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Paso atrás

Osasuna y Valladolid empataron a cero en un duelo directo por la permanencia. Los navarros fueron mucho mejores que su rival, que se dedicó a especular con el resultado, pero no consiguieron materializar ninguna de las ocasiones que dispusieron frente a la portería de Jaime Jiménez. Al final, un punto que sabe a poco para ambos equipos y una jornada menos para conseguir la salvación. | Fotografías: EFE.

Paso atrás
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Por Asier Ganuza

Si el fútbol funcionara como el boxeo... pero aquí simplemente hacer más méritos que el rival no vale. No hay un jurado que ante la ausencia de KO —un supuesto gol— valore la actuación de ambos contendientes para dirimir quien se lleva el partido en los puntos. Aquí solo vale tumbar a tu rival y, esta noche, el púgil navarro no logró su objetivo.

La jornada comenzó como en las grandes ocasiones. El autocar rojillo llegaba a la puerta de vestuarios de El Sadar custodiado por una marea roja que con cánticos, bengalas y banderas incitaban a la proeza rojilla. Además, gracias a la política emprendida por la directiva de Miguel Archanco, según la cual se imponen los precios populares para las última jornadas, el feudo osasunista se preparaba para rozar el lleno absoluto.

Pero el invitado no era ni Real Madrid ni Barcelona. Ni siquiera un Athletic o Real Sociedad, con cierto atractivo vecinal. El rival era el Valladolid, hoy más importante que cualquiera de los anteriormente mencionados, porque el equipo de Juan Ignacio Martínez, al igual que Osasuna, vive con el agua al cuello y el culo pelao, como diría Luis Aragonés. Llegaba a Pamplona 17º, marcando la permanencia y a un punto de la quema. O lo que es lo mismo, con un montón de papeletas de acabar la jornada en puestos de descenso. En definitiva: hundir a un rival, alejarse de la zona peligrosa y ganar el gol average —0-1 en el José Zorrilla, gol de Oier— no era desdeñable botín para ninguno de los dos.

Juan Ignacio Martínez volvió al 4-2-3-1 con Manucho en el banquillo; no tardó en rectificar

Por ello, cerca de 20.000 gargantas calentaban el partido mientras los veintidós protagonistas saltaban al verde tapete de El Sadar. En los onces, varias sorpresas. Por los locales, Jordan Lotiès, titular indiscutible durante toda la temporada, se quedaba en el banquillo en favor de Miguel Flaño, que la semana pasada cumplió con creces en la ausencia del francés por acumulación de tarjetas. En el equipo vallisoletano, el que se quedaba en la banqueta era Manucho, quien tras ser la referencia arriba en los últimos partidos de los blanquivioletas, cedía su puesto en pro del esquema táctico. José Ignacio Martínez volvía a Pamplona a su habitual 4-3-2-1 —tras varias jornadas utilizando una pareja de delanteros— con el explosivo Zakarya Bergdich por la izquierda, el sueco Daniel Larsson por la derecha y el salamantino Óscar por detrás de Javi Guerra.

Osasuna, dueño y señor de la primera mitad

El Valladolid, desde el minuto uno, se dedicó a esperar a Osasuna atrás

Sin embargo, la presencia de los cuatro jugadores de ataque del Valladolid sería prácticamente testimonial durante la primera mitad. El laureado Javi Guerra apenas tuvo varios encontronazos con Arribas, mientras que los extremos pucelanos se prodigaron más en labores defensivas. Óscar, directamente, apenas parecía estar sobre el terreno de juego pues, el Valladolid, desde el minuto uno, se dedicó a esperar a Osasuna atrás.

Los de José Ignacio Martínez optaron por entregar el protagonismo —y el balón— a su rival con la intención de pillar a los navarros a la contra. No obstante, la jugada no le salió del todo bien a los vallisoletanos. Gran trabajo en la presión durante toda la primera parte, mucha intensidad defensiva —siempre había dos o incluso tres hombres encima del portador de la bola— y sin concesiones ante los delanteros rivales. ¿Qué pasa? Que la segunda parte del plan, la de salir a la contra, al parecer se quedó en los vestuarios.

Durante los primeros minutos, los de Javi Gracia sufrieron para pasar la pelota del mediocampo. Tenían la totalidad de la posesión, pero los hombres de Pucela impedían la salida de balón. La agresiva presión blanquivioleta obligaba a Loé a retrasar su posición hasta insertarse prácticamente entre la pareja de centrales —para aumentar la presencia rojilla en esa zona—, mientras que el Gato Silva, encargado de iniciar el ataque rojillo, se veía colapsado ante la pareja formada por Álvaro Rubio y Víctor Pérez.

