Lunes por la noche. Lluvia sobre el RCDE Stadium. Casi medio estadio vacío. Y no comenzó fluido el partido. La presión sobre el Athletic era grande. Tras nueve jornadas sin conocer la victoria y todas las estadísticas en contra, Berizzo decidió volver a alinear el centro del campo que probó ante el Valencia, el primer partido sin encajar gol de los leones. Dani García, Mikel San José y Mikel Rico, puro músculo e intensidad. Por delante de ellos Raúl García, Aritz Aduriz e Iñaki Williams, para intentar demostrar que a este equipo no se le ha mojado la pólvora.

El Espanyol, por su parte, salió con su 11 de gala. En punta, el nuevo ídolo y máximo anotador de los pericos: Borja Iglesias. Que fue, cómo no, el encargado de abrir el marcador.

Pero poco pasó hasta el minuto 35. Poco interesante al menos. Ambos conjuntos salieron con la idea de comenzar jugando desde su propia área. No obstante, la intensa presión que ejercieron los dos equipos y su excesiva horizontalidad tuvieron como resultado un choque muy plano. Como noticia negativa, además, la lesión de Yeray.

Eso sí, pasada la media hora de juego, una pérdida de los leones condujo a una buena circulación del balón por parte de los locales, un centro desde la izquierda y un buen remate de cabeza de Borja Iglesias. El ex del Zaragoza supo buscar la espalda de un desubicado Iñigo Martínez para así adelantar a su equipo y lograr su sexto gol en liga.

Los rojiblancos, lejos de echarse atrás, intentaron contestar en la siguiente jugada. Williams, el mejor de los leones, recogió un balón, miró al área y superó a tres jugadores. Pero, como ya es habitual, la jugada no acabó en gol. Esta vez fue el palo el culpable. Así, el partido se fue al descanso con la sensación de que unas tablas habrían hecho mayor justicia.

En nada se pareció el comienzo del segundo tiempo al del primero. A pesar de que ambos continuaron con la presión, sobre todo el Athletic, el aumento de la movilidad en ataque y un mayor descaro de los jugadores talentosos propiciaron un encuentro mucho más abierto.

Las más claras las tuvo el Espanyol, que pudo sentenciar el partido en multitud de contraataques aprovechando los errores vascos. No obstante, una vaselina de Sergio García no quiso acabar en la red. Y, más tarde, Darder, que dio una exhibición de caños, tampoco supo definir desde la misma área pequeña.

Aduriz abandonó el terreno de juego en el minuto 70, tras haber dispuesto tan solo de una ocasión, un pase de la muerte de De Marcos que definió con timidez y acabó en las manos de Diego López. Tuvo que que actuar Williams, entonces, de referencia ofensiva rojiblanca. Y no lo hizo mal.

Durante toda la segunda parte se desmarcó, regateó, ofreció opciones… pero el gol siguió sin entrar. Si es verdad, esta vez, que la defensa de los pericos demostró que los espectaculares números que está logrando no son casuales.

Hubo alguna otra ocasión más, como un tiro de Raúl García, pero el marcador no se movió. El Espanyol se llevó los 3 puntos y al fin de la undécima jornada se coloca como segundo clasificado, demostrando que sus resultados poco tienen que ver con la suerte. Como poco tiene que ver con la suerte, por más que insista Berizzo en hablar de dominio de balón, la trayectoria del Athletic.

Ya son diez partidos seguidos sin ganar, la peor racha en la más que centenaria historia de los vizcaínos. Y el 17º puesto, previa visita al Metropolitano, asusta y mucho a la parroquia de San Mamés.