Termina la temporada con la frustración de la derrota en la final ante el Barça y paso, con la despedida el mismo Andoni Iraola, que disputó su último partido como jugador del Athletic en el Camp Nou, sumándose así a otros ilustres como Steven Gerrard o Xavi Hernández al dejar el equipo de su vida. La banda derecha quedará huérfana de un lateral no solo diestro de pié, sino de preciso centro y pase. Unos dulces de los que se aprovecharon delanteros de la talla de Ismael Urzaiz, Fernando Llorente o Aritz Aduriz.

Una asociación formada en 2008

Andoni Iraola se ha configurado como una de las figuras clave del Athletic más reciente y con el se va también un jugador que conectaba no solo pasado y presente, sino que desde 2008 lo hizo con un extremo con el que llegó a conformar una dupla letal en muchas tarde de solaz rojiblanco: Markel Susaeta. Desde el debut del eibarrés con Caparrós, la banda derecha de los leones era un puñal que continuamente silbaba el aire en torno a la yugular del equipo contrincante.

Una dupla a temer

Tras los peores años en la longeva historia del Athletic, el utrerano Joaquín Caparrós llegó a San Mamés con la misión de rescatar a la nave rojiblanca de una deriva que conducía inexorablemente a su hundimiento. Nada más sentarse en el banquillo, le dio la alternativa a un imberbe ala del filial, quien al punto inició su carrera en la élite nada menos que marcando en el Camp Nou. Las variables que manejaban los leones se multiplicaron con la dupla guipuzcoana, más allá de las posibilidades que ofrecía Fernando Llorente en punta, las llegadas de Javi Martínez y la irrupción de Iker Muniain. Una final de Copa, el regreso a Europa, el fin de los agobios y recuperar la estabilidad fueron los logros de una etapa provechosa, aunque lo mejor estaba por llegar.

La pareja alcanzó su clímax con Bielsa

Tras las elecciones, en verano de 2011 Marcelo Bielsa llegó a Bilbao y el libreto cambió. Después de unos meses en los que al equipo le costó interpretar los axiomas del rosarino, el Athletic despegó hasta aterrizar bruscamente en Bucarest y en el Vicente Calderón. Por el camino, ambos futbolistas evolucionaron y se convirtieron en actores protagonistas de un equipo brillante y atronador por momentos. El número de alternativas ofrecidas desde el costado derecho se elevó al cubo, con toda una batería de desdobles, movimientos de dos por uno y pentraciones por dentro y por fuera que convirtieron a Iraola y Susaeta en una dupla a temer por los rivales con momentos realmente memorables, como la maradoniana jugada del lateral ante el Manchester United en La Catedral.

A una segunda temporada que con Bielsa al Athetic se le hizo larga, preñada como estuvo de sucesos extradeportivos, le sucedió otro espléndido capítulo en el club vasco en el regreso de Ernesto Valverde. Precisamente fue con el Txingurri con quien el lateral de Usurbil debutó en Primera División y también ante el FC Barcelona en San Mamés, en el primer partido de la temporada 2003/2004, en la que Iraola disputó 31 partidos y anotó 5 goles.

El principio del fin

Con el técnico extremeño a los mandos de la nave rojiblanca el Athletic no tardó en arribar a las playas del éxito, clasificándose para la Champions League 16 años después después al firmar un brillante cuarto puesto. Sin embargo, para Iraola comenzó el principio del fin, ya que la polivalencia, el empuje y el robusto físico de Óscar de Marcos terminaría por desterrarle de la titularidad en el lateral derecho. Avatares similares tuvo que afrontar Susaeta, que vio como la pujanza del novel Iñaki Williams le volaba las pegatinas en el curso reciente, condenándole de este modo al banco.

Con todo y pese a fases de clara depresión a lo largo del año, lograron cubrir el expediente, especialmente en el caso de Iraola, quien pudo alcanzar a toda una leyenda como Gaínza o capitanear al Athletic en la final del Camp Nou. Con la derrota del pasado 30 de mayo se cierra una etapa de gran relevancia histórica en la escuadra del Botxo: el final de una asociación tan mortífera como productiva y que tantas tardes de buen fútbol, regocijo y goles han dado a La Catedral.