Sobre el partido de mañana, el capitán del Real Madrid dijo que iban a salir a ganar, y que había que hacerlo “sí o sí”, a pesar de todo lo criticado en estos días. Añadió que la palabra ganar era la que mejor define al club. "Queremos reivindicarnos con un buen partido", adelantaba.
Habló de la gran amenaza con la que cuenta el equipo turco: la afición y Radamel Falcao, sosteniendo que era una alegría ver que la gente amaba así el fútbol aunque le tocara vivirlo en contra, y que Falcao había sido siempre un gran ‘9’ y, aunque llevara unas semanas lesionado, sería una amenaza.
Sobre la pasada derrota en el campo del Mallorca, que dejó al equipo blanco sin liderato, Sergio comentó que era complicado sacar una conclusión, pero que debían ser realistas y cambiar, porque había muchas cosas que mejorar. Añadió que para él no merecieron perder, y que había que salir más enchufado al partido para que al final lo que cuente no sea solo el resultado. Dijo que no se podía desperdiciar ni un minuto del partido.
Acerca de la situación del equipo, argumentó que solo pensaban en ganar, que estaban tranquilos porque con esfuerzo y dedicación se consigue todo. El madridismo, añadió, le pedía que lo dejaran todo en el campo. Comentó que lo que podía mejorar el equipo son esos minutos iniciales, para poder obtener mejores resultados.
El camero defendió a su entrenador. Dijo que el vestuario estaba con él a muerte, y que la imagen que tenían que dar es la de uno unido al entrenador. Afirmó que los resultados llegarán y que si dijera que el míster se quedaba, no habría especulaciones. “El equipo piensa en ganar y no en la continuidad de Zizou”, añadió, concluyendo con que este merecía respeto por todo lo que había hecho para el Real Madrid. Sobre las especulaciones en el banquillo, reiteró que iban a dar la imagen de equipo unido y que estaban a muerte con su técnico.
Por último, apareció un nombre propio sobre la mesa, el de José Mourinho, de lo cual afirmó que Zidane estaba curado de espanto y sabía cómo iba el día a día. Sostuvo que el equipo debía estar ajeno a todo eso y que este dependía de los resultados. Finalmente, terminó comentando que hablar siempre de entrenadores ya cansaba, y que la vara de medir varía de unos a otros, tanto con jugadores como con entrenadores.