El Día del Padre. Un día en el que los hijos agradecen de alguna manera el esfuerzo de los padres en su rutina diaria de trabajar por y para ellos. Donde los hijos muestran su cariño a sus progenitores y les felicitan. Un beso, un abrazo, un recuerdo, un presente. 

Éste 19 de marzo, era un día propicio para que la UE Llagostera regalara a su padre, Oriol Alsina, la primera victoria fuera de casa de la temporada. El Real Valladolid nunca había ganado al conjunto catalán, es más, siempre había perdido. Pero el sufrido padre se quedó sin su regalo.

El Llagostera, como un hijo despistado, ni siquiera tuvo posibilidades de cumplir con dicho regalo. Ni siquiera miró escaparates. Simplemente no se presentó en tan señalada fecha. Y lo peor de todo fue la vuelta a esa imagen pobre, de impotencia, de querer y no poder de jornadas pasadas que ya parecían olvidadas.

Cuando Chumbi puso un centro raso en el área que no encontró rematador en el primer minuto del partido, parecía que el Llagostera había salido a por todas, que el equipo iría a por el partido desde el primer minuto. Pero la realidad fue que el equipo catalán no se acercó más por los dominios de Kepa.

Por contra, el Real Valladolid, dominaba el juego, el balón, el centro del campo y las bandas, donde Mojica destacó sobremanera con carreras espectaculares y centros al área con muchísimo peligro. Juan Villar se sumó a la fiesta con alguna jugada de mérito. El Llagostera parecía ordenado en defensa pero tenía graves problemas para sacar el balón jugado, ya que la presión vallisoletana, muy arriba, incomodaba mucho a la defensa que terminaba casi siempre por despejar en largo y perder el balón.

El Valladolid recuperaba muy rápido el esférico y muy arriba, lo que propiciaba una sensación de peligro constante sobre la portería de René. Y tanto fue el cántaro a la fuente que en una de esas magníficas carreras de Mojica por la banda, un gran centro suyo fue rematado por Roger al fondo de las mallas poniendo en ventaja a los locales. Corría el minuto 33. Y no hubo reacción posible del Llagostera. Una serie de trifulcas entre jugadores de ambos equipos, de piques e incluso algún golpe, acabó con un reparto de tarjetas por parte del árbitro y ésto fue suficiente para cortar el ritmo a cualquier reacción posible de los visitantes. Hasta éste tipo de factores, el tempo del partido, los dominó el Real Valladolid. 

Tímida reacción tras el descanso

El segundo tiempo comenzó con una gran ocasión, la mejor del partido, del Llagostera. Edu Oriol, que acababa de saltar al terreno de juego, llegó forzado a un centro desde la derecha al segundo palo donde, sólo, remató desviado. Pudo cambiar ésta jugada el sino del partido. El conjunto visitante parecía que reaccionaba. Subió mucho su línea de presión y consiguió meter atrás al Valladolid. Los locales, intentaban aprovechar los espacios que se generaban para salir a la contra con mucho peligro.

Y cuando más pareciá que el Llagostera se acercaba al área de Kepa, inédito todo el partido, llegó el segundo gol de los locales. Fue después de que Chus Herrero salvara un gol cantado bajo los palos y desviara lo justo a córner. El saque de esquina, fatalmente defendido en el primer palo, se convirtió en gol olímpico de Rennella gracias al cúmulo de errores defensivos. Fin del partido para el Llagostera.

Después del gol, el Real Valladolid jugó más cómodo aún y pudo ampliar la diferencia todavía más, algo que no hubiese sido para nada injusto. Sin embargo, el tercer gol no llegó hasta el último minuto, otra vez de Rennella, al aprovechar un rechazo de René que otra vez estuvo sobresaliente.

Oriol Alsina, el progenitor y creador de éste maravilloso proyecto, se quedó sin su regalo de Día del Padre y su siempre aplicado bástago, el Llagostera, con la sensación del hijo que no ha comprado nada en el momento señalado. Quizás ésto sirva para preparar con más esmero el regalo más querido por el míster, la permanencia.