Hoy Granada llora, y no es para menos. El culpable de que Granada vuelva a sentirse orgullosa e identificada con el equipo de su ciudad pone punto y final a su etapa como técnico nazarí. Se cierra el ciclo más brillante de la historia del Granada CF. Diego Martínez parte de su segunda residencia en busca de seguir creciendo como entrenador, tras llevar al conjunto rojiblanco a cotas impensables aquel verano de 2018, cuando se hizo oficial su llegada al banquillo de Los Cármenes.

El éxito de dos fracasos

El 14 de junio de 2018 se oficializó la llegada de Diego Martínez a Granada. Un fichaje que reunía dos partes que acababan de fallar en la temporada recién terminada. Dos de los mejores proyectos de la categoría de plata no consiguieron su objetivo prioritario, Diego y el Granada fracasaron. Solo un mes después, unieron fuerzas para levantarse de un duro revés e iniciar un nuevo proyecto.

Sin el colchón económico del descenso, el Granada de Diego Martínez iniciaba aquella temporada con el objetivo de alcanzar lo más pronto posible los 50 puntos y a partir de ahí ponerse a soñar. El bloque de jugadores andaluces, la comunión equipo-afición y la mano del chamán hizo posible el retorno a la élite del fútbol español por la vía rápida, la del ascenso directo. La primera temporada de Diego en Granada tuvo 43 partidos con un porcentaje del 48.8% de victorias.

Un regreso a la élite estelar

Granada volvió a Primera de la mano de un Diego Martínez que se estrenaba en la máxima categoría del fútbol español. Para el recuerdo aquel gol de Vadillo al Real Betis para situar al equipo líder de Primera, o la apoteósica Copa del Rey de un equipo que volvió a vestir de rojiblanco a una ciudad que volvió a encenderse con su Granada CF. Antes de la pesadilla de la pandemia se vivió la mejor noche posible en el Nuevo Los Cármenes entre equipo y afición. El Athletic apeó al Granada de jugar una final de Copa, pero la ciudad recuperó el sentimiento de orgullo y pertenencia por su equipo. Los niños en Granada quieren ser del Granada y de ello tiene mucha culpa Diego Martínez.

La pandemia privó a los aficionados de ver al equipo seguir haciendo historia. Diego llevó al equipo a realizar un tramo final apoteósico, y en una última jornada de liga de transistores, el Granada se clasificó para disputar competición europea por primera vez. El fútbol debía una al Granada CF, y se lo devolvió ante el equipo que rompió en añicos el sueño de jugar una final, el Athletic Club.

Una aventura europea sin afición

El tercer y último curso de Diego a las órdenes de este barco llamado Granada ha sido el más cruel de todos. La rojiblanca horizontal ha hecho historia por Europa, y la parroquia nazarí no ha podido disfrutar de ello presencialmente. El 'chamán' ha disipado todo tipo de dudas dotando de personalidad, intensidad y creencia a un equipo no acostumbrado a jugar cada tres días. El Granada no fue el nuevo Espanyol, ni ha estado cerca de estarlo. Diego mantuvo enchufado a todos y cada uno de los miembros de una plantilla que jamás ha estado por debajo del décimo lugar de la tabla clasificatoria.

Pero si en algo ha tenido trascendencia esta atípica temporada es en el maravilloso viaje que el Granada CF ha tenido por Europa. Desde Teuta a Old Trafford, pasando por Eindhoven o Nápoles, donde el Granada consiguió cotas inimaginables hace 15 años cuando el equipo deambulaba sin rumbo por la Tercera División.

Se marcha el culpable de que Granada haya recuperado ese sentimiento rojiblanco horizontal. El hombre que ha hecho que los niños en Granada se pongan la camiseta del Granada CF, y dejen a un lado las de Barça o Madrid. Diego deja un legado eterno y difícilmente repetible en un equipo que hoy llora, pero a partir de mañana debe levantarse con el objetivo de seguir creciendo con un nuevo capitán de barco al mando.