El tercer tiempo: millonaria renta para ninguna inversión

El once inicial de Djukic fue una premonición y no un espejismo de lo que iba a ocurrir durante el partido. Alineó a cuatro hombres de claro perfil ofensivo -Ghilas, Cartabia, Bebé y Andone- por delante del doble pivote formado por Deivid y Rossi. Clara apuesta por la calidad en detrimento del músculo.

El tercer tiempo: millonaria renta para ninguna inversión
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Por José Tapias

Como si osara a discutirle la pelota a todo un Real Madrid y en caso de imposibilidad, al menos poder transitar a la contra con toda su artillería. Ni una bala en la recámara dejó el técnico blanquiverde. Enfrente, un Madrid habitual a excepción de la entrada de Khedira por el lesionado Isco. A priori un simple detalle que posteriormente resultaría trágico en términos de producción futbolística. Así se cruzaban un transatlántico con un yate coqueto y remodelado.

Nuevo comienzo desgraciado para los blancos. En el primer minuto, un disparo de Bebé fue interceptado por el brazo de Ramos. Penalti y 1-0 de Ghilas. Sin anestesia. El tempranero gol supuso para el Córdoba buena dosis de contribución anímica. Los locales, llevados en volandas por la grada, alternaban la presión alta en la salida del Madrid con un repliegue de su 4-4-2 en campo propio. Andone y Cartabia incordiaban a Ramos y Kroos en el nacimiento de la fase ofensiva blanca. 

Sin pausa en el ánimo cordobés

El orden y la intensidad local permitían la recuperación de balón y la salida por fuera de Bebé en la derecha. El portugués, en el 8' y 12', ya avisó a Marcelo y Ramos de que no sería el Arcángel un balneario para los blancos. Protagonizó dos peligrosas contras en una exhibición de potencia y velocidad. El Madrid intentó compensar la baja de Isco con contínuas caídas de Benzema a la derecha. Allí intentó mezclar con Bale y Carvajal sin ningún resultado. Además, Karim se alejaba de Ronaldo y James situados en el carril izquierdo, zona donde los madridistas suelen crear más desequilibrio. Los ataques del Real eran intrascendentes.

Los blancos empataban ante un rival que estaba siendo superior. Fue un zarpazo ajeno al momento futbolístico. Fue fútbol.

Mientras tanto, el Córdoba a lo suyo. Subido a las barbas de su rival. Los pájaros disparando a las escopetas. En el 18' un tiro cruzado de Bebé amenazó a Casillas tras una buena combinación local. El portugués del Córdoba destrozó en la derecha a Marcelo y Ramos en cada contra cordobesista. En el 26', allí donde en fútbol se igualan las diferencias, en una jugada a balón parado -córner- botado por James, Benzema hizo el 1-1. Los blancos empataban ante un rival que estaba siendo superior. Fue un zarpazo ajeno al momento futbolístico. Fue fútbol.

A pesar de ello, la sombra de Isco era cada vez más alargada. Era un Madrid que no ocupó de manera equilibrada, sin automatismos que facilitaran los apoyos y la fluidez necesarios para un juego de posesión, de ataque organizado, capaz de alterar el buen equilibrio defensivo del Córdoba. Con excesiva comodidad de sus jugadores pidiendo el balón al pie, lo que densificó de cordobesistas la zona del balón. Entonces, robo y contra por los costados de Bebé o Ghilas. Y el Madrid a correr hacia atrás. Tampoco los blancos armaban las contras que en tantas ocasiones le han rescatado de partidos complicados. Simplemente porque no defendían con la intensidad suficiente para robar el balón al Córdoba, que se permitía el lujo de acabar todas las jugadas.

Khedira, un recambio para Isco sin ninguna incidencia

Especialmente resultó preocupante la actuación de Khedira. El juego parecía entristecer cuando la pelota llegaba a sus botas. Detrás de su aparente aportación defensiva -que no fue tal- queda una tormentosa relación con el balón y con la construcción del juego. Junto a Kross anduvieron muy imprecisos en los pases, lo que supuso combustible para la omnipresente contra del Córdoba.

