"Ame", mi buen amigo

América gana gusta y golea en casa, los hinchas azulcremas vivieron a pleno el "día del amor y la amistad" con la goleada de 5-0 sobre Jaguares, sin duda un marco inmejorable para festejar esta fecha con el equipo de sus amores.

"Ame", mi buen amigo
(Foto: VAVEL México/ Hazel Dávila)
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Por Hazel Davila

Tarde gris en la colonia Santa Úrsula, los globos de helio adornan las veredas y las rosas colman las esquinas. Pasan tomados de la mano sin fin de enamorados, algunos caminan con destino a centros comerciales, otros, comparten los mismos colores de camiseta y se enfilan directo al templo del futbol mejor conocido como Estadio Azteca.

La gente de a poco se enfila a comprar las entradas en las taquillas del estadio, porque si, hoy las parejas son mayoría en la explanada del Coloso que poco a poco llegan en medio de un clima poco esperado pero que no es impedimento para que el “día del amor y la amistad” sea festejado de manera inusual para muchos, en una cancha de futbol.

Por otra parte están los que acuden solos al estadio, los que no conocen de fechas especiales, pues ¿Qué puede ser más especial que ver a lo que más te llena de vida? Si, tu equipo de futbol. Aquellos que no van acompañados por nadie observan cómo llegan las parejas enlazadas con los brazos uno del otro, sin embargo no muestran resentimiento alguno pues antes de conocer a una novia, amiga o amante conocieron al Club América y hoy en el día del amor dejaban todo para ver al campeón, como siempre.

Comienza el encuentro entre Águilas y Jaguares, América por su parte muestra un cuadro “cauteloso” según opinan los que tienen micrófono, suposiciones a fin de cuentas por que los azulcremas salen con el ímpetu  a tope, la mirada de todos quiere ver a los de amarillo y azul bailar con la redonda, quieren ver que la trate con cariño y respeto, de esta forma a los pocos minutos del primer lapso Osvaldo Martínez desenfunda y dispara desde pasada la media cancha para que “la caprichosa” viaje acompañada de la mirada de todos los presentes que pudieron disfrutar de lo que fue un gol para el recuerdo ¡Viva el fútbol señores, amor puro!.

Las banderas se ondean en las gradas y la gente tiene la mirada cristalizada con el buen juego que desempeña la orquesta de Matosas, durante el primer tiempo los goles caen por racimos, la gente corea “OLE OLE” Sambueza engancha y pisa la pelotita , la baila al más puro estilo del tango, América es dueño del partido y con ello dimensiona la cancha como una pista de baile donde el ritmo es una milonga que hace regocijar al respetable que se endulza la mirada con cada toque cada disparo, la idea futbolística y los 3 goles obra de Martínez, Samudio y Benedetto que define al más puro estilo “argento” .

En el Azteca el entretiempo no es un descanso, es una parte más del partido, Celeste el Águila real desciende del túnel 49 y toma absoluto protagonismo realizando su llegada majestuosa y audaz (como bien dice el himno). La segunda mitad inicia y con ello la sed de goles aumenta en los aficionados que a su vez la manifiestan con cantos de aliento que empujan al equipo, se respira tranquilidad y esa misma se proyecta al terreno de juego donde Muñoz se envalentona y mete un enganche hacia adentro y deja loco al jugador chiapaneco que osaba a robarle el balón al arquero de los goles importantes.

Es un día perfecto para perdonar o reconciliarse, Oribe Peralta lo sabe y se saca la malaria haciendo su tercer gol del torneo con caída incluida, da la sensación que la gente grita más el gol del dorsal “24”, ese muchacho es muy arropado por la gente y lo sabe, por eso tampoco desaprovechó el pase filtrado de Pellerano  que lo dejó solo para que la picara al arco y se largara a festejar con la gente.

El alarido es una constante en las gradas, es definitivo no hay quien se levante de tal paliza por eso los hinchas se miran unos a otros en tono de complicidad, orgullosos de este equipo depositando todas sus ilusiones en la camiseta azulcrema por que a final de cuentas uno puede cambiar de casa, familia, novia, religión, de dios, pero hay una cosa que no puede cambiar, no puede cambiar su amor por la camiseta.