
Quizás sea porque a diferencia de lo que sucede en Europa, en América -la de todos los del continente americano, no la de Trump- lo fantástico se encuentra en la realidad misma, por el histrionismo de la metáfora del balón cae una pregunta desde lo alto del andamio que une cielo e infierno: ¿Cómo es posible que el día en el que Argentina vivió su particular milagro mundial, se hablara y escribiera más del particular partido del ídolo de barro –antes ídolo de barrio- que del gol de Rojo?
Quizás todo lo que se ha contemplado y experimentado en el desarrollo de este mundial ruso responde a esa realidad, a que lo fantástico, a que ese hombre otrora cósmico, ese hombre de papel, se muestra como es, demasiado encarnado. Es curioso pero es que Diego es la metáfora perdida de este mundial tan igualado, Maradona es como un Bukowski sin máquina de escribir, un Bukowski sin balón y, lo que deja ver es la desnudez, la imperfección absoluta del ídolo. El surrealismo fantástico que dibuja al diez de Villa Fiorito tirándose del andamio de la vida un segundo después de marcarle el gol a los ingleses
Por ello cuando subieron todos al desván y le vieron como el D10S real que es, el de los dones y las tremendas imperfecciones terrenales; con su cuerpo lleno de tinieblas, un gran vacío entre los hombros y el andar vacilante de quien busca un objeto perdido. Un ejército de móviles dieron luz triste a imágenes que no recobran su color primero, sino que se quedaron en ese tiempo sin balón, con toda la tecnología posible y convirtiendo en trending topic mundial a una caricatura.
Las certezas dejaron de existir
Posiblemente por ello, por esta fantástica realidad, la selección argentina, la de ahora, la de Messi, de la que cuentan que manejan los jugadores en lugar del entrenador, tan pronto parecen once tipos que corren como soldados de plomo, como once palomas Albicelestes que recién comienzan a volar. Y la realidad es que no solo a Argentina se le cae el castillo de naipes, sino que en el fútbol está cambiando algo a nivel mundial y no solo por la implantación de las nuevas tecnologías y el VAR, sino porque todo aquello que era certeza, ha dejado de formar parte de la realidad. El fútbol sigue siendo un deporte inventado por los ingleses, pero en el que ya no ganan siempre los alemanes, o en el que siempre están compitiendo los italianos hasta el final. De hecho Brasil, es ahora la del jogo europeo, mientras que a España se le sigue exigiendo la excelencia de la triple corona, obviando el largo desierto que tuvo que atravesar para encontrar la luz.
No en vano sólo desde el suelo pueden abarcarse totalmente los ángulos y perspectivas de la realidad. Y la realidad es que en estos tiempos que corren no solo los suizos hacen relojes, el minucioso estudio táctico y la igualdad en la condición física de base han dejado poco margen de maniobra para los versos sueltos del balón. Repasando finalistas de las cuatro últimas ediciones mundialistas, la realidad da para hacer toda una tesis sobre el cambio que se está produciendo en el fútbol. Holanda no está, Italia tampoco, Alemania sucumbió, España deja luces y sombras, Francia parece estar ahí, pero tiene la espada de Damocles del pasado muy reciente y, Argentina resucitó en el último suspiro con un gol en el que centró el 4 y marcó el 6, con toda la artillería ofensiva más Messi sobre el terreno de juego. Si a ello sumamos que Portugal -actual campeona de Europa- sigue colgada de la pegada de Cristiano y, que Chile -actual campeona de América- tampoco está, más la eterna decepción de un continente africano al que no se le deja crecer… queda resuelta la ecuación de la fantástica realidad de este mundial.
La necesidad de versos sueltos
No se puede negar la emoción del mundial, ni echar tierra sobre la bendición de la igualdad, como tampoco se puede obviar el buen pie y la sensación que ha dejado una selección como Croacia. De la misma manera sería absolutamente injusto no asirse a ese sol que traza rayos con perfiles de barrio llamado Isco, pero quizás se echa en falta -como decía Galeano- una linda jugadita por D10S. Unas gotas de imperfección en mitad del océano, ese jugador que rime y escriba versos sueltos.
La realidad de lo fantástico que rompa la paridad, que con VAR o sin él, no se siga poniendo el acento en la caricatura de Diego, que no se siga esperando a Leo Messi, el sorteador de quimeras, o a Cristiano aquel futbolista que Da Vinci pintó, porque estos dos chicos, estos dos genios llevan más de una década reinando sin discusión alguna en el fútbol. Este mundial, el fútbol necesita nuevos versos sueltos como lo fueron Garrincha, Pelé, Cruyff, Eusebio, Zico, Sócrates, Zidane, Ronaldinho, Ronaldo Nazario, Giresse, Platini, Zidane, Fontaine, Schiaffino, Meazza, Jairzinho, Maradona, Tostao, Beckenbauer, Romario, Baggio, Matthaüs, Lato, Kempes, Charlton, Puskas, Rivera, Rivelino, Fritz Walter, Laudrup, Xavi, Pirlo, Sócrates, Del Piero…
El barrio mundial
Quizás este mundial que recién ha comenzado y en el que a partir de ahora se comenzará a jugar de verdad, ha dilapidado hasta el momento la realidad de lo fantástico haciendo saltar en pedazos las certezas. Y a la espera de un verso suelto, el fútbol queda detenido en el recuerdo de aquellas mariposas polvorientas que perdieron las alas, de ese juego de niños al que el universo le entra por todos los poros y se convierte en sueño con un balón. Por ello con la esperanza de que en octavos el fútbol volverá su ser, con una rima siempre muy por encima de la tecnología, el físico y la táctica, el ídolo de barro no tendrá que volverse a mostrar por la sencilla razón de que el balón fue devuelto al niño. Aquel que con un dorsal pintado a bolígrafo sobre su piel, juega al deporte de sus sueños en el barrio Mundial.