 Sin duda, el despropósito del Madrid estuvo íntimamente relacionado con la calidad táctica defensiva que derrochó el equipo local. 

James debió acaparar más protagonismo ofensivo dada la ausencia de Isco. Pero, consabida su calidad técnica, el ritmo futbolístico del colombiano debe aumentar para adecuarse a la exigencia del Real Madrid. Sobre todo ante rivales que defiendan con la intensidad que exhibió el Cordoba. Sin duda, el despropósito del Madrid estuvo íntimamente relacionado con la calidad táctica defensiva que derrochó el equipo local. En una labor descomunal, los pivotes Deivid y Rossi con la ayuda de Cartabia que se aproximaba desde la mediapunta, arruinaron cualquier intento creativo de Kroos y James -Khedira se defendía él solo-.

Y en fase ofensiva, el Córdoba mostró un repertorio impropio del lugar que ocupa en la tabla. Durante el ataque del Madrid, Bebé y Ghilas al ser superados por la altura del balón, se refugiaban a la espalda de James y Khedira. Desde allí edificaban las embestidas a la contra de los locales. Cartabia, alojado a la espalda de Kroos, terminaba por destrozar el escaso equilibrio defensivo del Real. Desde allí se movía horizontalmente a la altura de 3/4 de campo para hilvanar los ataques cordobesistas, imperceptible a los radares de los medios madridistas y demasiado alejado de la zona de influencia de Ramos y Varane, que ya tenían suficiente trabajo con un inagotable Andone en punta. En estas circunstancias llegó el descanso. En la caseta, Ancelotti seguro que debió elevar más cosas además de la ceja.

Momentos de desesperación

El segundo acto comenzó con el intercambio de posiciones entre Ronaldo y Bale en banda. Una consecuencia se produjo de inmediato: más córners envenenados de James que seguían comprometiendo al Córdoba como ocurriera en el 1-1 de Benzema. Respondió Cartabia en el 55' con una diagonal fuera-dentro desde la derecha. Su disparo rozó la escuadra de Casillas. Acto seguido, Bebé en una maratoniana arrancada, atravesó el campo en conducción para disparar sin fuelle a Iker. Para el Madrid la vida seguía igual.

En el 82', la desesperación de Ronaldo, enjaulado por el sistema defensivo de Djukic y lastrado por el nefasto juego de creación de su equipo, le llevó a agredir a Edimar

En el 53' Illarra sustituyó a Khedira. El ex de la Real Sociedad ocupó el pivote para adelantar a Kroos hasta el interior derecho. Simultáneamente los pivotes locales Deivid y Rossi bajaban su intensidad defensiva. Empezaban a desaparecer los trazos de la pizarra de Djukic. La fatiga hacía de borrador. Y el Madrid disfrutaba del balón en campo rival sin generar claras ocasiones de gol. Al filo de la hora de partido, Ronaldo ocupaba la zona del 9 junto a Benzema para un 2:2 contra los centrales que atrajera la ayuda del lateral derecho local Gunino, y así crear espacios a James por fuera. Deivid acudía hasta allí y abortaba esa estrategia.

En el 82' la desesperación de Ronaldo, enjaulado por el sistema defensivo de Djukic y lastrado por el nefasto juego de creación de su equipo, le llevó a agredir a Edimar. Expulsión del portugués. En el 86', el fútbol dio su cara más cruel y la espalda al equipo que merecía la victoria. Bale transformó un penalto de Cartabia cuando éste interceptó con el brazo el lanzamiento de una falta. 1-2. Fue una millonaria renta para ninguna inversión. Una preocupante victoria del Madrid y una alentadora derrota del Córdoba.

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Sobre el autor
José Tapias
Un lugar para el análisis de fútbol incidiendo en los sucesos tácticos que tengan verdadero impacto en el desarrollo del juego, e intentando descifrar cuándo y por qué ocurrieron. | Twitter: @FDescifrado | Entrenador de Fútbol Nivel III | Autor y editor de Fútbol Descifrado.