Un partido de fútbol tiene 90 minutos y se han de jugar estos 90 minutos. En la tarde del domingo, el Celta en Balaídos no lo hizo y tan solo jugó los últimos veinte. Si el cuadro vigués quiere jugar en Europa no se puede permitir estos partidos, y menos cuando el rival es el colista de la Liga Santander.

Un planteamiento fallido

Con las bajas de Wass y Emre Mor, dos hombres clave para el conjunto celeste, Unzué alineó de partida al canterano Brais Méndez y al danés Pione Sisto en las bandas. Su apuesta no dio resultado, ya que hasta el minuto 67, en que Unzué hizo los cambios de las dos apuestas del técnico, tanto Brais como Sisto. Entraron en su lugar Radoja y Lucas Boyé.

Tampoco funcionó la apuesta de los dos delanteros en vez de un ataque con tres hombres. Iago Aspas y Maxi Gómez no tuvieron apoyo por las bandas ni por el centro del campo. Ambos delanteros tampoco tuvieron una buena definición y no filtraron ningún pase correctamente.

Buen juego, pero sin acierto

El domino celeste solo apareció en el último tramo del partido, cuando Unzué realizó los cambios. Pese a que estos le dieron el empuje que necesitaban los vigueses para aproximarse al arco rival, el acierto de cara al gol de los celestes fue nulo.

Iago Aspas, Maxi Gómez y Lucas Boyé estuvieron muy activos y lucharon por el gol, pero al apostar por tres delanteros centro y prescindir de Sisto, que ponía la magia, el Celta se quedó sin su ansiado gol y perdió la oportunidad de ganar.

Iago Aspas falló un gol a puerta vacía en el 85. Maxi y Sergi Gómez también tuvieron sendas ocasiones claras. El uruguayo remató un centro a bocajarro pero al portero y el defensa catalán tuvo un remate al palo, que pudo haber sentenciado el partido.

Falta de magia y creación

Sin Emre Mor (lesionado), Sisto y Brais eran los encargados de aportar la creatividad en el bando celeste. Ninguno de los dos fue capaz de hacerlo y quién más cerca estuvo de sustituir a Wass fue el Tucu Hernández, que tuvo un buen partido, pero no se asoció con los de arriba.

Cuando el Celta empezó a dominar, los tres hombres de ataque celestes eran delanteros puros y ninguno de ellos era del perfil creador, el único capaz de hacer ese trabajo era Pione Sisto, y ya estaba en el banquillo. Así que el oficio quedó relegado a Radoja y el Tucu, así como obligó a los laterales a subir para poner los centros.

'Jugar a nada' no lleva a Europa

El partido de ayer fue la confirmación de la racha negativa del Celta, que parece haberse despedido de la lucha por Europa, que ahora está a 4 puntos de los 43 del Girona.

Nueve partidos quedan, que serán 'nueve finales' según los integrantes del Celta y, pese a que las matemáticas dan opciones a los vigueses, el juego no está acompañando.

Tras las derrotas abultadas ante Getafe y Atlético, los empates ante Espanyol y Málaga (de los que se podían haber sacado victorias), las derrotas ante equipos de la misma posición como Alavés, Girona y las victorias nada contundentes ante Eibar Las Palmas, el Celta parece que no está por la labor de entrar a Europa.

Para unos el juego celeste ya ha dejado al equipo fuera de Europa y para otros mientras los números lo permitan, las posibilidades seguirán ahí.

Será el parón de selecciones un momento de reflexión, para hablar sobre el juego del equipo e intentar cambiar la racha para, al menos, dejar buenas sensaciones a los aficionados y encarar la próxima temporada de otra manera.