Estados Unidos amanecía hoy con ganas de soccer, con ganas de fútbol. Comenzaban las semifinales de los PlayOff’s de la Major League Soccer, ya solo quedan unos pocos supervivientes que se baten en una encarnizada batalla por el codiciado título campeón. En esta ocasión toca hablar del encuentro entre el equipo de canadiense, Toronto, y uno de los dos conjuntos punteros que Nueva York ha colocado en la fase eliminatoria, New York City. Ambos, lógicamente, terminaron la temporada regular en la parte alta de la clasificación, pero entre ellos sólo quedó una minúscula diferencia de un punto. Prometía ser un partidazo luchado y reñido donde cada futbolista sudaría hasta la última gota de agua que les quedase en el cuerpo. Así fue, cada profesional que entraba dentro del rectángulo de juego tenía que cumplir los requisitos del derecho de admisión: vaciarse y darlo todo por tus compañeros.

Duelo de titanes

Por un lado teníamos a Toronto, que viene de pasar la Knockout frente a Philadelphia. Un partido que dominaron de cabo a rabo y que nadie puede objetar sobre la clasificación de los de Greg Vanney. Por otro lado, el New York City, liderado por el español David Villa, llegaba con más tiempo de descanso y de preparación. Haber quedado segundo le permitió evitar esa primera fatídica ronda a un partido de los PlayOff’s, es decir, los chicos de Patrick Vieira llegaron con una notable preparación que realmente no se notó sobre el césped de BMO Field. La noche comenzaba con sorpresa para los Citizens, pues a su estrella italiana, Andrea Pirlo, le surgieron unos dolores en el gemelo que le obligaron a no presentarse en la pista.

Después de toda la parafernalia pre-partido y de que los protagonistas salieran por el túnel de vestuarios, empezó a rodar el esférico. Los anfitriones disponían de la primera pelota, con ella ya demostraron sus intenciones de salir a devorar al rival.

Alrededor del min  10 se elaboró la primera gran llegada de Giovinco, desbaratada por el portero. Jozy Altidore bajó la pelota, la aguantó de espaldas y esperó al momento idóneo para colocar un balón al hueco a su compañero de ataque quién, con su pie izquierdo, envió el balón directo al pecho de Johansen.

En el 21 saltaron chispas entre Cooper y Villa. El centrocampista chocó fortuitamente con el campeón del mundo, algo que el perjudicado no se tomó con buen humor. El juez de la contienda solucionó con una amarilla para el ejecutor de la falta. Inocente, pero merecida. Poco más tarde pudo cometerse un error crucial para el devenir del partido. Allen cedía mal el balón a su partero y a punto estuvo de aprovecharlo un Morrow muy atento. Por suerte para los de Nueva York, su contundente central pegó una patada que envió el balón a las nubes.

La batalla no encontraba su Napoleón que impusiera su estrategia sobre el rival. Lo más destacado era el capitán de los locales. Se habla poco de él, pero lo cierto es que Bradley parece omnipresente. Está en un momento de forma espectacular e inconmensurable, que le hace ser un seguro de vida para Osorio y Cooper que pueden descolgarse sin generar peligro adicional y que él sólo basta para sacar con criterio el balón.

Sin novedad en el frente, con un marcador detenido se llegó al descanso. Competitividad e igualdad son las palabras que definen la primera parte. 

Cinco minutos después del comienzo del segundo tiempo, se dio el primer aviso de verdad de la noche. Giovinco remataba en boca de gol un balón que le llegó de la nada tras una jugada embarullada. El cartel electrónico no variaría, Altidore había cometido mano momentos antes del chut del italiano. Pero la ofensiva no era un espejismo, alentados por su afición, Toronto siguió buscando el gol incansablemente. El New York City no se amedrentaba y trataba de tejer una red de pases que superase la sólida defensa de tres centrales.  El partido iba aumentado el ritmo, nadie quería perder un segundo y se buscaba constantemente la portería rival. Las ocasiones se iban sucediendo, los  jugadores cada vez más derrengados. Aun así el nivel no decayó, siguieron sufriendo como jabatos por conseguir una ventaja para el partido de vuelta.

Goles tardíos

Al final hubo recompensa para el público, en la jugada menos esperada por todos. De nuevo Jozy Altidore perforaba la red en los minutos finales. Esta vez fue cosa del azar, una jugada peleada por Ricckets desembocó en un rebote a los pies del delantero norteamericano, con un toque con el interior del pie, impulsó el balón dentro de las mallas. La cosa no quedó ahí. Esta vez el creador de la jugada del 1-0, fue el que puso más tierra de por medio. Sin duda, Vanney acertó al sacar a Ricketts al terreno de juego.

Toronto ha puesto un pie en la final. Pero que no se confíen, aun quedan 90 minutos en casa de su adversario y el más mínimo despiste puede voltear la eliminatoria. Promete ser apasionante.

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