Los años pasan y es inevitable pensar que la carrera de casi todos los futbolistas profesionales decae progresivamente a partir de cierta edad, normalmente los 30 años. Sin embargo hay jugadores (generalmente defensores) que mantienen un buen nivel pasada esa barrera e incluso rayando los 40. Este es el caso del mallorquín Iván Ramis, actual jugador de casi 32 años de la Sociedad Deportiva Eibar, quien el pasado viernes mostró una gran verdad: el fútbol no es de los viejos ni de los jóvenes; el fútbol es de los futbolistas.

Ramis aparece con toda justicia en el Once de Oro de VAVEL de la primera jornada liguera tras llevar a cabo una memorable actuación frente al Deportivo de la Coruña.

Iván Ramis Barrios, recordemos (en orden cronológico), pasó por la cantera del RCD Mallorca y su primer equipo, por el Real Valladolid, volvió al Mallorca, disputó la Premier League con el Wigan Athletic y retornó a España de la mano del Levante. Actualmente milita en la SD Eibar y ahora es protagonista.

El caso es que el público de Riazor, uno de los estadios más emblemáticos de la Liga, enmudeció en el minuto 55 porque Bebé, ejecutor de córners armero, puso en órbita un balón que, impelido repentina e inesperadamente por una fuerza que encuentra su origen en La Puebla (comarca de Raiguer, Baleares, 1984), acabó estrellándose en la red de una portería que, defendida por Germán Lux, fue profanada por vez primera en esta temporada, provocando un mal presagio y despertando los tétricos fantasmas psicológicos que planean sobre un equipo que no quiere volver jamás al infierno porque se sabe grande. Lux tocó el esférico pero supo que no importaba; el daño estaba hecho y su causante, Iván Ramis, salió corriendo a abrazarse con Bebé.

Sin embargo,  el partido de este luchador en la sombra no acabó ahí porque fue lo más destacado de la defensa armera recuperando balones y esperanzas a la par e incluso atreviéndose de nuevo a intentar morder otra vez la carne de un Dépor herido. Fue ante todo un gran defensa con buen criterio para tocar el esférico y contundencia a la hora de cortar.

Para su equipo la noche estaba en calma hasta que una falta botada por Lucas Pérez acabó con el balón dentro de las mallas tras ser rematada por Mosquera y luego, casi al final, el propio Lucas fue verdugo de un Eibar condenado a muerte por sorpresa, hundido en una pena máxima. No fue el partido del cuadro armero, por desgracia para un Iván Ramis que mereció ganar porque demostró ser un baluarte defensivo de primer nivel y que, después de la partida de Riazor, está más cerca de ser una pieza clave en el tablero de José Luis Mendilibar. Tiene como competencia a gente más joven que él, pero ya ha dejado constancia de que eso no tiene por qué significar nada cuando se juega bien al fútbol.