Muchos de los seguidores que actualmente tiene el club por excelencia de Navarra solo han visto a su equipo en la máxima categoría del fútbol nacional. Solo han conocido la parte más gloriosa de su historia, dejando a un lado la oscura travesía por la categoría de plata y la Segunda B. Son los chavales que apenas llegan a los catorce años. Y es que Osasuna lleva catorce temporadas consecutivas, disfrutando de la Primera Divión, su mejor marca en sus 94 años de historia. No obstante, esos niños y jóvenes vivirán a partir de agosto una nueva etapa, la de la segunda división.

Desde que aquel cuatro de junio del año dos mil, consiguiendo la victoria en los instantes finales de la última jornada, y ante su afición en el Sadar, el conjunto rojillo se ha convertido en uno de los imprescindibles de la Liga. Durante estos años ha vivido momentos de gloria, como su primera final en la Copa del Rey o una clasificación para la Champions League; aunque también ha sufrido de lo lindo, especialmente en estas últimas cinco temporadas, cuando ha logrado la salvación en su último aliento de vida. Pero vamos por partes.

Ascenso y permanencia

Todo comenzó en junio del 2000. Era la última jornada de la temporada en segunda división. El Recreativo de Huelva era el último rival al que enfrentarse antes de lograr tocar el cielo después de estar seis temporadas lejos de los mejores 20 equipos, y Lotina era el entrenador por aquel entonces.

El guión de aquel encuentro fue como una película de suspense. El equipo andaluz marcó el primero de la tarde, dejando a los aficionados allí congregados, al borde de todo. El empate llegaría poco después, aunque el gol de Alfredo fue anulado por fuera de juego. El tiempo se agotaba, pero entonces ocurrió. Primero un joven Orbaiz, de penalti, y minutos después, el polaco más querido de Pamplona, Trzeciak obraron el milagro. Parte de la afición invadía el verde del terreno sin que el colegiado hubiera pitado el final del partido. Y cuando lo pitó, Osasuna volvió a primera.

“Esto es muy bonito, voy a disfrutar del momento”, contaba Orbaiz, uno de los goleadores de la noche tras el logro. El técnico vasco también mostró su felicidad. “Ni ellos mismos se han dado cuenta de lo que han conseguido. Parece que los Sanfermines ya han empezado”, aseguraba Lotina tras el encuentro. Los aficionados, con el paso de los tiempos, siguen recordando la hazaña. “Fue un día increíble. Desde el punto de la mañana la ciudad estaba totalmente volcada con el partido”, recordaba David Martínez, un seguidor rojillo que estuvo presente en el estadio. “Tras el final, llegó la locura. Hacía mucho tiempo que en Pamplona no se vivía un ambiente tan bonito como el de aquella noche”, añadía.

La primera temporada que Osasuna jugó en primera a su regreso, terminó con mucho sufrimiento. Hoy en día, todavía, sigue coleando su última victoria, sobre todo, cuando hay algún interés entre navarros y sus hermanos guipuzcoanos. Y es que aquel partido jugado en Anoeta, dio la victoria a un Osasuna que se estaba jugando el ser o no ser. Un gol del Mallorca obligaba a los navarros a ganar en San Sebastián. Dicho y hecho. Los locales no se jugaban nada, e Iván Rosado marcó a placer. Primer asalto superado.

La época más dorada

En la temporada 03/04 comenzó la época más dorada en la historia del club. Ese año fue la llegada de un emblema: el vasco Aguirre cogía las riendas del equipo. Conocía bien la casa, puesto que había sido jugador en los años ochenta. La permanencia llegó varias jornadas antes de que concluyese el campeonato; incluso, hasta el final se llegó con opciones europeas. El 0-3 en el Bernabéu de aquella temporada todavía se recuerda a orillas del Arga.

No obstante, fue en la siguiente campaña, la 04/05, cuando la historia le rindió homenaje. La permanencia por un año más se certificó a falta de cuatro jornadas para el final, pero lo mejor estaba por llegar. Por primera vez en su historia logró clasificarse para jugar la final de la Copa del Rey. Aquel partido, que se recordará por el resto de los tiempos en Navarra, se jugó en el Calderón frente al Betis. 25.000 rojillos se congregaron en la capital de España para ver algo insólito, pero por desgracia, un gol de Dani en el minuto 115 dio el título a los verdi-blancos, después de que Aloisi empatase el partido en el 84. “El resultado es lo de menos. Lo importante ha sido hasta dónde ha llegado un equipo tan humilde como Osasuna. Los aficionados estamos orgullosos del grupo”, recordaba otro aficionado. Y efectivamente, aunque la victoria no pudo ser, la alegría del camino recorrido no se la quitaba nadie a los rojillos.

La copa no pudo ser, pero si lo fue la clasificación para la UEFA. Y es que, al enfrentarse al Betis, les abrió la puerta a Europa, ya que los andaluces se habían clasificado en la cuarta posición aquella temporada. Sin embargo, su paso entre los mejores fue efímero. El Stade Rennais los eliminó a las primeras de cambio. Eso solo fue un espejismo.

