Tanto Alicia Coutts como Dana Vollmer pisaron Barcelona como favoritas a hacerse con la victoria en los 100m mariposa. Sobre todo la primera, que lleva un año portando el aura que le confiere ser campeona olímpica y tener el récord del mundo. Ninguna ignoraba que la sueca Sarah Sjöström también venía a culminar una temporada plagada de buenos tiempos.

Desde la semifinal comenzó a cimentarse lo que terminaría ocurriendo. Sjöström se metió en la final con el mejor tiempo, una décima mejor no ya de las dos mencionadas, sino de Jeanette Ottesen, la otra outsider aspirante a subirse al podio. Con esos antecedentes quedó descartada totalmente la hipótesis de una victoria fácil para alguna de las contendientes.

Lo que sucedió fue lo siguiente: la sueca tocó la pared y medio segundo después –que se dice pronto- llegaron las siguientes. El comienzo fue igualado, y al paso por los 50 Alicia Coutts y Ottesen le disputaban el oro, con Vollmer más retrasada, como guardándose para el sprint final. El cambio de ritmo de la estadounidense no llegó. Sí lo hizo el de Sjöström, que como un auténtico caza de combate aplastó a Alicia Coutts en la vuelta. La australiana se llevó la plata y Vollmer el bronce.

Sus 56.53 le dan por fin la victoria mundialista tan largamente buscada, la que la fortuna le negó por tres veces en Shanghái, donde fue cuarta en tres ocasiones. Hoy ya es campeona del mundo, y todos los aficionados a la natación le reconocen el esfuerzo. Sus palabras, turbadas por la emoción, fueron: “Es el momento más importante en mi carrera, difícil de creer. No he hecho mi mejor tiempo, pero es la primera vez que vivo este tipo de cosas”.