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De las Cuevas, sobre la bocina

Osasuna logró rescatar un valioso punto de La Romareda gracias a un gol de De las Cuevas en el tiempo de descuento. El equipo rojillo, mermado por las bajas y con la plantilla a medio hacer, puso contra las cuerdas al Zaragoza en una buena primera mitad, pero un gol de Pedro al filo del descanso dejó muy tocados a los hombres de Jan Urban, que ya solo lograron salir de su apatía con el tanto del alicantino en el 93. || Fotografía: Jesús Caso [Diario de Navarra].

De las Cuevas, sobre la bocina
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Por Asier Ganuza

Sobrevolaron fantasmas del pasado. Osasuna intentaba recomponerse, poner calma y controlar el partido. No había prisa, todavía quedaban 40 minutos por delante, había partido suficiente como para anotar un gol e incluso remontar. Pero la ansiedad se fue apoderando de los rojillos. El cansando impedía que el oxígeno llegara con claridad al cerebro y la entereza del rival no ayuda en el asalto a la portería de Óscar Whalley. El crono corría y el efecto Cedrick se había diluido tras tres buenas jugadas del congoleño. El minuto noventa se acercaba y el eterno enemigo ya celebraba la victoria. Pero cuando el aficionado rojillo ya recogía los bártulos cabizbajo, apareció De las Cuevas. De las Cuevas y Kenan Kodro, más bien. A escasos segundos del pitido final. Una enérgica pared en el área zaragocista terminó con el balón en el fondo de las mallas y La Romareda contemplaba atónita la piña de los jugadores rojillos en la banda. Había sido un partido duro para todos, en especial para Jan Urban, que unas horas antes perdía a su madre, pero, aunque fuera por un instante, la suerte sonrió de nuevo al conjunto rojillo.

El extremo alicantino, duramente criticado por una buena parte de la afición durante la temporada pasada, evidenció frente al Barcelona B un cambio de actitud y, aunque hoy no estuviera tan fino como en la primera jornada, salvó los muebles con una incursión al área en el tiempo añadido de esas de más fe que cabeza. Y eso que, aunque fuera a los puntos, Osasuna fue superior al Zaragoza durante la mayor parte del partido. A pesar del gol del Pedro —el que adelantó a los maños en el minuto 40—, el equipo navarro fue el que puso el fútbol —poco— y las ocasiones en la primera parte, y solo el tanto del centrocampista de Aspe hizo perder la compostura al cuadro rojillo, que, a pesar de ser el dueño y señor de la bola durante toda la segunda parte, perdió mordiente de cara a la meta rival.

Rivalidad desde el minuto uno

El Zaragoza, al igual que Osasuna, solo tiene permiso para 18 fichas profesionales

No obstante, al final fueron los navarros los que se llevaron el premio anímico del partido; pues lo cierto es que, a priori, nadie firmaba el empate antes del encuentro. Rivalidad a raudales, disputas vecinales y antiguas cuentas pendientes. Los locales llegaban al partido tras firmar las tablas en el Nuevo Colombino la pasada jornada y querían estrenarse ante su público con una victoria que apaciguara los ánimos tras un verano complicado. Al igual que Osasuna, el equipo aragonés fue otro de los clubes amenazados por la LFP con el descenso administrativo y, durante el mercado de fichajes, han vivido coartados por la sanción que, al igual que le ocurre al equipo navarro, le impide presentar más de 18 fichas profesionales.

Menos pasionales eran, quizá, las necesidades de los pupilos de Urban, que viajaban a la ciudad del Pilar con la intención de sacar algo positivo de uno de los campos más difíciles de Segunda y, si fuera posible, dar una alegría a su técnico y a la afición. Y es que, la semana en la casa rojilla tampoco ha sido lo que se dice tranquila. La rebeldía de Lotiès, el transfer de Nekounam, la incertidumbre de Silva y las disputas electorales. Una victoria ante el Zaragoza era la medicina perfecta para el dolor de cabeza.

