Sabía lo que se iba a encontrar Brett Brown cuando fichó por los 76ers. Un equipo en reconstrucción. Y con todas las cosas buenas y malas que tiene esto. 

Las buenas, que la exigencia es mínima. A los entrenadores de equipos en reconstrucción no se les pide ganar partidos, se les pide que solamente dejen jugar a los jóvenes y que éstos den signos de mejoría. Además, con las plagas de lesiones que sufrían los rookies nada más draftearlos, las exigencias eran todavía menores. 

Las malas cosas que tiene este proceso es que, cuando menos te lo esperas, se te exige una subida de nivel o estás fuera. Ha pasado muchas veces con los equipos. El entrenador de la reconstrucción desarrolla a los jóvenes y luego es otro quien los usa para ganar. Pasó con Mark Jackson en Warriors, ha pasado con Jason Kidd en Bucks, y otros muchos ejemplos. 

Y es que a veces es complicado salir de la derrota. Un equipo acostumbrado a bajar los brazos y a perder, no sabe cambiar el chip con rapidez cuando ya están en posición de ganar partidos. Y ese cambio es muy importante para que las franquicias den un paso adelante (un buen ejemplo son los Celtics actuales) o se queden en una eterna semi-reconstrucción.

No fueron fáciles los primeros años de Brown en los Sixers. La franquicia ganó 47 partidos en las tres primeras temporadas que él estuvo allí, incluyendo una de las peores marcas de la historia, en la que solamente ganaron 10 partidos en una temporada. 

Este año ya les tocaba, al menos, competir. Y lo han hecho con creces. Han acabado la temporada como terceros del Este, con 52 victorias, y consiguieron pasar una ronda de playoffs. Si bien al final fue algo decepcionante, pues los aficionados se esperaban más de la serie contra Boston, lo cierto es que viéndolo en perspectiva parece muy bien. 

Si comparas con las expectativas antes de empezar el año, en las que entrar en postemporada se consideraba como un éxito rotundo, el equipo ha cumplido. El desarrollo de los jóvenes jugadores, al margen de Markelle Fultz, está siendo el esperado, y en las oficinas están muy contentos con el entrenador. 

Por ello, le han ofrecido una extensión de contrato de tres años más. El entrenador acababa contrato al finalizar esta campaña, y desde la front office ya se había dicho que no gustaba que el entrenador tuviese que jugar con la sensación de que podía irse. Así, Brett Brown tendrá tres años más (en principio) para continuar el proyecto que él ha ido creando, y demostrar al mundo y a sus compañeros de la liga que es más que un entrenador para un equipo en tanking