Sin embargo, Osasuna hace tiempo que no está para bromas. Javi Gracia llegó a Tajonar con la promesa de ejercer un fútbol control en la que el portero fuera el primer atacante, iniciando las ofensivas rojillas desde la defensa. O lo que es lo mismo, sacando el balón jugado. Pero a estas alturas de la película, antes que arriesgarte a perder un balón en el centro del campo, patadón a seguir y que se pegue Oriol Riera por bajar el melón, que para eso le han fichado. La cosa está en que el de Vic eso lo hace a la perfección.

Un zapatazo de Cejudo al larguero desde 30 metros a punto estuvo de inaugurar el marcador

Con la inestimable colaboración del ariete catalán, poco a poco Osasuna fue ganando terreno a su rival hasta acabar constantemente merodeando el área visitante. Y cuando la defensa rival está muy cerrada, zambombazo desde fuera. Así llegó al primera y mejor ocasión de Osasuna en el partido. Zapatazo de Cejudo desde 30 metros que pegó directamente sobre la escuadra izquierda de Jaime Jiménez. Era el minuto 8.

Tras la ocasión, los navarros parecían animarse. Silva aprovechaba un desdoble de Marc Bertrán arrastrando la defensa para pegarle duro y raso desde fuera del área. Su disparo, un poco desviado, fue apenas un minuto después del de Cejudo y a los Pucelanos de la grada les empezaban a entrar los sudores fríos. Pero nada más lejos de la realidad.

El equipo de José Ignacio Martínez, aunque impotente e inerte en ataque, estaba muy bien plantado sobre el césped y, aunque había acabado por cederle terreno a Osasuna —que para los primeros 15 minutos ya vivía en tres cuartos de campo—, estaba poniendo muy difícil a los rojillos encontrar buenas situaciones de disparo. De hecho, el siguiente acercamiento claro del partido fue casi veinte minutos más tarde, cuando un centro desde el pico del área de Torres era rematado de forma extrañísima entre Oriol Riera y Mitrovic y que a punto estuvo de sorprender por alto a Jaime.

Pero cuando Osasuna se acerca, El Sadar se viene arriba, y cuando el graderío anima, los rojillos tiran hacia delante. Un minuto más tarde, Marc Bertrán conseguía controlar un balón dentro del área y ponía un centro fortísimo al que Oriol Riera no llegaba por milímitros y, en la jugada siguiente, un servicio lejano de Torres tras falta lo paraba Jaime con el pecho ante la confusión de Damià que estuvo muy cerca de llegar al esférico muerto dentro del área pequeña. Segundos más tarde era Cejudo quien volvía a poner el miedo en el cuerpo a los vallisoletanos tras rematar de volea y dentro del área un balón dividido que bajó con delicadeza Roberto Torres.

El Valladolid no tiró a puerta hasta el tiempo añadido de la primera mitad y a balón parado

El Valladolid sufría. La defensa, inevitablemente, empezaba a ser superada por el ataque navarro y la delantera era ineficaz incluso a balón parado, donde tampoco parecían inquietar a Andrés Fernández, un espectador de lujo. El murciano no solo no tuvo que intervenir en toda la primera mitad, sino que el primer disparo del Valladolid sobre su portería no llegó hasta el tiempo de descuento de la primera parte, con un lanzamiento de libre directo de Víctor Pérez que se estrelló sobre la barrara y el posterior remate de Peña que cerca estuvo de sacar el balón del estadio pamplonica.

Antes, Osasuna tuvo alguna otra buena acción para acabar la segunda mitad. Pasada la media hora, una recuperación muy arriba de Miguel De las Cuevas terminaba con un disparo potente del alicantino, tras caño espectacular sobre Álvaro Rubio, que se marchaba por encima del larguero de Jaime. Y en el minuto 39, era nuevamente Cejudo —quizá el jugador más incisivo de Osasuna durante todo el encuentro— quien lo intentó nuevamente desde 30 metros aunque con menos puntería que la vez anterior.