Los jugadores celebraron la cuarta posición en la
Plalza del Castillo | Foto: juanmariguajardo.com

La temporada 05/06 es, sin duda alguna, la mejor de la historia. Tras una campaña de órdago, el conjunto navarro finalizó la última jornada en la cuarta posición de la Liga. El amargo recuerdo de la final de la copa había pasado al olvido y aquella noche mágica del 16 de mayo del 2006, la ciudad de Pamplona salió a celebrarlo como si de un título se tratara.

El devenir europeo, a la postre, no se fraguó como hubiera gustado, aunque el final no fue tan amargo como al principio pintaba. Y es que Osasuna fue eliminado en la fase previa de la Champions. El Hamburgo alemán consiguió el pase tras empatar a cero en tierras germanas, y volver a empatar a un gol en el Sadar. “El vestuario está hundido. Habíamos puesto mucha ilusión, y cuando mejor estás jugando, que vas ganando, viene el golpe y te quedas fuera. Ahora solo queda levantar cabeza y pensar que haremos una buena actuación en lo que nos venga por Europa”, aseguraba Carlos Cuéllar tras el partido, uno de los protagonistas de la noche. El jarro de agua fría que aquello supuso, no fue más que una inyección de moral para seguir adelante en su competición hermana, la UEFA.

Y la época dorada se iba acercando a su fin, pero de la mejor manera. Tras una andadura por Europa para el recuerdo, Osasuna logró pasear sus colores por los mejores estadios del viejo continente. Primero fue el Trabzonspor turco en la fase previa; Parma, Lens, Heerenveen y Odense sucumbieron ante los rojos en la fase de grupos. El partido de dieciseisavos movió a ocho mil rojillos hasta Burdeos, para que al final, en el partido de vuelta, el cabezazo de Nekounam en el minuto 116 diese el pase a los hombres del entonces entrenador Ziganda. El Glasgow Rangers no supo vencer a los navarros en octavos, y la marea rojilla seguía tiñendo de rojo cada rincón que pisaba. El Bayern Leverkusen esperaba en cuartos, pero solo fue un simple trámite hasta llegar a las semifinales. El rival, un viejo conocido de la liga: el Sevilla. El resultado de la ida invitaba al optimismo, pero todos los sueños se desvanecieron a orillas del Guadalquivir. El resultado global de 2-1 hizo que Osasuna diera por terminada su etapa más gloriosa.

Vuelta al sufrimiento

Tras el paso por Europa, la temporada 07/08 comenzó con un cambio absoluto de jugadores. Estrellas por aquel entonces como Raúl García, David López o Carlos Cuéllas abandonaron el club, para dar paso a nuevas estrellas emergentes, como Monreal y Azpilikueta. El equipo llegó vivo hasta la última jornada, en la cual consiguió la salvación a pesar de perder en el Sardinero.

La campaña siguiente fue lo más parecido a una montaña rusa. Tras el mal inicio, el Cuco Ziganda fue destituido y su lugar lo ocupó toda una leyenda del fútbol nacional, José Antonio Camacho. El de Cieza logró mantener la llama de la esperanza encendida hasta el último momento, siempre pasando por los porvenires de las decisiones arbitrales. Según recogió el diario Marca, Osasuna fue el equipo más perjudicado de los últimos años por los estamentos arbitrales, estimando en 14 los puntos que habrían dejado de sumar por las decisiones. El último partido fue el de la salvación, uno de esos que guardan las retinas de todos los que se congregaron aquel 31 de mayo de 2009 en el Sadar. El Real Madrid era el último eslabón, y su tempranero gol dejaba a los rojos en segunda. Sin embargo, como si de las cenizas del ave fénix se trataran, las fuerzas que mandaban desde la grada hicieron su efecto. Primero Plasil y en la segunda mitad, un cañonazo de Juanfran obraron el milagro de la Primera.

Las siguientes temporadas se desarrollaron casi idénticas. Las permanencias se vivieron hasta el último momento, como sucedió el año pasado. La victoria por 2-1 ante el Sevilla en la jornada 37 certificó su presencia en la máxima categoría por decimo-cuarto año consecutivo.

La realidad de la segunda

La temporada 13/14 no dejará buen recuerdo para nadie que antes recordaba los buenos momentos, y es que tras realizar una de las peores que se recuerdan, el equipo certificó su descenso a la segunda división. La peor despedida posible que se le podía dar a uno de los más grandes. Patxi Puñal se despedía entre lágrimas de Osasuna y del fútbol.

En la futura campaña, el matagigantes no podrá hacer honor a su título y hacer que los grandes pierdan el rumbo en su siempre complicado estadio, ni tampoco que los rivales tiemblen cada vez que piensen que tienen que pisar el verde del Sadar. Solo queda poner al mal tiempo buena cara, y pensar que la afición visitará nuevos estadios, y tendrá la oportunidad de hacer nuevos amigos. Y no cabe la duda de que los que se queden, serán los que verdaderamente sientan los colores, y los que conseguirán que dentro de un año, las lágrimas vuelvan a caer, pero esa vez de alegría. La del ascenso. Porque volveremos de donde nunca nos tuvimos que ir.