Cuando el presidente de los Raptors, Masai Ujiri, despidió al técnico Dwane Casey el viernes, fue al menos un poco sorprendente, ya que Toronto viene de hacer la mejor temporada regular de su historia con 59 victorias, y Casey es un firme candidato a ganar el “Coach of the Year”. Además después de la eliminación le había mostrado su apoyo en público. Pero quedar eliminado por tercer año consecutivo en playoffs frente a Cleveland, y además por 4-0 en los dos últimos años, ha pesado más que la temporada regular realizada.
 
Es un poco injusto que Casey sea despedido por no haber hecho algo que nadie en el Este ha podido hacer durante siete temporadas ( y no sabemos cuántas más): vencer a LeBron. Pero por lo visto la decisión venía de atrás, ya que Ujiri estaba frustrado por el cambio de mentalidad del equipo cuando llega la postemporada, y por haber responsabilizado defensivamente a DeRozan.
 
Pero la gota que colmó la paciencia de Masai Ujiri, fue el tercer partido de los playoffs cuando LeBron James ganó a los Raptors con su jugada y posterior tiro en suspensión a ocho segundos del final. En opinión del presidente de la franquicia, Toronto debió hacer un dos contra uno a Lebron e intentar provocar una pérdida, esto molestó tanto a Ujiri que regañó a Casey solo unos minutos después del encuentro, irrumpiendo en el vestuario de los Raptors en Quicken Loans, fuera de la vista de la mayoría de los jugadores, pero no fuera del alcance de sus oídos. Algunos trabajadores del equipo tampoco se libraron de las reprimendas del directivo de Toronto.
En este mismo partido, Ujiri ya había bajado a la pista en el descanso para recriminar las decisiones arbitrales, lo cual provocó que fuse multado.
El cese de Casey es la decisión más difícil que ha tenido que tomar como responsable, ya que el técnico de Indianápolis es el mejor entrenador de la historia de los Raptors. Sin embargo, llega un momento en que los errores de alguien superan a sus logros.