seleccionado en la 45ª posición del draft por Utah Jazz procedente de la modesta Universidad de Long Beach State donde, en su año senior, fue incluido en el mejor quinteto de la Big West Conference. Como rookie tuvo un impacto tan inmediato como sorprendente en un equipo ya hecho que contaba con el mejor base puro y el mejor power forward de la competición en las figuras de de John Stockton y Karl Malone, y que aspiraba a lo más alto en la Conferencia Oeste. Fue seleccionado para el primer partido de Rookies, el del All-Star Game de 1994 celebrado en Minneapolis y no tardó en hacerse con un puesto en el quinteto titular del equipo de Salt Lake City. Entre los años 1997 y 2000 Russell no se perdió ni un solo partido de regular season, firmando los mejores números de su carrera en la temporada 1999-2000 con 14.1 puntos y 5.2 rebotes. Tras su salida de Utah, pasó por Wizards, Nuggets y Lakers sin apenas protagonismo ni minutos.

El momento cumbre en la carrera profesional de Russell llegó cuando, siendo miembro de Utah Jazz, jugó dos finales de la NBA consecutivas, las de 1997 y 1998. Los Jazz perdieron ambas a manos de los Bulls y Russell pasó a la historia como el jugador que defendía a Michael Jordan en el sexto partido de las Finales de 1998 disputado en Salt Lake City. En aquel partido Jordan anotó la canasta ganadora sobre la defensa de Russell para dar la victoria a los Bulls y conseguir su sexto anillo de campeón poniendo punto y final a su segunda etapa en la NBA (volvería años más tarde como jugador de Washington Wizards) por lo que aquella canasta pasaría a la historia como The Last Shot.

La imagen de aquel tiro es sin duda una de las más reproducidas de la historia de la NBA. La carga épica de aquel increíble 'game winner' bautizado como 'The Last Shot', cerró el círculo y puso la guinda a una de las carreras más exitosas de la historia del deporte. Tal y com dijo Phil Jackson, “fue algo hermoso”. Michael Jordan elevándose para lanzar a pocos segundos del final y alcanzar de nuevo la gloria, mientras Russell observa impotente desde el suelo, dónde había llegado no se sabe bien si empujado por el brazo izquierdo de Jordan o por el destino, que le apartó del camino de aquel tiro como queriendo evitar cualquier intromisión en una nueva cita de Jordan con la historia.

En descargo de todos ellos, y de otros muchos jugadores que defendieron a Michael Jordan en algún momento su carrera, hay que decir que nunca hubo realmente un antídoto para neutralizar su veneno. Jamás existió un jugador capaz de parar a quien está considerado, casi por decreto, como el mejor jugador de todos los tiempos. Es cierto que los Pistons de finales de los ochenta, a base de palos y con una defensa que en la NBA actual estaría prohibida, consiguieron frenar a los Bulls en su camino hacia el título, pero individualmente Jordan siempre cuajó grandes actuaciones ante ellos. Así como, puntualmente, algún especialista defensivo como Gary Payton, en las Finales de 1996, consiguiera contener en alguna medida su incesante producción anotadora. Aún así, Jordan siempre encontraba la manera de sumar ya fuese asistiendo, reboteando o defendiendo como el mejor de los especialistas.

Algunos podrán alardear de que consiguieron que “sólo” anotara 25 puntos. Otros quizás puedan decir que sacaron de sus casillas al mismísimo The G.O.A.T en algún partido concreto. Pero todos podrán decir aquello de: “Yo defendí a Michael Jordan”.

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