De un tiempo a esta parte el concepto "procrastinar" se ha convertido en un término en boga, entendiéndose como el arte de aplazar las cosas, el hecho de dejar para otro momento lo que buenamente se puede hacer en el más inmediato presente. Es lo que muchos han denominado con el símil del "síndrome del mal estudiante". La RAE, incluso, concibe su verbo como el acto de "diferir” o de “aplazar". Ante este elogio hacia a la haraganería, el Atlético de Madrid B tiene el antídoto ideal para combatir la desidia: la memoria del pasado.

La idílica situación que vive el filial madrileño encuentra su explicación en una de las mejores virtudes que definen al equipo, la de competir siempre hasta el final independientemente del resultado que reine en el marcador. El Atlético B es un equipo que fue diseñado para competir en Segunda División B con los mismos jugadores que pelearon el curso pasado el ascenso en Tercera División, que se nutre de aquellas piezas que marcaron una época en La Academia con la consecución de Liga y Copa en el Juvenil División de Honor y que ha tenido la prohibición de realizar fichajes como escollo para conformar un grupo que aportara experiencia y madurez a los más jóvenes. Y pese a todo, los inconvenientes no han privado al colectivo humano de ser el sexto clasificado del Grupo I, con 19 puntos de ventaja con respecto a la zona de descenso y a tan solo una unidad de la cuarta plaza.

El Atlético B, diseñado para Segunda B con los mismos elementos del equipo que compitió en Tercera, es sexto clasificado y tiene 19 puntos de ventaja con respecto al descenso

Confiesa en público Óscar Fernández, en una mezcolanza de ideas que se debaten entre lo bueno y lo malo, que el obstáculo de no poder incorporar jugadores a la plantilla durante los dos últimos mercados de fichajes se convirtió en virtud para forjar un vestuario unido, que se conoce ya después de muchas batallas juntos. "Todo eso negativo lo transformo yo en compromiso, ilusión, en capacidad de crecimiento de los chicos. Yo lo resumo todo en ilusión por dar pasos todos juntos”, afirmó el técnico valenciano antes de empezar el curso. Y desde entonces, el Atlético B atesora 40 puntos de 72 posibles, está a tan solo cinco de confirmar matemáticamente la permanencia y es uno de los cuatros clubes con menos derrotas (4 en 24 jornadas) en su acumulado.

El esfuerzo es innegociable

Precisamente es la última unidad que sumó la que pone de manifiesto ese hábito de innegable esfuerzo que está instalado en el vestuario. Suele proferir Óscar que cuando no se juega bien, ya sea por mérito del rival o demérito propio, su equipo debe de competir hasta el límite. El filial madrileño logró en la recta final del partido, después de un primer tiempo para el olvido, rascar un valioso punto cosechando un empate contra el Rápido de Bouzas después de que Sielva adelantara al cuadro gallego desde los once metros. El mérito de ese resultado es que el Atlético de Madrid B, consciente de que su situación es privilegiada, de que la distancia con respecto al descenso es alta y que venía de realizar un esfuerzo notable tanto en Vigo contra el Celta B como en Segovia contra la Gimnástica en los últimos siete días, en ningún momento bajó los brazos e inclinó el campo hacia el lado vigués para empotrar al Rápido en su propia área hasta conseguir el ansiado gol materializado por el debutante Stéphane Emaná. Este Atlético B no conoce la palabra rendición.

Pudo conformarse con el resultado que campaba, alegando un sinfín de motivos como el deplorable estado del terreno de juego, la fatiga acumulada tras una exigente semana o que la suma de un punto no descuadraba demasiado su distancia con la zona caliente de la tabla de la clasificación. El filial no entiende de excusas ni de conformismos y es que cada punto hay que sudarlo. Acumulando nueve jornadas consecutivas sin conocer la derrota, el Atleti B ha sido capaz de terminar sumando en cada uno de los tres partidos en los que ha ido por detrás en el marcador durante esta racha invicta. Contra el Talavera de la Reina, una jornada después del pinchazo contra el Fabril, obtuvo un sufrido empate que se consiguió con el postrero gol de Zaka en el minuto 87. Algo similar sucedió hace escasamente unas semanas cuando el Real Valladolid B, de penalti, se marchó al descanso por delante, una renta que no supo mantener y que el equipo de Óscar dio la vuelta (2-1) en el segundo periodo. El guion se ha repetido este pasado domingo, con Sielva adelantando al Rápido y Emaná empatando a falta de siete minutos para la conclusión.

El Atleti B ha sido capaz de terminar sumando en cada uno de los tres partidos en los que ha ido por detrás en el marcador durante esta racha de nueve jornadas sin perder

Expone Óscar que lo que motiva al Atlético B a pelear por cada punto que hay en juego es el gran “vínculo humano” que se ha forjado dentro del vestuario. El paso de los años ha generado un ambiente que va más allá del simple oficio, casi de ambiente familiar y que tiene como lema el “Dear hard work” entre algunos de ellos.  “Es la mentalidad del equipo. En situaciones de extrema dificultad como fue el verano, el empezar con los mismos chicos del año pasado y demás, se ha creado un vínculo humano que nos hace ser creyentes de lo que hacemos y hacia dónde vamos y por eso los chicos en la segunda parte han dado un paso hacia delante”, reveló.