Tras una discreta temporada, con más sombras que luces, Joan Oriol llegaba la pasada semana a un acuerdo con la junta gestora de Osasuna para rescindir su contrato, el cual le ataba como jugador rojillo hasta junio de 2016.

Su relación con el club terminó de romperse en la última rueda de prensa que ofreció, ya que declaró que se le había puesto "la cruz desde el principio". "No veo que por parte de Osasuna haya un interés", añadía.

Con la carta de libertad bajo el brazo, y antes de poner rumbo a Inglaterra, para recalar en el Blackpool -de la segunda división inglesa- se ha despedido del entorno rojillo mediante una rueda de prensa.

"Me voy un poquito triste porque no he podido demostrar nada. No me ha sentido valorado y no he podido demostrar que era un jugador válido. Con Mendilibar sí que me sentí valorado. Tengo que hacer autocrítica y reconocer que no empecé con buen pie. El equipo tampoco y creo que fui un poco pagador de la situación", decía en su despedida.

"Es triste irte y dejar el club en segunda; un Club además histórico y que siempre se ha salvado. Me voy triste porque el primer año que estoy vivo un descenso y al año siguiente me voy. Pero me quedo con que Osasuna tiene una de las mejores aficiones del mundo, con que es un club humilde con gente muy cercana, con un vestuario con mucha calidad humana; nunca me había encontrado un vestuario así, y con una ciudad en la que hay de todo", admitía el defensa.

"Mi fichaje por el Blackpool es deportivamente bueno para mí y económicamente bueno para Osasuna. Así que fue fácil. El trato del Club siempre ha sido fenomenal”, finalizaba.