El conjunto de Unai Emery necesitaba el triunfo para seguir en la pelea por los puestos de Champions, pero llegaba al partido con una lista de bajas enorme (sobre todo en defensa). Los bluebirds llegaban necesitados de puntos después de tan sólo haber podido ganar un partido en sus últimos ocho enfrentamientos oficiales.

El partido empezó con un Arsenal agresivo pretendiendo dominar en campo rival, y con el Cardiff intentando aguantar esa primera embestida, que no duró mucho. Los visitantes pronto se dieron cuenta de que podían hacer daño en la maltrecha defensa gunner y se vinieron arriba. Tanto fue así, que se registraron hasta 19 disparos del Cardiff en el Emirates. Pero los jugadores del equipo galés no estuvieron lo suficientemente acertados.

El primer tiempo pasó sin pena ni gloria. Apenas se dieron ocasiones claras en ninguna de las dos áreas. El juego del Arsenal era demasiado horizontal ante un equipo muy replegado y organizado, mientras que a los intentos del Cardiff les faltaba contundencia.

Tras el descanso, Unai Emery introdujo a Iwobi en lugar de Elneny para buscar más verticalidad. Este cambio le daría sus frutos en el minuto 66, cuando el sobrino de Jay-Jay Okocha, filtró un buen balón al hueco para Kolasinac, que se anticipaba a Ecuele Manga y forzaría el penalti con el que Aubameyang batió a Etheridge.

El segundo gol del Arsenal llegó con una jugada individual de Lacazette, que no estaba teniendo un buen partido. El de Lyon arrancó a trompicones desde la banda derecha y acabó colándose en el área para culminar la jugada con un derechazo a la red. 

En el minuto 93, Mendez Laing le daba 120 segundos de esperanza a la afición desplazada a Londres, que pronto se esfumaron. La definición con el interior de la zurda al palo largo fue una delicia.

Al final, tres puntos para el Arsenal, que tendrá que visitar el Etihad el próximo domingo para medirse al Manchester City en lo que se presume como un partido espectacular. Por su parte, el Cardiff City recibirá el sábado a un Bournemouth bien asentado en la mitad de la tabla en un partido en el que tan sólo les valdrá la victoria.