OsasunaOsasuna VAVEL

Fútbol, pelea, sufrimiento y victoria

Osasuna logró romper una racha de cinco partidos sin ganar ante uno de los máximos candidatos al ascenso: el Real Valladolid. El equipo de Urban, que había tocado fondo el pasado fin de semana en Anduva, estaba obligado, no solo a cambiar la imagen que venía ofreciendo en las últimas jornadas, sino a ganar para salir de los puestos de descenso. Y así lo hizo. Un gol de Nekounam y otro de Marc Valiente en propia puerta fueron renta suficiente para sumar, no sin mucho sufrimiento, los tres puntos. Y es que, nada más comenzar la segunda parte, Javi Flaño era expulsado tras mostrarle Munuera Montero su segunda amarilla. El colegiado andaluz tuvo un partido difícil y pudo ser determinante con dos goles anulados erróneamente y varias jugadas que pudieron acabar en penalti. | Fotografía: Navarrasport.

Fútbol, pelea, sufrimiento y victoria
asierganuza
Por Asier Ganuza

Hoy más de uno se va a echar una buena siesta en Pamplona. De estas que te quedas nuevo, que notas como el edredón, frío, te va absorbiendo sin que tú opongas resistencia. Cabezadas placenteras tras un día duro, pero en los que el trabajo bien hecho te deja un sabor de boca lo suficientemente bueno como para cerrar los párpados sin miedo ni presión. Probablemente Luis Sabalza sea una de esas personas. El flamente nuevo presidente de Osasuna no ha podido comenzar con mejor pie sus visitas al palco de honor de El Sadar. Otro que se va a ganar una pequeña tregua es Javad Nekounam, hoy el capitán oficioso del equipo navarro. Por fin el iraní hizo el partido que el público esperaba: dirigiendo, conduciendo, mandando, presionando e, incluso, goleando. Aunque si alguien va a caer rendido sobre el sofá el Sisi —pero este de puro agotamiento—. En la izquierda, en la derecha; arriba, abajo. El manchego se desfondó y cuajó un partido animal, sobre todo en la segunda parte, y puede decirse sin miedo a parecer oportunista que si el Valladolid no acabó remontando fue en gran medida culpa suya. Pero, sin duda, el que va a dormir con un lirón —si es que la corbata, que todavía aprieta, le deja respirar— es Jan Urban, para quien el de esta mañana pudo ser su último encuentro en el banquillo de Osasuna. No será así.

Urban, muy discutido esta semana, salvó el puesto con la victoria

La mala racha de resultados, pero, sobre todo, la falta de actitud y un listado más que evidente de debilidades rojillas —el juego horizontal, la ausencia de agresividad defensiva— hicieron que el puesto del técnico polaco corriera peligro. Tanto que el propio Sabalza, en sus primeras palabras como máximo dirigente osasunista, puso en duda la continuidad de Urban si no ganaban y bien al equipo vallisoletano. Quizá esa presión indiscutible ha sido el click que ha logrado encender al equipo; quizá tan solo sea un nuevo oasis en medio del angustioso desierto que está suponiendo para el aficionado la temporada 2014/15 —no sería el primero; el último, sin ir más lejos, hace dos jornadas ante el Girona—; pero quizá, y solo quizá, sea la definitiva. La chispa que haga despertar a un equipo que, hasta nueva orden, tiene la misión que salvar la categoría. Que a nadie se le olvide.

Revolución desde el minuto uno

Y a situaciones drásticas, soluciones drásticas. ¿Desde dónde? Desde el vestuario. Vujadinovic, con una sobrecarga, no llegaba a tiempo para el duelo y David García volvía al centro de la zaga rojilla —en la que cuajaría un gran partido—. Los hermanos Flaño, ante la falta de personal de Osasuna atrás, recibían el indulto y Sisi, un parche en el lateral ante los problemas defensivos de Cadamuro, repetía en el flanco zurdo —y cada vez que se nombre al manchego en esta crónica hay que quitarse el sombrero—. El doble pivote tampoco variaba. Si estuviéramos hablando de baloncesto Loé sería el jugador con la mejor valoración media del conjunto navarro, pero la intermitencia de Neko ha hecho mosquear a más de un parroquiano. Hoy, sin embargo, el persa se reivindicó —y desde muy prontito además—. Pero arriba, en parte por necesidad —De las Cuevas se perdía el partido por lesión—, en parte por castigo, si que hubo variantes significativas. Ansarifard y Kodro se quedaban en el banco y Torres y Mikel Merino recibían la alternativa del técnico. Y en punta, como no, Nino, al que también hay que hacer mención especial. Aún hay físicos preguntándose como con su 1'69 es capaz de bajar tantísimos balones en largo y aguantar tantísimo tiempo la pelota de espaldas a portería. Fenómeno.

