Se acaba enero en la ciudad de Badalona y todo está colgando de un hilo. La situación de la directiva sin resolver, acuerdos de deudas por firmar y deportivamente bajo presión por el descenso.

Ya son varios los partidos que la Penya ha perdido y no precisamente por un marcador abultado. La gota que colmó el vaso fue la pasada jornada en la ciudad de Fuenlabrada donde perdió un partido que tenía ganado. Los verdinegros no consiguieron anotar en la última posesión y perdieron en la prórroga ante un Montakit sin Diagné ni Paunic eliminados por faltas.

La Penya tiene la necesidad de ganar a MoraBanc Andorra en su siguiente encuentro

El run run se hace sentir en casa, donde el equipo no consigue despegar en sus partidos, ganar con una ventaja amplia a rivales que, a priori, podría hacerlo, que no debería.

Cuando el equipo entra en una dinámica negativa como en la que está sumergido, todo se convierte en montaña aunque haya un oasis. Los partidos ajustados sumados a los nervios de jugadores y la presión de no fallar, hace que el miedo se adentre dentro de los jugadores, sobre todo los nuevos e inexpertos en esta Liga Endesa.

El domingo viene otra batalla, otra oportunidad de resurgir y demostrar que son capaces, que lo van a levantar, que la Penya va a seguir en ACB durante mucho tiempo. Todo esto pasa por ganar a su bestia negra, a la que no han ganado desde que Andorra volviera a la primera división del baloncesto español. Ningún partido oficial ganado a los de Peñarroya.

Es una cuestión de cabeza, sentimientos, ansiedad y gestionar todo esto. Si el equipo consigue dos victorias seguidas y se distancia algo del descenso, ya no pesará tanto en finales ajustados la responsabilidad de no fallar y ganar para sobrevivir. Todo está por decidir, todo está por llegar, pero lo que no se pueden es rendir.