David Timor llegó a Pamplona procedente del filial del Valencia CF en verano de 2010. Con apenas 20, el zurdo centrocampista de Carcaixent ya había dado la primera muestra de su fuerte carácter: tras diez años en la escuela ché, decidió declinar una oferta de renovación a la baja dando con la puerta en los morros del conjunto valencianista. Una de las perlas de Paterna se marchaba por la puerta de atrás y cambiaba el calor de la ciudad del Turia por el frío pamplonés. Curioso, no obstante, que fuera precisamente su excesiva frialdad sobre el césped uno de los grandes lastres que ha arrastrado el jugador durante su etapa como rojillo. Una característica aparentemente contradictoria con su marcado temperamento, pero que se ha convertido con el paso de los años en uno de los motivos que le han hecho pasar por El Sadar sin pena ni gloria.

Y eso que sus comienzos fueron prometedores. Comenzó la temporada en el filial rojillo como jugador de banquillo. Javi Barranco y Roberto Torres —hoy jugador del primer equipo osasunista— parecían fijos en la medular y Anunziatta y Gabilondo copaban las bandas. Pero Timor se metió por medio. Acabó desplazando a Torres al costado y terminó haciéndose un sitio en la línea de medios junto al navarro y Anunzitta —la gran promesa del Promesas por aquel entonces—. Y lo hizo con goles y fútbol. Siete tantos y una capacidad de liderazgo en el centro que le llevaron a debutar con los mayores en el Camp Nou —nada menos—. Disputó tan solo once minutos y apenas le dio tiempo a ver su primera cartulina amarilla en la máxima categoría, pero el valenciano ya se había adelantado en cuestión de meses a los jóvenes valores formados en Tajonar.

José Luis Mendilibar, otrora técnico de Osasuna, se había quedado prendado del juego del futbolista levantino que, a la temporada siguiente, ya era miembro de pleno derecho de la primera plantilla. Un centrocampista diferente. Ofensivo, llegador, con buena visión de juego, control de balón y pinceladas de calidad. Recordaba, en su fútbol, a los inicios más precoces del idolatrado Raúl García —salvando las distancias—, que precisamente ese año volvía a Pamplona en calidad de cedido por el Atlético de Madrid. Ello, unido a la estabilidad de la pareja Nekonam-Puñal en el centro, arrebató al valenciano cualquier posibilidad de alcanzar la continuidad que deseaba. Y Timor no es un jugador paciente. El balance de la temporada para él fue de 24 partidos —7 de ellos como titular— y la sensación de que el genial pelotero del Promesas no era tal.

En 2011 Timor renovó su contrato con Osasuna hasta junio de 2015

A pesar de que en 2011 Timor renovó su contrato con Osasuna hasta junio de 2015, su continuidad durante el verano de 2012 estuvo en entredicho. No había demostrado lo que los informes apuntaban sobre él y, sin embargo, la ausencia de ofertas y las carencias que Mendilibar tenía en la medular dieron al de Carcaixent una segunda oportunidad. La salida de Nekounam dejaba huérfano el centro del campo rojillo, que veía como la edad de Patxi Puñal (37 años) y los experimentos fallidos —y eminentemente defensivos— de Raoul Loé y Anthony Annan apuntaban al fracaso absoluto. Era el momento de Timor. Solo podía ser él; pero al valenciano le pudo su carácter.

Fue apenas en la jornada 6, en un partido frente al Levante en El Sadar, con 2-0 en el marcador y un balón en el punto de penalti a falta de dos minutos para el final que llevaba su nombre escrito. Timor lanzó, puso el tercero de la tarde y lo celebró mandando callar a su afición. Disputó 15 partidos más —10 de ellos como titular—, pero, como reconoció hace unos días en rueda de prensa, ese gesto le sentenció. Desde entonces, pocos en Pamplona olvidan el desprecio de un futbolista foráneo y sin argumentos sólidos con la camiseta rojilla hacia la hinchada osasunista.

Timor se marchó cedido al Girona la temporada pasada, con la cabeza gacha y mucho que demostrar. Y probablemente sea su carácter indomable y tozudez la que le ha llevado a cuajar el mejor curso de su carrera; eso y, por supuesto, su indiscutible calidad. Con 36 partidos jugados —todos de ellos como titular— y siete goles, el zurdo centrocampista de Carcaixent recordó a ese chaval temperamental que encandiló a los técnicos del filial con su toque y golpeo de balón.

Ya de vuelta a Tajonar, todo hacía indicar que esta podría ser la temporada de su resarcimiento, del perdón. Que podía ser uno de los hombres importantes del nuevo Osasuna de Jan Urban. Pero en un nuevo gesto de rebeldía, Timor deja Pamplona por la puerta de atrás —como ya hizo en Valencia—, dejando la sensación de que se escapa un gran jugador, pero de carácter complicado. A sus 25 años el fútbol le dará a Timor su enésima oportunidad de madurar como futbolista. Si lo consigue, Pucela habrá hecho un negocio redondo y en El Sadar recordarán con el ceño fruncido como dejaron escapar a un genio incomprendido.