En tres minutos hubo un penalti no pitado, un gol mal anulado y el 1-0

Pero cambiar la alineación no significa cambiar al equipo. La revolución debía ser efectiva sobre el terreno de juego y en el primer balón, tras saque de centro, pudo detectarse el primer síntoma de mejoría: balón largo a Nino buscando la espalda de los defensa; o lo que es lo mismo, fútbol directo. Intento inerte, claro está, pero muy lejano al juego horizontal que venía mostrando Osasuna en partidos pasados. ¿Sería solo una jugada aislada? Tal vez. No obstante, segundos más tarde, aparecería un nuevo indicio de recuperación. Presión intensa arriba y recuperación del delantero almeriense sobre Álvaro Rubio dentro del área. Pudo suponer el primer gol, pero de lo que pareció un penalti claro por derribo del capitán blanquivioleta sobre Nino, llegó el primer tanto del Valladolid. Anulado, eso sí. En esa misma jugada, la contra del Pucela terminó en un centro al área para Mojica que fusilaba a Santamaría sin oposición; pero un leve toque de Bergdich sobre Flaño impidió al celebración del tanto, que terminó en falta favorable a Osasuna.

Momento en el que Álvaro Rubio pudo cometer penalti sobre Nino. Fotografía: Navarrasport.

Era el minuto tres y Munuera Montero ya tenía mosqueados a los dos equipos. Pero el caos inicial no terminó ahí; para alegría rojilla. La siguiente jugada acabó en córner a favor de los navarros y el córner, en gol. Saque en cortito, centro de Torres al área, balón despejado por la zaga visitante y rechazo a los pies de Loé en la frontal. Pero el camerunés ni tiró, ni la rifó; no se precipitó. Hizo lo que nadie se esperaba: devolver el balón por bajo al área de Varas. Y allí, perro viejo, Nekounam agarró el esférico, se dio la vuelta y suave, sutil, pegada al palo, batió al meta andaluz. Minuto 3, 1-0.

Óscar empató a los 15 minutos

Y todo en un visto y no visto. Los primeros minutos ya daban para una crónica aparte, pero el partido tenía que continuar. Eso sí, a un ritmo algo más pausado. Tras unos minutos de balón dividido, Leão la bajó al piso. El Valladolid empezó a jugar, no le quedaba otra. Osasuna aprovechaba la velocidad del césped para intentar llegar por banda al área rival —otra novedad—, pero era el equipo de Rubi el que intentaba poner un poco de orden en el partido. Orden no exenta de frenetismo. Bergdich, Mojica y Jeffren hacían delirar con su potencia, desborde y velocidad a los defensores navarros. Sin embargo, fue Óscar González —completamente desaparecido durante el primer tercio de la primera parte— el que rompió la ventaja navarra. Primero, en el minuto 15, sembró el miedo en el área de Santamaría con una internada que acabó superando al meta navarro pero que acertó a despejar Flaño antes de que empezaran a caer los infartados; pero, segundos después, no perdonaría. Jugadón de equipo del Valladolid, eslalon interruptus de Jeffren en los dominios del meta navarro y rechace, en el punto de penalti, para Óscar, otro perro viejo. Con templanza, levantando la pelota, superaba a Santamaría y devolvía el empate al marcador. Minuto 15, 1-1.

