La Real Sociedad sumó tres puntos de Oro en la Tacita de Plata (0-2) ante un Cádiz que resistió bien durante la primera hora de juego, pero que sucumbió al acoso donostiarra presa de un cansancio excesivo provocado en gran medida por la incapacidad para retener el balón, respirar con él y aliviar a su zaga. Oyarzabal, primero con un gran cabezazo a pase de Aritz y después transformando un penalti, se erigió como el gran protagonista del partido. Todo ello en una Nueva Mirandilla que presentó un aspecto soberbio, con casi 12.000 cadistas celebrando su regreso masivo a su templo. El aforo del 60% da otra imagen a los estadios, que parecen ya prácticamente pre-pandémicos.

  • Aplastamiento txuriurdin, ocasiones para ambos

La primera mitad fue un monólogo donostiarra. La posesión llegó a ser del 80% para los hombres de Imanol en el minuto 30 de partido. Los hombres de Cervera se limitaban a defender (ese doble pivote Jonsson-Fali era toda una declaración de intenciones), cerrar espacios (secando así a Isak) y aprovechar errores o jugadas a balón parado para arañar a Remiro. Los de Imanol buscaban constantemente la clarividencia de Silva para filtrar balones o dirigir jugadas que pudieran romper la muralla cadista.

Con esta tónica discurrió toda la primera mitad y ambos equipos pudieron sacar rédito de sus opuestas estrategias. Lo intentó primero tímidamente Alex Fernández, pero la más clara del Cádiz fue en el minuto 24, cuando tras un córner, el balón le cayó a Fali, quien sorprendió a propios y extraños con un taconazo para dejar la línea de fondo a Espino, cuyo centro potente desvió Aihen directamente al travesaño de la portería. El rebote cayó en pies de Negredo, que conectó un disparo que rozó el poste del marco defendido por Remiro.

La Real gozó también de diversas ocasiones, si bien no tuvo la malicia necesaria para transformar en gol sus incursiones en el área (se llegó a ver alguna jugada cómica, con los jugadores donostiarras realizando múltiples pases dentro del área pequeña rival sin encontrar hueco para disparar). Aun así, tanto Silva (con un disparo desviado por un defensor), Oyarzabal (tras un gran pase de Le Normand) o Isak (con un bello disparo desde la larga distancia que no encontró portería por centímetros) pudieron abrir la lata para los de Imanol y obligar al Cádiz a variar su planteamiento inicial. 

  • Inicio de segunda mitad insulso

La segunda mitad arrancó con la que acabó siendo la última jugada de ataque del Cádiz en todo el partido, un disparo con veneno de Salvi que rebotó en un defensor. A partir de ahí, el partido entró en una fase pantanosa, densa, en la que la Real seguía acaparando la posesión, pero en la que ni los de Alguacil lograban conectar con los hombres de arriba ni los de Cervera lograban robar y salir con peligro. 

El Cádiz propuso un triple cambio para refrescar al equipo y buscar mayor movilidad arriba de la mano de Osmajic y Álvaro Jiménez. No lo logró. El equipo siguió sin encontrar la manera de respirar con el balón e incomodar a Remiro, con lo que concentraba demasiados esfuerzos en frenar a la Real.

  • Oyarzabal desequilibra el choque

Al final, el ejercicio de sacrificio de los andaluces se tradujo en una inevitable fatiga colectiva que permitió a la Real desplegar su juego mucho más cerca del área rival, encontrando más espacios y ocasiones. Oyarzabal e Isak avisaron en el 64 en una doble ocasión tras una jugada de orfebrería dentro del área. El eibartarra se generó un espacio tras un balón de Silva, regateó a su par y su disparo fue repelido. El cuero cayó al sueco, cuyo intento fue anulado por Ledesma. Gran parada del arquero argentino.

Sin embargo, el gol que abrió la lata y destrozó moralmente al Cádiz no vino tras una de las múltiples jugadas de combinación y finura estilística de los donostiarras, sino tras una acción rudimentaria, del fútbol de toda la vida, pero efectiva y no exenta ni mucho menos de calidad. Aritz Elustondo, con espacio para cruzar el centro del campo sin oposición (el Cádiz estaba muy hundido) levantó la cabeza, oteó el panorama y detectó el movimiento de Oyarzabal a la espalda de los centrales. Colocó un balón aéreo de 50 metros con una precisión asombrosa y el de Eibar conectó un frentazo descomunal, superando la estirada de Ledesma y colocando el esférico en el fondo de la red. Corría el minuto 71 de partido.

  • Penalti y finiquito

El Cádiz se vio obligado a abrirse y dejar más espacios tras el gol, y ello propició que la Real encontrara espacios y pudiera montar contras con peligro. En una de ellas, en el minuto 83, el recién incorporado Sørloth se deshizo de Marcos Mauro, galopó hacia el área y fue derribado por Juan Cala. Penalti y segunda amarilla con la consiguiente expulsión para el central. Oyarzabal, experto en la materia, engañó con parsimonia a Ledesma, sentenciando el partido y colocándose como pichichi en solitario. 

Los jugadores de la Real celebran el primer tanto de Oyarzabal. Foto: Getty Images.
Los jugadores de la Real celebran el primer tanto de Oyarzabal. Foto: Getty Images.    

Poco más dio de sí el partido, pues el Cádiz había bajado definitivamente los brazos y la Real comenzó a regular esfuerzos pensando en el choque que deberá disputar en Eindhoven el jueves. Cabe destacar la participación de nuevo de Julen Lobete con el primer equipo en estos últimos minutos y el buen hacer de Sørloth, fichaje desconocido para el gran público. 

Con este resultado, la Real se coloca en los puestos nobles de la tabla, sumando 9 de 12 puntos y logrando ganar y mantener la portería a cero por tercer partido consecutivo. Los txuriurdines destacan y reciben alabanzas por su propuesta ofensiva y su calidad en la media y la delantera, pero la clave secreta de su éxito o fracaso será sin duda la seguridad defensiva que parece que empieza a exhibir de manera constante. El Cádiz, por su parte, suma su segunda derrota consecutiva en casa y seguirá una jornada más con 2 puntos en la clasificación. Tendrá la oportunidad de cosechar su primera victoria de la temporada la semana que viene en Vigo, pero deberá mostrar algo más en ataque si quiere lograrlo. Nadie duda de la capacidad defensiva y el orden táctico del cuadro andaluz, pero solo con eso es complicado vencer partidos en la máxima categoría.