Cuando se anunció el once elegido por Simeone para enfrentarse al Celta se confirmó lo esperado: el Cholo no pensaba en la final de Champions League. O sí. Porque, como él mismo dijo en la rueda de prensa previa, “la mejor manera de seguir compitiendo es no alejarse de nuestra línea de trabajo”. Es decir, partido a partido. Por eso, los rojiblancos cerraron esta Liga como vienen haciendo toda la temporada: jugando con intensidad y con gol de Griezmann. Aunque, por  esta vez, el protagonista no fue el francés, sino Don Fernando Torres.

El Celta, por su parte, venía dispuesto a amargarle la fiesta de despedida a los colchoneros. Porque los celestes son expertos en complicarle la vida al Atlético y porque se jugaban una quinta plaza que les ahorraría una previa de UEFA Europa League. Lo suficiente para que el conjunto de Berizzo fuera a por el partido con toda la intención de llevarse los tres puntos.

La primera parte del encuentro se puede resumir en la actuación de dos jugadores: Nolito y Fernando Torres. El primero de ellos, fue el jugador más peligroso de los celestes. Ya es conocida su destreza a la hora de efectuar lanzamientos de falta pero parece que el Atlético no estaba al tanto de ello. Y así llegó la acción más envenenada del Celta, con un una falta botada por Nolito que recogió atento Orellana a un metro de la portería. Suerte que bajo palos estaba uno de los porteros más en forma de Europa: Jan Oblak.

Torres dio un recital

Pero aunque no estuvo mal el delantero celtiña, el mejor jugador del partido fue rojiblanco. Y ese fue Fernando Torres. El Niño dio un verdadero recital sobre el césped. Primero, con una clase magistral de fútbol en la primera mitad: robos, anticipaciones, medidos pases y regates. Sobre todo regates, que hicieron levantarse a toda la grada. Pero hubo más.

Y es que Fernando participó en los dos goles de los colchoneros: anotando el primero y propiciando el segundo. Torres adelantó al Atlético con una estirada perfecta para rematar un centro de Koke, donde sólo los buenos delanteros llegan. Y sólo unos minutos después llegaría el segundo. Griezmann fue el goleador, que, muy atento, aprovechó el rechace de un disparo a la madera de El Niño. Dos goles en cuatro minutos y empezó la fiesta en a la grada. O mejor dicho siguió. Porque la afición colchonera sí que pensaba en Milán desde el minuto uno. Se acordaron de todos y cada uno de los jugadores, del amonestado Simeone y del rival, no podían olvidarse de ese rival al que tantas ganas tienen de derrotar el próximo 28 de Mayo.

Y así, con victoria y fiesta en la grada, terminó esta Liga para el Atlético, haciendo los deberes y con el bonito reto de la Champions en el horizonte. Además, los rojiblancos alcanzaron los 88 puntos en Liga, su segundo mejor registro de la historia. El Celta, por el contrario, se marchó del Calderón menos contento que la última vez, cuando eliminó a los colchoneros de la Copa del Rey. Los de Berizzo se verán obligados a jugar previa de Europa League finalmente.

Pero esta crónica no podía terminar sin mencionar a Tiago. Ese futbolista que se encargó de poner el fútbol en el Atlético en la primera vuelta. Ese futbolista que Simeone reconoció como su favorito. Ese jugador capaz de poner al Calderón en pie con su vuelta. Tiago se vistió de corto de nuevo. Por fin, Tiago volvió.