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Armenteros y el tiempo

Armenteros traza una sigilosa diagonal hacia la izquierda del ataque rojillo, donde nace un control orientado que le brinda aquello que más anhela, el tiempo.

Armenteros y el tiempo
Foto: Terra Deportes.
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Por Imanol Itokún

El balón, ávido de cariño, tiene prisa por llegar a su destino. Ha sido enviado con el propósito de llegar lo antes posible en lugar de lo mejor posible, por lo que su control quizás no sea tarea fácil. Emiliano Daniel Armenteros, que se encontraba en una posición central entre los defensas y centrocampistas rivales, traza una pequeña y sigilosa diagonal hacia la izquierda del ataque rojillo, donde acomoda su cuerpo para proceder al envite. Disfruta de la incomparable sensación del choque entre cueros sobre su pie izquierdo, del que nace un control orientado que le brinda aquello que más anhela, el tiempo.

En ese momento, una atronadora cascada de golpes secos se escucha en el estadio. Es el sonido de asientos golpeando respaldos, inevitable cuando los espectadores se ponen en pie. La mayoría del público se incorpora para ver mejor, porque intuye que algo va a pasar. Y es que la situación descrita es habitualmente la antesala de una ocasión clara de gol osasunista, y nadie se lo quiere perder.

El guillonense, una vez ganado ese tiempo que le permite conducir el balón unos metros antes de que la zaga rival le presione, alza la vista, otea el horizonte y estudia las opciones que tiene. De cuantas posibilidades se le presenten, escogerá la que su intuición le diga que tiene más opciones de acabar en gol. El abanico será amplio.

Si la conducción le ha llevado al carril central y se encuentra lo suficientemente cerca quizás pruebe el disparo a puerta, que es uno de sus más peligrosos recursos. También podría filtrar un pase al hueco para dejar solo ante el portero a alguno de sus compañeros. Si ha entendido que tendría más espacio para encontrar la solución idónea conduciendo la pelota hacia la banda, puede que desde ahí busque la cabeza de Oriol, o quizás un centro pasado para que lo remache a gol alguno de sus colegas trescuartistas. También está la opción de ponerle algo más de pausa a la jugada para que Damiá se sume al ataque, y que sea “el Expreso Olot” quien ejecute el centro. Como último recurso, si ninguna de las opciones anteriores le parece clara, buscará a uno de los pivotes del equipo para que estos prueben por el otro lado. Pero esto no pasa casi nunca, porque a Armenteros, conocedor de los frutos que su idilio con el tiempo suele dar, lo prueba casi todo antes de pasar hacia atrás.

Para el rival, esta situación debe ser una pesadilla. Más de la mitad del equipo se encuentra corriendo hacia su propia portería, mientras la zaga al completo se ve reculando como si de cangrejos se trataran. Todos están incómodos. La sensación de vulnerabilidad es enorme, y para colmo, “la caprichosa” está en el pie más talentoso de la plantilla rojilla. Salvando y mucho las distancias, la situación recuerda un poco a la que se da en la jugada favorita de Leo Messi. Hace mucho tiempo que el Barça se percató de que en esas circunstancias Leo era letal y viró su forma de jugar en pos de encontrarlas con mayor frecuencia. La comparación no va más allá porque al contrario que el Barcelona con Messi, es impensable que Osasuna pase a jugar con el único objetivo de generar espacios para Armenteros, pero sí que debería tener muy en cuenta la capacidad de este para generar peligro en ese contexto.

Lo cierto es que avanzada ya su segunda campaña en el C.A. Osasuna parece haber encontrado cierta regularidad. Si bien todavía tiene partidos en los que, como el Guadiana, aparece y desaparece, que en ocasiones da la impresión de estar desconectado con el partido que está jugando, y que cuando el equipo ataca en estático le cuesta hacer valer su indiscutible calidad técnica, da la impresión de que progresa adecuadamente. En el último encuentro disputado, le hizo un señor gol a Thibaut Courtouis, que puede que sea el portero más en forma de la Liga. Esta temporada lleva ya cuatro, uno más de los que anotó en toda la campaña anterior. Además, las sensaciones dicen que se está posicionando muy bien en esa carreara de fondo que es ganarse el corazón de los aficionados.

El grupo navarro “Marea”, uno de los favoritos del rockero Armenteros, canta en una de sus canciones: “Y mientras tanto, entre los huecos que nos deje el tiempo, deja volar tu cabellera”. A diferencia de cuando llegó a Pamplona, el argentino ya no luce esas 'greñas' tan típicas entre sus compatriotas, y sin embargo, da la impresión de que en el campo, cada vez encuentra con mayor facilidad los huecos que le proporcionan ese tiempo que tanto anhela.

Foto: Futbolistasaxem.com.ar.