La efusiva alegría con la que los jugadores del Atlético de Madrid B celebraban en corrillo el ansiado ascenso a Segunda División B tras noquear a la Gimnástica Torrelavega en el playoff  contrastaba con el llanto desgarrado de Arona Sané. Asistió al festejo con el rostro empapado en lágrimas, con paso lento y con el desconcierto propio que provoca una lesión de rodilla que le retiró del terreno de juego a falta de 25 minutos para el final. El senegalés vivió ese momento en un segundo plano hasta que Bernabé Barragán, ahora en el Nástic de Tarragona, reparó en ese detalle y lo integró al grupo aupándolo en sus hombros.

El gesto de Bernabé estuvo a la altura de un futbolista grande, que pertenece a un vestuario unido y sirvió como homenaje a un profesional que fue clave en el segundo tramo de la temporada para el filial colchonero. Su velocidad fue un arma con la que contó Óscar Fernández para desatascar muchos partidos en los que el Atlético B no encontraba el camino del gol o bien para cerrarlos cuando defendía un resultado favorable. Su desenlace, un llanto quebrado que enmudeció a la grada tras una desmedida entrada y una finalización de contrato que no encontró un acuerdo para su prórroga, no estaba ni mínimamente a la altura tras lo rendido por un profesional que se enroló en 2009 en las categorías inferiores de La Academia.

El verano de Arona no ha sido nada sencillo ni en lo personal ni en lo profesional. A la obligada operación a la que se tenía que someter para reparar su rodilla se sumaron las dudas sobre su futuro. Sin equipo, el jugador nacido en la localidad senegalesa de Sindia alcanzó un acuerdo con el Atlético de Madrid hace escasas semanas para unirse nuevamente a la disciplina. Su regreso se antojaba necesario después de que el filial no pudiera reforzar sus líneas por la sanción tras la contratación irregular de menores, un capitulo que el filial no se salta dado que Arona ya está inscrito desde la temporada pasada. 

El senegalés ha puesto punto y final a su infierno particular esta misma semana al volver a enfundarse la camiseta rojiblanca con el filial en su regreso a Segunda División B. Con tan solo un par de semanas de entrenamiento, Arona entró en la convocatoria de 17 jugadores y tuvo algo más de veinte minutos para recuperar la sonrisa marcando un gol en las postrimerías del partido, exhibiendo sus mejores cualidades.

“He visto bien a Arona, está feliz. Cuando te lesionas en el último partido de Liga no sabes tu futuro. Si entras, si sales, si te quedas… Ha pasado un verano complicado con la operación pero llevaba dos semanas entrenando a buen nivel con el grupo”, reflejó Óscar Fernández, su técnico, durante el proceso que ha vivido, destacando que el viernes barajó la posibilidad de meterle entre los convocados y que el jugador admitió el mismo sábado, un día antes del partido, que estaba preparado para jugar un rato en la segunda parte.