América voló a cuartos de final

Segunda ocasión en la temporada que América le gana a Cruz Azul. Ahora fue en la Copa para eliminarlos.

América voló a cuartos de final
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Por Gabriel Sánchez

Nueve de la noche en el Estadio Azteca. El termómetro apenas alcanza los 1o grados centígrados. En la tribuna, son más las chamarras y abrigos que se dejan ver, que las playeras de América o Chivas. En las más de 85 ml butacas que el recinto tiene, las playeras amarillas predominaban. La parte norte del estadio era azulcrema. La parte sur, apartada siempre para el visitante, no se llenó: una parte del patrocinio cervecero que adorna los asientos del Azteca, podía ser identificable.

Sin embargo, cuando los 22 jugadores salieron a la cancha detrás de los niños que sostenían la bandera negra de la Copa MX, parecía que había tanta gente de América como de Cruz Azul: el “!Vamos¡ ¡Vamos, América¡” estaba siendo silenciado por el “!Azul! ¡Azul¡”. La vista no justificaba lo que el oído percibía.

Todo estaba listo. Cruz azul con jersey blanco, y América con el de local, esperaban a que el árbitro diera el silbatazo para comenzar los octavos de final de la Copa. En los primeros minutos, el balón paseó por todo el medio campo, no quería llegar aún a las áreas. Las jugadas más peligrosas las consiguió Cruz Azul cuando la parte defensiva de América se equivocaba con los despejes y al querer salir con pelota controlada.

Al minuto 22 las águilas tuvieron una jugada de gol cuando Guillermo Allison, el portero rival, sujetó el balón con las manos fuera del área. América tuvo tiro libre en la línea del área grande pero todo terminó en saque de meta. Ocho minutos después, los cementeros tuvieron la oportunidad más clara de la primera mitad cuando Flores centró y Méndez remató al ganarle la espalda a Paul Aguilar. El balón pasó por arriba de las manos, y travesaño, de Agustín Marchesín.

El viento hacía que en la tribuna las banderas azulcremas, ubicadas en la parte norte, tanto baja como alta, ondearan con fuerza. La gente alentaba pero poco gritaban de emoción. Sin embargo, no fue una pelota al palo, o una jugada de 20 toques, lo que despertó al Estadio Azteca: fue una falta. Quedaban 60 segundos para que la primera mitad desapareciera. Paul Aguilar tenía el balón contra la línea en el córner derecho de los azulcremas. El americanista estaba a punto de despejar el balón cuando Christian “Chaco” Giménez se barrió por detrás. Aguilar salió volando, un silbatazo se escuchó mientras el árbitro iba corriendo hacia los jugadores con la mano derecha en el bolsillo de su short en busca de la sentencia: tarjeta roja para el cementero. La afición despidió al jugador, que parecía lloraba su partida, con insultos. “Chaco” sólo volteaba al cielo mientras caminaba a los vestidores.

Para la segunda mitad, el ritmo del encuentro era el mismo. Por parte de las águilas, el jugador más activo era Diego Laínez que trataba de llegar a línea de fondo para meter algún centro. Cruz Azul esperaba atrás de su medio campo un error del rival para poder anotar. La expulsión condicionó al visitante. Al minuto 58, Pablo Aguilar se perdió el primero para su escuadra: Paul Aguilar metió centro raso al área que Oribe tocó pero el portero rechazó. El balón quedó suspendido en el aire, la portería estaba vacía y Pablo Aguilar lo remató pero el esférico salió del campo. Después, el camiseta número 12 se tiró al suelo con las manos en la cara.

Ocho minutos más tarde, América tuvo un contra golpe que Cruz Azul terminó con una falta. Los azulcremas tenían tiro libre en la punta izquierda del área de los cementeros. Darwin y Laínez estaban listos para pegarle. La gente, que pedía acciones con silbidos, estaba de pie, a la expectativa. Quintero le pegó, y el balón salió disparado al área chica del portero para encontrar la frente de Pablo Aguilar quien remató y marcó gol. La cerveza voló en todas direcciones. Abrazos y saltos invadían las butacas. En la cancha, el defensa paraguayo estaba hincado, y ahora sí, con la cara y brazos estirados al cielo.

Después de este momento, el partido cambió. El “¡Vamos! ¡Vamos, América!” no dejaba que las personas se pudieran escuchar unas a otras. Los canticos celestes ya no existían. En el campo, América buscaba meter un gol más; Cruz Azul, el del empate. Con base en contra golpes, el segundo tanto azulcrema estuvo cerca: lo tuvo Cecilio Domínguez en sus pies dos veces, pero ninguna jugada se concretó. La ventaja parecía corta y los celestes peligrosos a balón parado: siempre ganaron el balón por aire.

El empate estuvo en los pies de Velázquez, el camiseta 6 cementero, cuando después de un centro de más de 35 metros le llegó el esférico al área chica, pero su remate quedó en los brazos de Marchesín. La tensión parecía ser un invitado más en el estadio. En los minutos finales, Cruz Azul buscó anotar por medio de jugadas a balón parado, con el portero como rematador, pero no lo consiguió. Cuando los 4 minutos de tiempo añadido terminaron, el coloso volvió a gritar: América voló a cuartos de final.