A finales del siglo XVII California y Texas, regiones en esa época pertenecientes a la corona española, aún estaban por descubrir y evangelizar, para lo que se empleaban misiones franciscanas integradas por frailes y exploradores venidos del sur de España. Una de esas muchas expediciones enviadas a colonizar el norte del, hasta ese momento, ignoto continente americano; se detuvo en unas calurosas tierras al norte del actual México un 13 junio de 1691.

Aquel día se fundó una población que, hasta hoy, se conoce como San Antonio, un asentamiento español que se ha convertido a lo largo del tiempo en una de las ciudades más importantes de los Estados Unidos. A pesar de ser la segunda ciudad de Texas en población e importancia, San Antonio es una localidad cuya popularidad a nivel internacional se debe, en buena medida, a un equipo de baloncesto que lleva paseando su nombre por el mundo desde hace décadas, los Spurs.

El orgullo de San Antonio reside en los Spurs

El orgullo de esta humilde y próspera ciudad americana reside en el único equipo que, procediendo de la ABA, ha conseguido hacerse con el título de campeón de la NBA, perdiendo la oportunidad de jugar los Playoffs en solo cuatro ocasiones en toda su historia. Sin embargo, no todo fueron mieles para el conjunto que actualmente dirige Gregg Popovich.

Llegaron Popovich y Duncan

La primera mitad de la década de los 90, años dorados en los que se vivió la eclosión de David Robinson, presenciaron la caída al infierno de un equipo destinado a ser en algún momento campeón. Un récord de 20-62 en la temporada 96-97 fue el momento más duro de la historia de los Spurs que, con dos decisiones históricas, cambiaron el rumbo y el destino de la franquicia tejana para siempre.

Popovich fue nombrado head coach y, tras hacerse con el número uno del draft, los máximos responsables del equipo seleccionaron a un jugador que por todos es reconocido como el mejor Ala-Pívot de la historia de este deporte: Tim Duncan. Pocos imaginaban en el verano de 1997 que un joven jugador macilento y desgarbado iba a subvertir en unos meses de forma tan radical la dinámica de un equipo de baloncesto.

Como rookie, tuvo, posiblemente, una de las estadísticas más completas a nivel individual de un novato que se recuerdan: 21.1 puntos, 11.9 rebotes, 2.7 asistencias y 2.5 tapones, que ayudaron de forma notable a que el equipo volviera a playoffs y pusiera las cosas complicadas en semifinales del Oeste a los, a posteriori, finalistas de la Liga, los Jazz.

El éxito llegó con el lockout

No obstante, el éxito definitivo no tardaría en llegar. Tras la adquisición de Elie, llegó el lockout (cierre patronal) pero con él no vino la incertidumbre. La Liga se jugó aunque en 50 partidos de temporada regular. En los playoffs, los Spurs eliminaron a Minnesota en primera ronda por 3-1 y barrieron a los Lakers y a los Blazers en Semifinales y Finales de Conferencia respectivamente.

En las Finales esperaban los Knicks de Houston y Sprewell

En las Finales esperaban los Knicks, el único conjunto que ha conseguido meterse en unas Finales de la NBA desde la octava posición de su conferencia. Liderados por el incombustible Pat Ewing, los de New York contaban con Houston y Sprewell como verdaderos motores del equipo en ataque, respaldados por un Marcus Camby inexperto pero ya gran intimidador en la zona.

El primer partido fue un paseo triunfal por San Antonio del equipo local. Duncan se estrenó en unas Finales con 33 puntos y 16 rebotes en una actuación memorable. Robinson hizo un partido sensacional en defensa, complementado por la aportación de Avery Johnson como playmaker (8 asistencias). Sprewell y Houston aportaron 38 puntos entre ambos para aportar desde el perímetro lo que el equipo no conseguía anotar en la pintura, dominada por la mejor pareja interior del momento en la NBA.

Duncan y Robinson, dominadores de las Finales

En el segundo asalto no cambió demasiado la dinámica. Una nueva victoria para los Spurs dejaba la lucha por el título muy decantada para los de Popovich. Duncan y Robinson volvieron a dominar el partido, ganándoles la partida por dentro a Ewing y Thomas, que apenas opusieron resistencia al vendaval ofensivo en la zona.

Ya en el Madison, los Knicks consiguieron imponerse en el tercer choque en un partido antológico de Alan Houston. Sin embargo, para San Antonio el tropiezo no tuvo mayores consecuencias. Tras un plácido cuarto partido, el quinto sería el más emocionante no solo por su desenlace, sino por su igualado desarrollo. New York se resistió desde su inicio a suplicar clemencia a unos Spurs hambrientos de gloria.

Sprewell hizo uno de sus mejores partidos a nivel individual (35 puntos, 10 rebotes) pero de nuevo el joven Tim y el veterano almirante David se encargaron de anular la maravillosa performance de Melodía de Seducción. Avery Johnson, solo desde una esquina, anotó una suspensión decisiva por el título que es historia viva de un equipo que, con una columna vertebral parecida a aquella que ganó el primer título en 1999, ahora vuelve a buscar la suerte de ser campeón, que desde hace unos años le es esquiva.