La reacción pucelana duró cinco minutos

Solo el larguero impidió un espectacular gol olímpico de Víctor Pérez

Se acababa así un primer tiempo en el que el Valladolid había dejado claro que no se iba a desvivir por atacar. Quizá por esa imagen rácana de los primeros 45 minutos, nada más comenzar la segunda mitad, los de José Ignacio Martínez buscaron la portería de Andrés con más ahínco, aunque con escaso acierto. Carlos Peña, ejerciendo prácticamente de extremo, fue el encargado de llevar todo el peso del ataque vallisoletano durante los primeros cinco minutos tras la reanudación, pero apenas consiguió poner un par de centros rasitos que no encontraron rematador. Solo una ocasión para descatar: la barbaridad de Víctor Pérez, que a punto estuvo de convertir un córner en gol olímpico si el larguero no llega a impedirlo. No obstante, hasta aquí llegó el Valladolid durante un buen rato.

Tras cinco minutos de ligero agobio, Osasuna volvía a la carga. A la ocasión pucelana a balón parado, respondían los navaros con un mano a mano de Cejudo ante Jaime, pero hoy el meta natural de Valdepeñas estaba inspirado. El cordobés buscó dejarle atrás con un recorte, pero el veterano guardameta aguantó el tipo y sacó una manopla salvadora para mandar la pelota a córner. Apenas un minuto mas tarde, era Silva quien, con un gran movimiento hacia fuera se desprendió de dos defensores en la frontal para disparar con comodidad sobre la portería blanquivioleta, pero Mitrovic estuvo hábil para sacar el disparo desde el suelo.

Era obvio que el Valladolid no estaba carburando como debía, y José Ignacio Martínez no tardó en introducir modificaciones. El técnico alicantino se arrepintió de su planteamiento inicial e introdujo a Manucho sobre el terreno de juego, en detrimento de Larsson y desplazando a un inédito Óscar a la banda derecha. Sin embargo, Osasuna seguía insistiendo.

Primero fue Bertrán el que mandó un centro al área que Jaime sacó con el pie; al poco sería Torres quien probaría fortuna desde lejos y al cuerpo del portero y, ya en el minuto 68, sería De las Cuevas quien no conseguiría embocar a gol un centro atrás de Cejudo al que llegó muy forzado y bajo la presión de Álvaro Rubio. No obstante, el fútbol brillaba por su ausencia.

El Valladolid había atacado tan solo cinco minutos durante todo el partido, mientras que Osasuna no estaba demasiado fino en los últimos metros. Fue pasado el minuto 70 cuando comenzó el carrusel de cambios y variantes. Lobato había entrado por un incisivo Cejudo y Oier ocupaba el puesto de un agotado De las Cuevas, que dejaba el centro del ataque a Roberto Torres. En el Valladolid, era Marc Valiente quien entraba por Víctor Pérez para darle mayor empaque al centro del campo pucelano.

Cuando parecía que el Valladolid daba por bueno el empate, Javi Guerra tuvo la mejor de los suyos

Sin embargo, cuando parecía que el Valladolid daba por bueno el empate, los blanquivioletas tuvieron la mejor de sus ocasiones en todo el partido. Un saque de banda era recepcionado en el área por Javi Guerra que, tras darse la vuelta de forma poco ortodoxa y aprovechar un rechace franco, soltó un chutazo que obligó a la estirada de Andrés Fernández. Fue entonces cuando Osasuna se acobardó.

Tras tener el partido controlado durante 80 minutos, un mal rechace a punto estuvo de poner por delante al Valladolid a menos de diez minutos para el final y, como dice el dicho "más vale pájaro en mano que ciento volando" —o eso debieron pensar—. Osasuna retrasó su presión para no perder el sitio atrás y ante cualquier duda mínima los rojillos soltaban el balón cuanto más lejos mejor —no muy diferente a lo que hacía su rival—. De hecho, solo un par de ocasiones y ya en el tiempo de descuento: Roberto Torres tras jugada personal dentro del área y Jeffrén —que había entrado en el 90 por Bergdich— de libre indirecto que nadie pudo rematar y a punto estuvo de colarse el palo zurdo de Andrés.

Los navarros se quedan momentáneamente a tres del descenso; los pucelanos a uno

Tras esta última, pitido final de Clos Gómez y amargo reparto de puntos. A Osasuna le puede quedar el consuelo de haberle ganado el gol average a un rival directo, pero sin duda un empate en casa ante el Valladolid, a estas alturas de la temporada, es un paso atrás en la lucha por la permanencia, que en función de lo que ocurra durante el fin de semana puede ponerse más caliente que nunca. Por lo pronto, Osasuna y Valladolid siguen igual, decimosexto y decimoséptimo, eso sí, con un punto más sobre el descenso que cuando comenzó la jornada: tres para los navarros y uno para los pucelanos.