El Circuito de Sochi acogerá este fin de semana la segunda prueba en su corta historia. El gran favorito al triunfo, como casi siempre en este 2015, es Lewis Hamilton. Tanto su estado de forma como el de su principal rival, Nico Rosberg, no invitan a pensar algo diferente. El potencial incontestable de los motores Mercedes en un circuito con gran primacía de la velocidad punta es el factor que inclina la balanza de forma definitiva del lado de los monoplazas germanos.

El estreno circuito del parque de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014, con sus largas rectas, fue mucho menos espectacular de lo que se prometía. Si por algo se habría de destacar la carrera del año pasado es por el bochornoso espectáculo que la FIA protagonizó con el homenaje al, entonces, hospitalizado Jules Bianchi, fallecido el 17 de julio de este año como consecuencia de su accidente en Japón, la parada previa a Rusia. La inclusión del himno ruso en el protocolo casi acaba con el minuto de silencio que los pilotos quisieron realizar en la recta de meta, algo que fue prácticamente obviado por la realización. Únicamente, mensajes de apoyo al piloto francés aparecieron proyectados durante la disputa de la prueba.

Fuente: www.ibtimes.com

En lo meramente deportivo, los motores Mercedes no tuvieron rival. La mejor prueba de ello fue la actuación de Nico Rosberg. El alemán atacó demasiado agresivamente a Lewis Hamilton en la primera curva, clavando sus frenos, por lo que tuvo que cambiar sus ruedas en la primera vuelta. Con una carrera cuesta arriba, la remontada de Nico resultó más placentera de lo esperado y logró reducir la hipotética pérdida de puntos al finalizar segundo, a tan solo 13 segundos de su compañero de escudería.

Las cinco primeras posiciones fueron ocupadas por motores Mercedes, en una exhibición absoluta. Tras el enésimo doblete de Mercedes, se situaron Valtteri Bottas, Jenson Button y Kevin Magnussen. El primer monoplaza que hizo frente a semejante dominio fue el Ferrari de Fernando Alonso, aunque finalizó a un minuto justo del vencedor.

Un largo camino

El dominio de Mercedes en Rusia no se remonta a 12 meses, sino más de un siglo atrás, en el remoto año ya 1913. Las primitivas competiciones de monoplazas de altas prestaciones no se hicieron esperar una vez nacida la pasión por las cuatro ruedas. Las primeras grandes pruebas eran disputadas anualmente en Francia, denominadas grandes épreuves, pero las carreras comenzaron a difundirse por el continente europeo y el Imperio de Rusia no iba a ser menos.

En 1913, Rusia albergó una de las carreras más importantes disputadas del año, todo un acontecimiento en el que solamente estuvo acompañada de la grande épreuve, celebrada en Amiens (Francia), y primitivos grandes premios, como el de España, celebrado en la localidad madrileña de Guadarrama; o el de Francia, disputado ya por entonces en la mítica localidad de Le Mans; además de la ya por entonces importante prueba de las 500 Millas de Indianápolis.

La capital imperial, San Petersburgo, albergó en 1913 la primera gran prueba de la historia del automovilismo en suelo ruso. El circuito, en realidad una carretera, como muchos trazados de la época, era muy simple, casi un paralelogramo, con las curvas de 90º y dominado por las rectas, que surcaban más de 30 km. El resultado no pudo ser mejor para orgullo del país de los Romanov, pues se dio el primer doblete ruso, y único, de la historia del automovilismo del más alto nivel. Georgy Suvorin e Ivan Ivanov ocuparon los escalones más altos del podio, por delante del francés René Nothombe. El coche del ganador fue un Benz, compañía que en 1926 se unió a Mercedes para formar la empresa que ha dominado con mano de hierro las dos últimas temporadas de Fórmula 1: Mercedes-Benz.

Un año más tarde, los monoplazas volvieron a rugir en la capital de los zares. En 1914, y apenas dos meses antes de que se desatase la Primera Guerra Mundial, un alemán lograría conquistar San Petersburgo. Willy Scholl repitió la victoria de Benz el año anterior, impidiendo el triunfo de un ruso, Stepan Ovsyannikov. El último escalón del podio lo pisó el italiano Eugenio Beria d’Argentine.

Así pues, y hasta la fecha, Mercedes-Benz es la única escudería que ha sido capaz de ganar las carreras de máximo nivel automovilístico en Rusia y, salvo catástrofe o ayuda de los neumáticos, lo seguirá siendo hasta, al menos, 2016.

Comienzo del Gran Premio de Rusia de 1913, fuente: www.wikipedia.org

Una larga travesía

La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa acabaron con los grandes premios en Rusia durante un siglo exacto, pues hasta 2014, con la carrera de Sochi, no se retomaron. El primer intento se produjo en los años 60 y se eligió como escenario la localidad de Touchino, en las inmediaciones de Moscú, pero los gastos del proyecto se dispararon y, finalmente, el gobierno soviético cejó en su intento de atraer a la Fórmula 1.

En la década de 1980, y con Bernie Ecclestone como dueño casi absoluto de los derechos de la Fórmula 1, se retomó la idea. El magnate se centró en celebrar un gran premio tras el telón de acero y la URSS era el lugar idóneo. El escenario que el magnate barajó era la colina de Lenin, en Moscú. A pesar de sus esfuerzos, la idea no fue bien recibida en la capital soviética. Hungría ocuparía el lugar de la URSS en los planes de Bernie. Sus planes volvieron a fracasar a finales de la misma década, cuando se volvió a proponer Touchino como destino del Gran Circo.Hasta cuatro intentos serios de que Rusia entrase en el calendario se sucedieron sin llegar a buen puerto

Tras ser engañados los rusos por una empresa italiana que pretendió construir un circuito de carreras en las calles de la capital después del colapso de la URSS, en el año 2000, se volvió a proponer otro lugar en las inmediaciones del aeropuerto de Sheremétievo, pero no pasó de la propuesta. Tras volver a proponer un circuito en el parque moscovita de Nagatino, las miras se dirigieron hacia San Petersburgo, con el objetivo de celebrar una carrera en 2008.

Tras el enésimo fracaso, en 2010, se anunció el acuerdo por el que la Fórmula 1 volvería a Rusia para hacerlo en un escenario sin parangón: un parque olímpico, el usado para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014, en Sochi, donde, por una vez, la inversión no fue un problema.