Osasuna intentó reaccionar con entereza, sobre todo, de la mano de Mikel Merino. El canterano, hoy mediapunta, se tiró el área rival en busca del gol y en apenas un minuto tuvo dos oportunidades, con sendos testarazos, para conseguir su ansiado objetivo. Primero, a centro de Javi Flaño al que llegó forzado y sin potencia; segundo, tras un buen servicio de Nino, mejor colocado y en posición de remate, que no pudo enviar entre los tres palos ante un Javi Varas prácticamente batido. Pero a Osasuna se le notaba tembloroso; intenso, pero con miedo. El Valladolid, en cambio, un equipo mucho más entero, creaba sensación de peligro en cada acercamiento y, durante diez minutos, merodeo la portería de Santamaría con mucha intención; casi tanta como un centro de Mojica desde la izquierda, tenso, con rosca y por delante de los defensas, al que no llegó de milagro Jeffren y, posteriormente, Bergdich.

Marc Valiente, en propia puerta, devolvía la ventaja a Osasuna

Un murmullo comenzaba a recorrer El Sadar. Osasuna estaba flaqueando y el miedo a un nuevo hundimiento comenzaba a helar a una afición siempre caliente. Pero la expectación se convirtió en júbilo. Pocas jugadas esta temporada se han celebrado tanto como la que aconteció en el minuto 34; una jugada aislada marcada por la veteranía de Nekounam y la frialdad —a veces excesiva— de Torres. El iraní, una vez más, recuperaba ante Óscar un balón que el Valladolid intentaba sacar de su área. La paciencia y la conducción del persa sirvieron al canterano navarro para despertar de su letargo y doblar a Nekounam. Hacia él fue el balón y, solo, en el área, esperó. Y esperó. Y volvió a esperar. Aguardó hasta que Cedrick trazó la diagonal y se tiró como un poseso al primer palo para recibir la pelota. Su esfuerzo valió la pena. Él no fue quien consiguió rematar hacia las mallas el centro raso de Roberto, pero sí, involuntariamente, Marc Valiente, que sorprendía a Javi Varas y desataba la locura en El Sadar. Minuto 34, 2-1.

Cedrick y Merino celebran con Torres el 2-1. Fotografía: Navarrasport.

El colegiado anuló un gol legal a Nino antes el descanso

Pero Osasuna ya se había adelantado una vez y unos instantes de mínima relajación habían supuesto el 1-1. La ventaja que campaba en el marcador era mínima, la tranquilidad solo llegaría con otro tanto que alejara aún más al Valladolid del equipo navarro. Y el tanto llegó apenas dos minutos después. Pero, como le pasara a Mojica, fue mal anulado por el colegiado. Esta vez no fue por supuesta falta. Un pase magistral de Cedric entre líneas era aprovechado por Nino para batir a Varas, pero el línea levantaba el banderín ante el cabreo monumental del almeriense. La repetición daba la razón al delantero que, incluso, tuvo otra, clarísima antes del descanso. Un centro de Javi Flaño desde la derecha al segundo palo que no acertó a rematar entre los tres palos. Raro en él. La pelota le venía franca, pero su cabezazo, picado, se marchó por encima del larguero.

De la intensidad en ataque a la garra en defensa

Javi Flaño dejó con 10 a Osasuna durante toda la segunda mitad

Una tarjeta rigurosa para el propio Javi Flaño y otra para Óscar por protestar daban por finalizada la primera mitad. El dato no es baladí, en especial para el jugador rojillo, pues la segunda parte comenzaría con él y su amonestación como desafortunados protagonistas. Corría el minuto 51 y una carga del lateral en el centro del campo suponía la segunda amarilla para el de Noáin y su expulsión del partido. Una nueva decisión polémica del colegiado ponía su actuación en tela de juicio y así se lo hacía saber El Sadar con una sonora pitada. No sería el único. Urban, obligado a recomponer el equipo, daba entrada a Cadamuro en detrimento de Merino y el argelino se llevaba el rapapolvo del público asistente por su evidente falta de compromiso. No comenzaban bien los segundos 45 minutos para el equipo local, ni para el árbitro, que sería recriminado por unos y otros cada vez que hacía sonar el silbato.

Munuera Montero muestra la segunda amarilla a Javi Flaño. Fotografía: Navarrasport.

