Mario Alberto Kempes

Mario Alberto Kempes

Football Player
Mario Alberto Kempes

1954 Córdoba


Considerado a todas luces, como uno de los más prominentes futbolistas argentinos de toda la historia, deslumbró siempre en cada cancha que pisó… Córdoba lo vería nacer en 1954, y la provincia de Bell Ville fue testigo de su llegada aquel 15 de julio de hace 66 años atrás; era ese el vestigio de lo que sería luego, un delantero excepcional.

Hábil para encarar, para ganar espaldas y para estar siempre en los lugares idóneos que le permitieran empujar… Lo que inició llamándose suerte, se convirtió en un olfato ejemplar; para un hombre que no perdona y que precisamente por eso, se apropió de un apodo único: El Matador.

Ídolo en Rosario Central, club que lo elevó para brillar y en dónde sólo le bastaron dos años para disputar 123 partidos en los que marcó 97 tantos… Las cifras, que quizás le parecerán modestas para un hombre que tiene la tarea de anotar; ganan su merecida magnificencia cuando se tiene en cuenta que sólo participó en par de temporadas y que le sitúan además, como el máximo goleador histórico del equipo, en la primera división albiceleste.

La pierna izquierda de Dios

Antes de vestirse como Canalla, con tan sólo 18 años jugó para Instituto, una organización deportiva de Córdova que lo contrató en 1972 y a la que había asistido bajo un nombre falso para probarse junto a otros jóvenes del momento. Un tal Mario Kempes era ya muy escuchado… “Vos que sos que Bell Ville… ¿No conocés a Kempes? Es un fenómeno, dicen”, le preguntaron a quien se presentó como Carlos Aguilera. Pues, ya había sido advertido y quería entrenar sin presión.

En 15 minutos de juego, el espigado delantero mandó dos bombazos al fondo de la red; ya no era muy complicado descifrar que se trataba del pibe Kempes del que tanto hablaban… Todas las características ofrecidas en aquella jornada, apuntaban a que se trataba de él. El 10 de marzo de 1972, con su verdadera identidad ya esclarecida; Instituto de Córdova no dudó en ficharlo por 3 millones de pesos, adquiriendo un compromiso que debía compartir con los estudios… Una condición impuesta por su padre, que le obligaba a formarse como perito mercantil en su localidad natal.

Las cualidades mostradas en sus incipientes presentaciones, no pudieron ocultarlo del radar de la selección nacional juvenil; que se preparaba para disputar el torneo de Cannes… En suelo francés endosó cuatro riflazos en tres compromisos; y a su vuelta, la selección absoluta le extendía los brazos para hacerlo debutar por las eliminatorias mundialistas a la cita de Alemania 1974… Kempes destilaba una grandeza inocultable, en ese mismo periodo partía a Rosario Central y los medios habían sumado a otra súper estrella; la delantera argentina, era suya y de nadie más. 

Segunda fase y seis partidos disputados para un chico de 20 años en un Mundial, no estaba nada mal. Los goles no aparecieron, Argentina quedó en el camino; fue su debut, pero NO su despedida… La liga de su país disfrutaba por el momento de una joya exuberante, con la sombra encima de un lucrativo mercado europeo que empezaba a abrirse con amplio interés en las jóvenes promesas suramericanas.

Mario, un Pichichi valenciano a la velocidad de la luz

En la oleada de entidades del viejo continente, aparecía el Valencia con 300 mil dólares en mano para ficharlo en 1976; pagando además a Rosario central otros 200 mil, que sumaron un monto récord para traspasos desde el fútbol argentino en esa época. La estratosférica transacción no defraudó, Kempes disipó cualquier tipo de dudas cuando en su primera Liga Española disputada, se hizo acreedor del Trofeo Pichichi al máximo anotador; y por si fuera poco, El Matador repetía como campeón goleador en la siguiente campaña… Se iniciaba entonces en Mestalla, un ineludible romance.

Ya con un status de líder dentro de la Selección Argentina, fue convocado como la figura más destacada para la cita mundialista de 1978; torneo que se realizaba en su nación y bajo un oscuro estigma dictatorial. César Luis Menotti, “El Flaco”, le entregó junto a Daniel Passarella; las banderas para hilar un buen camino en patio propio, y que les permitiera consagrarse por primera vez; como monarcas del futbol global.

Súper Mario evolucionó a conductor natural de la tropa albiceleste, para regalarle a toda la nación suramericana, su primera Copa del Mundo; y en casa. El país entero estallaba de alegría enalteciendo a un Kempes que se erigía como el máximo goleador y en el mejor jugador del torneo… Era para el momento, el mejor jugador del planeta y el suramericano más preponderante en una era que empezaba a dejar atrás, las hazañas de Pelé.

A su rostro, portada de innumerables medios de comunicación; le colocaron por incontables semanas como el delantero idóneo en el once titular del equipo ideal junto a futbolistas de todo el mundo… El Instituto de Historia y Estadísticas del Fútbol, le otorgó la distinción de ser el 6to mejor jugador argentino del siglo XX.

Valencia lo elevó hasta su sitial de la fama, pabellón inmortal para uno de los jugadores más sobresalientes en las memorias del club y uno de los delanteros más letales que se hayan conocido… Aun así, con tanta gloria sobre sus hombros y con tantas emociones para toda la afición valencianista; Mario Alberto Kempes jamás pudo concederle al equipo, una Liga.

Sin embargo, fuera de España; el atacante argentino hiló par de competiciones para el Valencia frente a los equipos ingleses más laureados de aquel periodo… En mayo de 1980 destronó al Arsenal por la extinta Recopa de Europa; y para diciembre de ese mismo año, vencía nada más y nada menos que al portentoso Nottingham Forest en la Súpercopa de Europa… La consagración fue vitoreada con gran efervescencia, pues; el Valencia con Kempes al volante había logrado tumbar a una oncena británica que se consideraba como el mejor equipo del mundo y que venía de sellar dos Champions seguidas, una hazaña impensada que logró consumarse.

Mario, el goleador de la gloria que jamás pasó inadvertido

No hubo rival que enfrentándose a Kempes no lo sufriera, era un verdadero dolor de cabeza para cualquier defensa que se presentase para tratar de detenerlo… Con la Selección Argentina disputó 43 partidos entre 1973 y 1982, asistió a tres Copa del Mundo y anotó 20 goles juntando todos los cotejos en los que participó.

En 1978, Argentina fundaba el Estadio Olímpico de Córdoba, infraestructura que se estrenó en un partido premundialista y que serviría además de sede para albergar encuentros del Mundial… Allí, el primer gol en la historia de esa cancha, fue marcado por Kempes; hijo predilecto de ese departamento y quien no se esperó para vacunar con el tanto inaugural. En honor a aquella diana, el estadio hoy en día lleva su nombre, el Estadio Olímpico de Córdoba, cambió su documentación para empezar a llamarse “Mario Alberto Kempes” desde la Copa América Argentina 2011; un tributo especial para una de sus mejores armas.

Valencia lo hizo su Embajador Mundial, ídolo y referente para toda su masa social y que se convertía en representante internacional de una institución que hoy no pasa por sus mejores días… Llevar al club en su corazón y sentirlo parte de su casa, le ha jugado una ambivalencia particular, pues; ahora desde una ventana analítica como comentarista deportivo debe expresar con objetividad las más acertadas opiniones; palabras especializadas que llevan quizás, el mismo condimento que sus goles.