A lo largo de la historia del futbol, han existido partidos memorables, que son llamados con nombre propio y que han quedado grabados en la colectividad del pensamiento deportivo para la eternidad; que se habla de ellos y son conocidos generaciones después de haberse jugado, y que contribuyen a la grandeza del juego.

El partido del Necaxa, en casa del Celaya, por su parte, es todo lo contrario a ese tipo de juegos.

Y es que, desde un principio, se sabía que los ‘Electricistas’ habían salido al campo a jugar un juego que solamente ellos conocen: ni rastro del equipo que ha estado peleando el liderato en la Liga desde prácticamente el inicio de la misma. Ya se había visto con los Dorados, que no iban a desplegar el futbol al que nos hemos acostumbrado.

Por su parte, Celaya, como la mayoría de los equipos del Ascenso MX que están participando en la Copa, hizo lo que tenía que hacer y al final le resultó, un buen momento para todos aquellos que gustan de tentar a la suerte en las apuestas deportivas, pues con el triunfo del Celaya, quizá sus arcas engordaron.

Aunque se ha hablado toda la vida de las exiguas entradas en el Estadio Victoria, es importante mencionar que en el Miguel Alemán Valdés no se quedan atrás por ningún motivo: quizá la entrada más mala que se habrá visto en toda la jornada copera, incluso tomando en cuenta que para el Necaxa esto es habitual, fue testigo de un juego para el olvido, desde todos los ángulos posibles.

La esencia de los partidos de Copa, desde que ésta existe, es dar una oportunidad a jóvenes para que muestren sus habilidades con el primer equipo, que esto sirva como premisa para entender la razón por la que la mayoría de los clubes tienen un desempeño diferente al de la competición más importante, que es la Liga; así quedan explicadas todas las cuestiones que disuaden al aficionado de asistir al estadio: las fechas y horarios, el desempeño arbitral, el funcionamiento de los propios equipo en función de la naturaleza del torneo que están disputando, entre otros. En términos puristas, el partido entre el Celaya y el Necaxa fue justamente un típico partido de Copa, ni más, ni menos.

Quizá se peque de soberbia dentro de la afición rojiblanca, puesto que el sentir general no es de insatisfacción o molestia, ni siquiera sorpresa, incluso, porque, por un lado, se veía venir algo así desde la primera jornada, mientras que, por el otro, las preocupaciones de la afición de cara al final de la temporada regular, que oscilan entre amarrar la calificación a la Liguilla, y la posterior destrucción del primer equipo cuando el torneo acabe para los de Aguascalientes, ocupan la totalidad de los pensamientos futbolísticos de los aficionados.

Cosa muy diferente a hace unos años, cuando la Copa constituía un asunto importante para todos los seguidores del once hidrocálido y, aunque las entradas al Victoria seguían siendo tan malas como lo son ahora, más gente se encontraba al pendiente de lo que estaba ocurriendo en canchas ubicadas en medio del desierto o en lugares en donde se maneja un horario diferente al del Centro de México.

Fin de la CopaMX, una preocupación menos para todos. En el mejor torneo que ha tenido el Club desde la última vez que fue campeón, hace veintiún años, todas las miradas están puestas en las próximas dos semanas, para vislumbrar en qué lugar va a concluir el equipo en la tabla general, y, de ahí, de nuevo al ciclo de la incertidumbre, tanto por la naturaleza de la Liguilla, un mundo aparte, como por el estado anímico en el que podría encontrarse el plantel a sabiendas –de forma muy poco ética, por cierto– de que, para muchos, es la última vez que se enfundarán en la casaca a rayas rojas y blancas.

Lo que es cierto, es que todos, aficionados y jugadores, cuerpo técnico y directiva, deseamos que el torneo ya acabe y que el Necaxa haga lo que tenga (lo que debe, ahora) hacer.

El necaxismo tiembla.

Post-data.- Desde esta trinchera me permito felicitar a Luis Felipe Gallegos, por su primera convocatoria con la Selección Mayor de Chile. ¡Muchas felicidades, ‘Pipe’!