En cuanto a lo que ocurría con el balón en movimiento, el Valladolid, en superioridad numérica daba un paso adelante y se hacía con el dominio total de la pelota. Sin embargo, los de Rubi no conseguían hilvanar jugadas con claridad. La presión que Osasuna ejercía sobre Leão retrasaba mucho el inicio de las jugadas blanquivioletas y obligaban a los centrales a pasar mucho tiempo con el balón en los pies. Para su fortuna, la expulsión de Flaño obligó a los rojillos a retrasar la presión hasta la medular y juntar sus líneas para tapar espacios. Y lo cierto es que funcionó. Osasuna no solo no sufría —relativamente—, sino que incluso se animaba a salir a la contra, con un hombre protagonista en ambos lados del campo.

Sisi fue, de largo, el mejor de Osasuna gracias a su sacrificio

Sisi había sido recolocado al lateral diestro tras la entrada de Cadamuro y en una banda que no es la suya cuajó uno de sus mejores partidos con la camiseta rojilla. El manchegó se peleó con Mojica —diez centímetro más alto que él— y le ganó prácticamente todos los enfrentamiento individuales. Además, para gozo del aficionado rojillo, el Valladolid volcó su ataque sobre la banda del colombiano, magistralmente defendida por el jugador albaceteño. Pero Sisi no solo se prodigó en defensa, también en ataque. Y de qué manera. El exjugador del Valladolid brilló ante el que fuera su equipo con hasta tres jugadas individuales por banda en las que dejó totalmente sentado a Peña. En la primera, aguantó y rebañó un balón sobre la línea de fondo para asistir a Cedrick, que remató forzado dentro del área; en la segunda superó a tres defensores para internarse en el área y ceder el balón a un desacertado Torres; y en la tercera, se deshizo de su marcador con un soberbio autopase y solo Varas con una gran parada evitó un tanto más que merecido.

Y es que Osasuna cuajó un partido muy serio atrás con un hombre menos. Prácticamente todos los jugadores navarros se volcaron en labores defensivas. De hecho, el Valladolid apenas tuvo tres ocasiones claras en la segunda mitad, mientras que el resto del tiempo el sufrimiento y el agobio llegaban más dados por la sensación de inferioridad numérica, el miedo y la presión clasificatoria. Es más, la primera gran ocasión de los de Rubi en la segunda parte llegó en el 63 con un testarazo muy desviado de Óscar González tras saque de esquina. Casi 20 minutos después llegó la segunda, primera de su tocayo, Óscar Díaz —que había entrado por Samuel—. Un nuevo centro espectacular de Mojica por la izquierda al que no llega González y que acaba pegando en la bota de Díaz, en el área pequeña, para marcharse fuera por poco. Y, cinco minutos después, el propio Óscar Díaz se llevaba un balón a trompicones en la frontal y acababa rematando con rosca desde fuera de área para ver como su balón se marchaba a centímetros del palo diestro de Santamaría.

El Valladolid tocó bien, achuchó, pero fue contenido con serenidad por el equipo navarro que, incluso, pudo doblar su ventaja con el equipo castellano volcado sobre el área rojilla. Kodro, tras gran jugada de Cadamuro, buscó la escuadra con un fenomenal golpeo que acabó en la red superior de la portería de Varas (minuto 74) y Cedrick, en el 79, reclamó penalti tras supeustamente despejar Marc Valiente un centro suyo con el brazo —en la repetición se aprecia como el balón le pega en el costado y, esta vez sí, acertó el colegiado—.

Osasuna sale momentáneamente de los puestos de descenso

Así, tras 40 minutos de más miedo que sufrimiento, el colegiado pitaba el final del partido y Osasuna suma tres puntos que le sacan momentáneamente de los puestos de descenso. Pero, independientemente de cómo acabe la jornada, de lo visto esta mañana en El Sadar puede sacarse cierto atisbo de esperanza. El equipo de Urban ha demostrado que sabe competir —de hecho, de sus cinco victorias, cuatro han sido ante equipos potentes de la categoría: Barça B, Mallorca, Betis y Valladolid— y el partido de hoy deja en evidencia que, contrario a lo que puedan decir los jugadores, el principal problema —además de un sistema de juego horizontal más que fallido— es la falta de actitud. Si Urban consigue hacer valer lo mostrado hoy sobre el terreno de juego, podrá ganarse muchas siestas como la de hoy en su casa de Pamplona.