Osasuna puso las ocasiones

Un total de siete canteranos y seis navarros en el once inicial de Osasuna

Aún así fue el conjunto maño el que cogió pronto las riendas del partido. Querían la pelota y presionaban agresivos arriba la posesión de Osasuna. Ya había avisado Urban que el partido iba a ser muy distinto al del pasado fin de semana. Sin embargo, la escasa plantilla con la que cuenta el técnico polaco no dejaba margen de maniobra: solo dos cambios y obligados. Echaide ocupó el lateral derecho en detrimento del lesionado Oier y David García debutaba en el eje de la zaga mientras el Gato Silva se decide entre Brujas y Levante. Con ellos dos, un total de siete canteranos y seis navarros en el once inicial.

El árbitro anuló un gol legal a Nino en el minuto 8

Pero poco le duró el dominio al equipo de Víctor Muñoz. Mikel Merino, que repetía titularidad y liderazgo en el centro de la medular, intentaba sorprender desde el centro del campo a los cinco minutos y, tres más tarde, el colegiado anulaba un gol legal a Nino por segunda jornada consecutiva. Un centro pasado del propio Merino era devuelto al área por Flaño desde la misma línea de fondo y el delantero almeriense solo tenía que meter la puntita de la bota para enviar el esférico al fondo de las mallas y hacer el primero. No lo creyó así el linier, que interpretó que el balón había salido por línea de cal.

El líbero demuestra que el gol de Nino era legal. El balón no sale entero. Fotografía: Canal+

El canterano Mikel Merino, una vez más, estuvo omnipresente

Osasuna, en dos jugadas aisladas, metía el miedo en el cuadro blanquiazul que, poco a poco, comenzaba a ceder terreno en favor del visitante navarro. A los 16 minutos era Loé quien, tras poner el omnipresente Merino un balón al punto de penalti con la testa, cabeceaba potente pero ligeramente desviado a la derecha de Whalley. Y a los 20 era Torres quien lo intentaba con un disparo raso y desviado desde más allá de la frontal tras jugada de Sisi. Como ya ocurriera contra el Barcelona, el canterano rojillo, llamado a ser uno de los líderes del nuevo Osasuna, estuvo perdido y se marchó del campo visiblemente cabreado.

Corría el minuto 30 y el conjunto navarro, con muy poco fútbol, se había hecho con el control del partido. Los jugadores del Zaragoza, nerviosos, solo encontraban en las faltas la manera de parar a los atacantes rojillos que, aún así, no tuvieron su mejor tarde. Y es que, a pesar del esfuerzo por controlar el partido, el equipo local solo había tenido dos acercamientos y en jugadas aisladas. Eso sí, en el mismo minuto: el 27. Una falta en tres cuartos lanzada por Ruiz de Galarreta que no encontró rematador a punto estuvo de colarse tras bote en la escuadra derecha de Riesgo; y un mal despeje del portero guipuzcoano de Osasuna cuando se encontraba fuera del marco pudo suponer el 1-0 de no ser porque Merino dificultó el disparo del jugador maño desde la frontal.

Javier Flaño tuvo el 0-1 con un gran disparo al larguero en el 36

Pero si el Zaragoza parecía reaccionar tímidamente al control rojillo, Javier Flaño se encargó de meter el dedo en la llaga. Tras una gran pared entre De las Cuevas y Sisi que muy cerca estuvo de dejar al alicantino solo frente al portero, el balón caía despejado a la banda izquierda y, más concretamente a los pies del lateral de Noáin. Y, como ya hiciera en el amistoso frente al Athletic, Flaño recortó a su defensor y se sacó un disparo con rosca desde el lateral del área que, tras superar al Whalley se estrelló en el travesaño.

