Tras la dolorosa derrota en San Mamés, el Málaga volvía a jugar en casa, su fortín, ante el Real Zaragoza, un equipo del que, pese a ser colista, ni Pellegrini ni los jugadores querían fiarse.
Los primeros minutos fueron bastante tranquilos. El Málaga se hizo rápidamente con el control del balón, lo que no se tradujo en ocasiones. No en vano, fue el Zaragoza el primero que se acercó con peligro, con un disparo de Pablo Álvarez, que entró por la derecha libre de marca.
Enseguida despertó el conjunto costasoleño, que empezó a internarse en el área con más intensidad. Un centro de Monreal, que tocó en Rondón, le cayó a Seba, quien, sin pensárselo dos veces, chutó a bocajarro a las manos de Roberto.
A medida que pasaban los minutos el encuentro se tornaba más neutral. Los de Pellegrini seguían teniendo el dominio del esférico, pero el cuero iba y venía de un lado al otro del campo.
Así, fue el Zaragoza el que golpeó primero. Un centro de Lafita desde la derecha sirvió a Aranda para inaugurar el marcador. El malagueño –al que los silbidos le acompañaron cada vez que tocaba la pelota- se acomodó el balón con la derecha y definió perfectamente para batir a Willy, provocando una sonora pitada en La Rosaleda.
Los blanquiazules tuvieron oportunidad de establecer la igualada por mediación de Mathijsen, con un disparo diestro ajustado al palo, que sacó providencialmente Roberto. Isco lo intentó con un derechazo desde fuera del área, que fue atajado por el meta zaragocista.
Cuando ya parecía que el 0-1 se iba a mantener hasta la vuelta del descanso, Isco puso un centro que Seba, libre de marca, peinó para enviar el cuero al fondo de las mallas del hasta ahora salvador Roberto, y poner así el 1-1 en el luminoso.
Sin tiempo para más, el colegiado decretó el final de la primera parte, unos 45 minutos marcados por la ausencia de grandes ocasiones y por un juego por parte de los locales que dejaba a la grada insatisfecha, como así se lo hicieron saber.
Poco cambiaron las cosas tras el descanso. El Málaga seguía con el control del balón, pero sin crear excesivo peligro.
Remontada
Rondón, que volvió a estar bastante participativo, erró una ocasión más que clara al comienzo de la segunda mita. Un pase al centro del área se paseó por delante de la meta visitante sin que el venezolano llegase a rematar.
El siguiente en intentarlo fue Recio, con un disparo con la derecha desde fuera del área, que fue cogiendo rosca, pero se marchó por línea de fondo. Precisamente el canterano fue el segundo cambio de Pellegrini, ya que se marchó para dejar su sitio a Joaquín, lo que al público no acabó de gustar.
El primer movimiento de banquillo fue la entrada de Demichelis por Sergio, que se marchó con unas visibles molestias en el muslo y el club ha informado de que sufre una lesión muscular en los isquiotibiales derechos, y está pendiente de pruebas diagnósticas el próximo miércoles. También Manolo Jiménez comenzó a hacer cambios y dio entrada a Juan Carlos por Abraham.
Los blanquiazules seguían intentándolo y, en esta ocasión, la suerte les sonrió. Rondón abrió para Isco y el malagueño puso un centro-disparo que Da Silva desvió para marcar en propia puerta y poner en ventaja al Málaga.
El Zaragoza, que comenzó adelantándose en el marcador, veía cómo el partido se le ponía cuesta arriba, por lo que el técnico decidió gastar los dos recambios que le quedaban, dando entrada a Luis García y Postiga, por Lafita y Aranda, que de nuevo fue pitado.
Pellegrini también agotó el último cambio con Maresca, que entró por el ovacionado Seba.
Sentencia
El resultado justo no podía permitir que los locales se descuidasen, y acabaron poniendo tierra de por medio. Un cabezazo de Demichelis tras un córner botado por Joaquín ponía el 3-1 en el minuto 76.
Sin apenas tiempo de reaccionar para el Zaragoza llegó el cuarto; una buena jugada de Rondón, que dio el pase de la muerte a Isco. El mediapunta esperaba libre de marca, se acomodó el balón y batió con toda la frialdad del mundo a Roberto.
El abultado resultado animó aún más a los blanquiazules, e incluso Rondón estuvo a punto de marcar de espuela, un intento que salió desviado.
Mientras tanto, el Zaragoza, hundido por el resultado, se quedó sin capacidad de reacción, mientras los aficionados zaragocistas gritaban: “Agapito, dimisión”.
Pero la fiesta no podía estar completa sin el tanto del incansable Rondón. Monreal robó un balón y le dio el pase al venezolano, que puso el 5-1 viendo así recompensado su esfuerzo.
Aún tuvo alguna ocasión más el Málaga, por mediación de Joaquín, pero no hubo tiempo para más y los locales, a pesar de no haber desplegado su mejor juego, cerraron así la mayor goleada de la temporada; tres puntos que les permiten quedarse, de momento, en zona Champions, a la espera de lo que pase en el resto de la jornada.
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Imagen de archivo: EFE.