Hay gente que nace con estrella, y ese es el caso de Álex Márquez. Piloto que, desde muy corta edad tuvo que sufrir el llevar a sus espaldas el peso de ser “el hermano de”, relegado siempre a un segundo puesto, y es que las comparaciones son odiosas, aunque él siempre ha llevado con gran orgullo que se le compare con su gran referente: su hermano Marc Márquez.

Sin embargo, poco a poco podemos ver cómo el menor de la saga Márquez se ha ido despojando de ese título, de esas comparaciones, creando su propio estilo de pilotaje; su propio estilo de ser en pista que bebe en cierto modo del de su hermano, pero que si los ponemos en común, son más que distintos: son el ying y el yang, lo blanco y lo negro; el mayor, con un pilotaje de lo más agresivo, atacante, con ansia de victoria a cualquier peso, situación que a veces le impide pensar con claridad, siendo tal vez el piloto más impulsivo de la parrilla, algo que contrasta a la perfección con su hermano menor: más tranquilo, relajado, con más suavidad pilotando, conservador en el sentido de saber parar cuando su moto dice “basta”, tal y como hizo el fin de semana pasado en MotorLand, pero a la vez, con ese ansia de ganar que todos los pilotos tienen, y es que: ¿Qué tipo de piloto sería si no tuviera esa necesidad de ganar?

A Álex lo hemos visto desde sus inicios en el mundial como un piloto pensativo, capaz de meditar qué es lo mejor para el campeonato, sin necesidad de correr riesgos salvo cuando sea estrictamente necesario. Su llegada a MotoGP era un secreto a voces que se veía venir pese a las recomendaciones de su hermano, que intentaba retrasar ese gran paso de su hermano hasta que lo viera perfectamente preparado, hasta que, finalmente, ese día llegó, y nada más y nada menos, Álex consiguió una plaza en el Repsol Honda Team para compartir box con su hermano: un sueño hecho realidad para la familia Márquez Alentà.

Las malas lenguas hablaban: nuevamente salió que ese gran logro fue, en parte, por ser “hermano de”, pero con el paso del tiempo hemos visto que eso no es así: su talento ha hecho que lo consiga, y es que para ser campeón del mundo en dos ocasiones como ha conseguido “el pistolas” poco tiene que ver de quién seas hermano, sino cómo trabajes para hacer ese sueño realidad. Su gran trabajo sobre la moto, pese a las rachas de mala suerte que ha tenido en multitud de ocasiones en las que las caídas eran el pan de cada día, le hicieron formar parte de HRC, donde no empezó con muy buen pie, y es que sus primeras carreras fueron nefastas… como las de cualquier otro rookie; como las de cualquier piloto que deba adaptarse a una nueva moto, a una nueva forma de hacer las cosas. En general, como cualquier persona que deba adaptarse a un gran cambio en su vida: a todos nos ha pasado alguna vez. Pero después de la tormenta llega la calma, y el gran Álex está en lo más alto: dos podios consecutivos, dos primeros puestos rozando la victoria con una actuación en carrera que dejó hasta al propio Marc Márquez helado. Ahora comienza a sonar su nombre: Álex Márquez, dejando a un lado el calificativo de ser el hermano del ocho veces campeón del mundo. Ahora ambos hermanos pueden estar orgullosos el uno del otro y presumir en redes tal y como ellos hacen. Son un equipo, una combinación perfecta por la que cualquier equipo del campeonato del mundo de MotoGP pelearía por tener en sus filas.

Álex Márquez, GP de Francia | Foto: MotoGP.com
Álex Márquez, GP de Francia | Foto: MotoGP.com

Ni que decir tiene que Álex está siendo la gran sorpresa de este año: las miradas estaban sobre él desde que se anunció su fichaje; tanto miradas de admiración como miradas críticas que aprovechaban cualquier error para cuestionar su talento, algo que él solo ha conseguido callar. Empatado a puntos con Brad Binder, peleando por ese título de rookie del año, y tal como el pequeño de los Márquez nos tiene acostumbrados, nos esperan muchas sorpresas en las cuatro carreras que aún quedan para terminar la temporada: ¿se sumará a la lista de vencedores en este alocado año?, todo pinta a que será así, pues ha podido demostrar que tiene más potencial que los veteranos e, inclusive, que los pilotos que están luchando por el título mundialista, y con mente fría, pensando cada movimiento, llegará muy lejos.

Al “pistolas” le queda mucha guerra que dar. De momento, ha demostrado que es un gran piloto de pies a cabeza y que no se equivocaron al darle un hogar en HRC, pese a que el año que viene no esté aquí: ¿se arrepentirán de dejarlo ir?

Serán muchas las victorias que a Álex le quedan por delante, victorias por las que tendrá que luchar en los próximos años con un rival muy especial: su hermano.

El espectáculo ha comenzado, y es que su pilotaje en sí es un espectáculo con el que podría deleitarnos durante horas sin aburrirnos. Disfruten de él; disfruten del menor de la saga Márquez, porque tenemos Álex para rato.

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