Gol maño y decadencia rojilla

Osasuna gozaba de su mejor momento sobre el terreno de juego y los jugadores del Zaragoza casi contaban los minutos para que llegara el descanso. Pero el fútbol es imprevisible y un despiste de los laterales rojillos —Echaide y el propio Flaño— fue el germen del 1-0. Un balón a la banda derecha para Fernández que entraba solo desde la defensa generó un centro medido del lateral blanquiazul al punto de penalti donde apareció Pedro para, con un potente cabezazo picado, batir a Riesgo y dejar con cara de tonto al equipo rojillo. Era el minuto 39, el 1-0 subía al marcador y ahora era Osasuna quien aguardaba con esperanza el descanso.

El conjunto navarro se había mostrado como un equipo sólido durante la primera mitad. Sin brillar como ante el Barça B, los de Urban habían creado ocasiones y habían sabido contener a su rival salvo en la jugada del gol. Un tanto que devolviera la igualdad al marcador no parecía algo utópico, pero el gol local afectó demasiado a los rojillos. Osasuna saltó al terreno de juego alicaído, desesperado y algo desorientado. El Zaragoza, en cambio, parecía más tranquilo y fresco tras el intermedio.

Durante los primeros minutos de la reanudación, fue el equipo maño quien, contra pronóstico, se hizo con la bola. Su rival era incapaz de mantener la posesión y Pedro, que sacó de quicio a Echaide durante todo el partido, comenzaba a crear más problemas de los previstos por la zaga visitante. Pero, poco a poco, y tras no conseguir finalizar varias contras interesantes, el Zaragoza volvió a ceder terreno a su rival. La posesión agobiaba a Osasuna y las interrupciones comenzaron a adueñarse del partidos. Amarillas, cambios, etc.

Cedrick debutó con Osasuna y dejó varios detalles de calidad

Urban apenas tardó 15 minutos en tirar de banquillo. El equipo necesitaba un revulsivo y el recién llegado Cedrick era el elegido. El futbolista congoleño se presentó en sociedad al estilo Lamah: un sprint antológico con autopase incluido que el defensa solo pudo parar con los tacos por delante. Apenas unos minutos después, un balón a la esquina del área para el resbaladizo extremo africano terminaba perdiéndose por poco tras un chutazo seco y bien dirigido. Pero el ex jugador del Betis no parecía transmitir esa energía al resto de sus compañeros.

Urban dio entrada a Onwu por un descentrado Torres y, aunque el de Valtierra tampoco consiguió subir el pistón de su equipo, cerca estuvo de conseguir el empate en la jugada tonta del partido. Un balón interior para el delantero en el lateral del área terminó con un centro raso y flojo fácil para Whalley. Pero el portero aragonés, en lugar de atrapar la bola se confió creyendo que iba a fuera y el esférico acabó tocando en la madera antes de perderse por línea de fondo.

Éxtasis osasunista

Con apenas un minuto por jugarse más el descuento, Urban decidió quemar todas sus naves. Ante un equipo que rozaba la apatía, el preparador polaco dio entrada a Kenan Kodro por Nino, buscando la altura del delantero de origen bosnio para colgar balones a la olla. Pero el hijo de Meho Kodro no es simplemente un delantero tanque y decidió jugar por bajo. Trazó un desmarque al lateral del área y De las Cuevas le leyó las intenciones. Era el minuto 93, el cuarto árbitro había levantado la tablilla señalando cuatro de prolongación y Kodro, en lugar de prolongar, devolvió el balón al alicantino que entraba como una exhalación hacia el punto de penalti.

Y ahí, a segundos del pitido final, rodeado de defensores rivales, fue cuando De las Cuevas demostró la frialdad de la que siempre se le ha acusado y que, en este caso, ha dado un punto a los rojillos. El mediapunta ponía el balón lejos del alcance de Whalley, muy lejos, en la escuadra, mandando la pelota a guardar y ordenando al árbitro el pitido final. Los jugadores rojillos hacían una piña en la banda y los hombres de Víctor Muñoz no se lo podían creer. Osasuna continúa invicto.