Los Pelicans han hecho una de las mejores temporadas de los últimos años. En una temporada que comenzaba con todo un verano de Anthony Davis y DeMarcus Cousins, sus dos estrellas fundamentales, con la pretemporada completa jugada juntos. Un estilo que parecía que iba a contracorriente de la liga, destinada a que cda vez los hombres altos fuesen menos altos y con más virtudes exteriores. Sin embargo, el gran talento que poseen estas dos estrellas, y su versatilidad, consiguió que el sistema de juego funcionase bien y tuvieran un gran comienzo de campaña en la difícil conferencia Oeste. 

A media temporada, los planes tuvieron que cambiar. DeMarcus Cousins se lesionaba para toda la temporada, y el sistema de juego necesitaba un vuelco. Traspasaron por Nikola Mirotic para conseguir algo de lanzamiento exterior, y con ello, abrir más espacios interiores para Davis. Este estilo consiguió, no solamente clasificarles para playoffs cuando mucha gente les daba por muertos, sino que consiguió pasar una ronda arrasando por cuatro a cero a los Portland Trail Blazers. 

De todo esto, una gran parte del mérito es e Anthony Davis. El gran jugador mantuvo un nivel estratosférico la segunda mitad de la temporada, y con eso su equipo se sostuvo en pie. La otra parte del mérito es de Gentry. El entraenador no entró en pánico, consiguió un nuevo jugador para su esquema y trató de hacer todo lo que pudo con lo que tenía. Su planteamiento, especialmente el defensivo contra Portland, fue muy acertado. 

Por ello, la franquicia le ofrece una muestra de confianza y le renueva por dos años más de contrato. Estará pues, mínimo, lo que esté Anthony Davis con ellos, hasta la futura renovación que tendrán que afrontar. El destino del entrenador y el jugador estarán ligados al menos hasta ese momento, donde la franquicia puede tener una serie de decisiones que afectarán de forma clave a su futuro.